Rebelde como era, trataron de implantare un mínimo de normas y hasta que siguiera un entrenamiento igual que el resto, pero la adrenalina brotaba por el interior de aquel chico hasta que lo hacía saltar disparado pista abajo, siempre a su manera. En la temporada 82-83, a sus 23 años, fruto de algunas casualidades logró los puntos necesarios para entrar en el U.S. Ski Team, los seleccionados top de la Federación de Esquí de Estados Unidos. Son los que participan en la Copa del Mundo, los Juegos Olímpicos, y tienen un mínimo de gastos pagados.
Pero hay gente que nace para algún tipo de deporte. La historia está llena de estrellas que entrenando mucho menos que sus compañeros, han logrado verdaderas hazañas. Pasa mucho en el fútbol o el baloncesto,y hay algún caso en el esquí. Mas recientemente lo hemos visto en Bode Miller, y anteriormente pasó con Bill Johnson. Se le hizo una prueba de velocidad en un túnel de viento, y resulta que el chico tenía un coeficiente aerodinámico entre un 5 y un 10% mejor que sus compañeros. Aquel joven rebelde estaba hecho para el esquí. Tanto daba como bajara, sus hombros y rodillas encajaban perfectamente, hasta formar una verdadera 'bala humana' capaz de lanzarse a tumba abierta a 150km/h.
El inicio del chico parecía más que prometedor. Era un bala perdida, pero al menos fue llegar, y en su primera carrera de St. Anton quedó en sexto lugar. Y eso fue todo. No hizo nada más, e incluso llegó a perderse el resto de la temporada. La siguiente empezó igual, hasta que de nuevo participó en el Descenso de Wengen, uno de los más complicados de la Copa del Mundo. Y ganó! Salió como una bala, a su manera, se descontroló, parecía que volvía a caer de nuevo, pero se recuperó milagrosamente, y volvió a la pista hasta lograr el mejor crono.
Así que el US SKI Team decidió meterlo en la selección de los Juegos Olímpicos. Hacía pocos meses estaba abriendo coches, y de repente, con un podio en dos temporadas, era un seleccionado olímpico!.
Bill Johnson llega a Sarajevo'84 crecido, fanfarrón, engreído, y mostrando su lado más rebelde. Y allí, en mitad de todas las cámaras que le seguían tras haber ganado en Wengen, soltó una de esas frase memorables para la historia del olimpismo:
Pero el chico tenía razón. Aquella pista tenía algunas curvas que a Johnson le desagradaba, pero acaba en una larga recta, ideal para todo un kamikaze como él, sin miedo y con un gran coeficiente aerodinámico. El 16 de Febrero de 1984 ganaba el primero oro olímpico para Estados Unidos en una prueba de esquí. Cuando le preguntaron que significaba para él aquella medalla, su contestación no podia ser otra: "Millones, muchos millones!"
Se compró un Porsche, una casa en Malibú, celebró el triunfo con todos sus amigos, los de toda la vida y los que le salieron al olor de dinero fresco y se dedicó a viajar con su novia por todo el país. Evidentemente llegó al inicio de la temporada en un pésimo estado de forma. Excepto un par de victorias semanas después del oro olímpico, Johnson nunca mas hizo nada. Apenas quería entrenar, se dilapidaba el dinero y tenía frecuentes salidas de tono. Acabó fuera del U.S. Ski Team en 1988.
Arruinado, sin posibilidades de volver a competir y para colmo su hijo de tan solo 14 meses fallece ahogado en 1992. Vivía ya en una caravana mientras trabajaba de carpintero en su Oregón natal. Ya no tenía el Porsche, ni la casa en Malibú.... ni los nuevos amigos.
A los 40 años se le ocurre la locura de volver a tratar de clasificarse para los Juegos Olímpicos de Salk Lake City 2002. Las carreras de clasificación se hacía en la estación de Witefish (Montana). Bajó disparado, como una flecha, a su manera, hasta que un árbol lo paró en seco. Se quedó en coma 21 días, pero su cerebro nunca mas se recuperó. Su madre se ha ocupado de él hasta el día de su muerte, postrado en una silla de ruedas.
Bill Johnson encarna el espíritu americano. La oportunidad que todo el mundo puede tener en Estados Unidos para el éxito. Al menos el que nos venden en las películas. Por eso quizás nunca ha sido olvidado del todo. La cadena HBO iba pasando reportajes de él regularmente, y estaría bien que se sacase alguna película suya o una serie, porque la historia de Bill Johnson da para eso y mas. Tampoco lo olvidaron los gemelos Phil y Steve Mahre, otros históricos del esquí americano después de ganar un oro y un bronce olímpico en el mismo Gigante de Sarajevo'84. De ellos partió la idea de hacer una colecta para comprar una silla de ruedas eléctrica a Johnson.
Bil Johnson nos acaba de dejar a la edad de 55 años. Su madre se ha encargado de dar la noticia a la Federación de Estados Unidos. Al parecer llevaba tres semana que prácticamente no podía ni tragar...