¿Qué tal queridos amigos? Ya nos queda muy poco, dice el calendario que quedan 45 días, pero yo suelo ser optimista y creo que queda menos todavía. A ver si tenemos suerte.
Hoy me gustaría hablar con vosotros del “efecto placebo”. ¿Sabéis a qué me refiero? Según la Real Academia Española, placebo es “aquella sustancia que, careciendo por sí misma de acción terapéutica, produce algún efecto favorable en el enfermo, si este la recibe convencido de que esa sustancia posee realmente tal acción.”
Estos días en los que los grupos de “WhatsApp”, las reuniones con amigos esquiadores, los comentarios con foreros,… están que echan humo, hablaba con unos amigos acerca de el “efecto placebo” que el material produce en nosotros.

Cada uno en su nivel, siempre pensamos que necesitamos este o aquel material para esquiar mejor. Realmente hay pocos esquiadores, o por lo menos que yo conozca, que digan que no necesitan un material mejor, un material bueno al menos, para esquiar bien.
¿Creéis que el material muchas veces nos ayuda, con su “efecto placebo” y que saca lo mejor de nosotros mismos simplemente porque pensamos que lo puede hacer?
Yo pienso que algo de eso hay, creo que sí. Y, además, no creo que sea malo, creo es bueno que de alguna manera nos dejemos llevar por cualquier causa que mejore nuestras sensaciones. Al fin y al cabo, para un grandísimo tanto por ciento de los esquiadores, el esquí es eso: disfrutar de las sensaciones.
Ojo, que no digo que cada uno tenga que irse a comprar el “mejor esquí” de la tienda. Pero sí puede ser bueno dejarse aconsejar por un buen profesional, profesor de esquí, buen vendedor, incluso por un buen “skiman” que nos diga cómo podemos mejorar. Aprovechar el tirón que ese consejo nos va a dar y sentir todavía más disfrute del que sentíamos.
De hecho, si lo pensamos, puede que un poco nos pase cada año, cuando nos informamos con los nuevos productos y los probamos.
Por contra, existe también el “efecto nocebo”. O sea, el no creer que esa sustancia pueda ayudarte e incluso que pueda desarrollar un efecto negativo en ti. Si hablamos de esquí, sería el pensar que una parte del equipo te estaría “restando” disfrute, no siendo culpa objetiva del material.
En el esquí, para pensar en el "efecto nocebo" tendríamos que buscar a esquiadores que se valen mucho del material “muy bueno” (que no tiene por qué serlo, o sí, pero no para ellos) y que cuando le das otro que piensan que es peor, creen realmente que les estás quitando la posibilidad de “ir bien”. Es mucho menos común, pero podría ser un ejemplo bueno todos aquellos esquiadores que llevan material por encima de sus posibilidades (¿quién no lo ha llevado en alguna ocasión o, incluso, muchas veces?) y sienten el “efecto nocebo” cuando usan el material que les correspondería por nivel pero en el que ellos no confían.
¿Qué pensáis?
Os voy a contar una anécdota que sucedió hace mucho tiempo, pero que tenía su gracia. No sería un “efecto placebo” puro, sino que sería un “efecto placebo diferido”. Resulta que yo esquiaba ese día con unos chicos que esquían pocas veces al año y su nivel de esquí es sensiblemente inferior al mío. Eso, desgraciadamente para mí, no quiere decir que yo esquie, ni esquiara entonces, muy bien, quiere decir, simplemente que ellos iban justitos.
Pues aquel día fue un gran día de esquí, uno de aquellos en los que todo te sale bien, que te sientes a gusto, que estás fuerte, que la nieve está perfecta y que piensas que podrías ser campeón del mundo porque esquías como un ángel.
Resulta que la tarde anterior habíamos ido de compras y yo me compré unos calcetines, que ahora ya están muy vistos, pero que entonces eran “revolucionarios”. Con las risas de la cena dije que iba a ser el mejor esquiador del día porque esos calcetines eran “de nivel”… Y, al día siguiente, como os digo, todo salía a pedir de boca, y cada vez que me decían que que bien estaba esquiando yo decía “me siento genial con los calcetines”, “qué bien van los calcetines”, “estos calcetines son la bomba”, y jiji, jaja, la cosa fue cuajando hasta que al final del día uno de los dos me dijo que le acompañara a la tienda a comprarse unos calcetines como los que yo había comprado… Y, claro, el otro y yo nos moríamos de la risa. Luego dijo que lo había dicho de mentira, de broma, pero el otro y yo todavía nos reímos por aquello, y hace, como os digo muchos años.
Ahora, que estoy escribiendo este artículo creo que lo que teníamos que haber hecho era cambiarnos los calcetines allí mismo y descubrir si el “efecto placebo” existe de verdad o no.
Agredeceré si me contáis en los comentarios si habéis sentido en vosotros u otros el “efecto placebo”.
Queridos amigos, id calentando motores, ya queda muy poco.