Los riesgos del esquí fuera de pista
Se cuenta que un físico, un astrónomo y un matemático se encontraban de vacaciones en Escocia. Al echar una ojeada por la ventanilla del tren vieron una oveja negra en medio del campo.
«¡Qué interesante!», observó el astrónomo, «todas las ovejas escocesas son negras». A lo que respondió el físico, «¡No, no! ¡Algunas ovejas escocesas son negras!». El matemático alzó suplicante la mirada al cielo y entonó. «En Escocia existe al menos un campo, que contiene al menos una oveja, uno de cuyos lados, al menos, es negro».
Practicar esquí fuera de pista dentro de una estación de esquí es algo habitual, como cualquiera familiarizado con este deporte puede atestiguar. Según el estudio “Out of bounds skiers and avalanche risk: high-risk cohort identification and characterization” se estima que el 35,6% de los esquiadores y el 42,6% de los practicantes de snowboard practican esquí fuera de pista. Probablemente se quede corto, pero lo cierto es que, independientemente del número de practicantes, cuando realizamos esquí fuera de pista los riesgos aumentan. A los peligros normales de la montaña invernal que podemos encontrar en cualquier pista, tales como el frío, el hielo o las radiaciones solares, hay que sumar todos los peligros no controlados por la estación, como los aludes, rocas, árboles, cortados o la falta de visibilidad. Bajo mi punto de vista, para estudiar con propiedad los riesgos a los que nos enfrentamos los que practicamos esquí fuera de pista, hay que diferenciar claramente dos aspectos. Primero, a qué tipo de esquiador nos estamos refiriendo, y segundo qué clase de “fuera de pista” estamos practicando. No podemos generalizar.
Por ejemplo, al analizar y categorizar el peligro que suponen los aludes de nieve, hay que pensar que no es lo mismo el riesgo de un esquiador normal, que el riego al que puede estar expuesto un esquiador de montaña. Aconsejo leer este artículo de opinión en el que incido en los términos peligro y riesgo. Y por supuesto, no es lo mismo, ni debería incluirse igual en la estadística, un fallecido por un alud de nieve que se desencadena dentro de un dominio esquiable, que una víctima fuera de los límites del centro invernal, aunque la víctima sea un esquiador que ha accedido desde un remonte de la estación.
Normalmente, el esquiador de montaña es alguien con cierto conocimiento del medio, y que suele ir equipado por lo menos con casco, ARVA, pala y sonda. Por el contrario, y aunque cada vez hay más esquiadores de fuera de pista que se forman adecuadamente y llevan el equipo necesario, no es lo habitual entre los esquiadores que acuden a diario a los centros invernales. Así, el estudio “Issues and suggested “Best Practices” for Avalanche Safety Programs”, realizado por la ICAR Avalanche Commission, estima que entre el 51-75% de los esquiadores de montaña llevan el material de seguridad, mientras que por el contrario el porcentaje decae al 16-30% en los esquiadores fuera de pista, freeriders y esquiadores que se aventuran fuera de los dominios esquiables.
Igualmente, es muy interesante el estudio “Information Value of the Avalanche Bulletin for snowsports” que refleja que el 78% de los esquiadores que hacen fuera de pista se conducen de forma peligrosa en zonas de riesgo, que el 90% presentan una falsa sensación de seguridad y que sólo el 7% son capaces de proporcionar completamente la información necesaria que debe extraerse del Boletín de Peligro de Aludes. Un ejemplo claro de la falta de formación.
Asimismo, generalizar sobre qué es un fuera de pista y dar reglas o normar de comportamiento puede no ser tarea fácil. El artículo 4 del reglamento de ATUDEM define la zona fuera de pistas como aquella que “comprende las vías y variantes abiertas por los usuarios por sus propios medios fuera de la zona de pistas, accedan o no a la misma, procedentes de alguno de los remontes de aquélla. La zona fuera de pistas no está preparada, balizada, señalizada, controlada ni protegida por la Estación contra los peligros inherentes a la montaña.”
Si observamos las fotos a continuación veremos que todos los fueras de pista son absolutamente diferentes y los riesgos completamente distintos.
Y son sólo algunos ejemplos de la múltiple diversidad que podemos encontrar dentro de un dominio esquiable. Lo que debemos tener claro es que cuando salimos de las pistas señalizadas y balizadas debemos estar en condiciones de identificar los peligros de la alta montaña invernal, evaluarlos, y reducir nosotros mismos el riesgo que implican.
Ahora bien, ¿debe una estación garantizar cierto grado de seguridad sólo en las pistas, o también en las zonas fuera de pistas próximas a las mismas? ¿Es asumible que un esquiador salga fuera de pistas y produzca una avalancha que alcance una pista abierta?