Solo unas líneas para despedir la temporada.
Parece que no tenga que llegar el día, pero llegó, estaba marcado desde el comienzo y todos pensábamos que se cerrarían las estaciones con mucha nieve, como así ha sido en el caso de GrandValira.
Pues no os lo vais a creer, pero dormí tan mal como la noche anterior a la apertura. Estaba nervioso.
El sábado tuve un magnífico día de esquí. Empecé temprano porque quería esquiar con nieve dura. Tenía los esquís bien de cantos y me gusta esa sensación de velocidad y tensión a la que te somete ese tipo de nieve. Fuerza, concentración, pero sobre todo, para ese tipo de nieve necesitas ganas. Y ganas no faltan, ni faltarán.
La nieve a esas horas es lo que esperas. Te puede gustar o no, pero no te va a engañar. Buen calentamiento, tranquilidad y decisión. Digamos que la nieve dura te pone en tu sitio. Si vas bien la disfrutarás y si vas mal te hará sufrir. A esas horas cada uno tiene sus pistas, y más o menos sabes cómo van a transformar. Cuando empiezan a cambiar parece que seas un esquiador de altísimo nivel, lo que hace un momento te costaba ahora se torna sencillo y agradable. Son esos 40 ó 50 minutos que te suben el ego hasta el cielo, puedes hacer en la nieve lo que siempre has querido y la sensación que te queda es muy satisfactoria. No te duele la rodilla, se te quita el hambre, se te llena el cuerpo de energía y lo das todo. Y la nieve te lo da a ti. El que lo haya sentido sabe a qué me refiero.
Poco más tarde las zonas bajas se ponen un poco más pesadas, y es hora de subir a lo más alto de la estación. Además, el sábado estuvo un buen día de sol y la temperatura era muy agradable, no llegó a hacer calor del todo.
Paro a almorzar algo rápido y me encuentro con una pareja de nieve adictos que disfrutan cada día libre que tienen en la temporada. ¡No faltan ni un día! Charlamos un poco e intercambiamos las sensaciones que nos produce este tipo de nieve y, sobre todo, la pena que da dejar de esquiar con una estación en tan buenas condiciones. Una buena pareja de esquiadores.
Carles y Eti, grandes aficionados y muy buenos esquiadores.
Tras probar la nieve en la parte de arriba de la estación, que está en un estado excelente me encuentro con otro grupo de esquiadores de altísimo nivel. Esta gente anda muy rápido, no hay manera de seguirlos, echamos una foto y seguimos.
Muy buenos esquiadores en este grupo.
Todavía se hace más numeroso el grupo y siguen aportando nivel. Pronto la selección natural pondrá a cada uno en su sitio. Ahora la nieve está bastante más transformada y los esquís gordos andan mucho mejor, yo me hago una bajada más con ellos y bajo al coche a cambiar de zapatos, me busco unos para todo uso, patín 95 y medida generosa. De paso les doy un poco de descanso a las piernas, que empiezan a estar maltrechas.
Crece el grupo y el nivel de esquí. Es casi imposible seguirles en pistas, mucho menos fuera pista.
Tras unas cuantas bajadas muy fuertes la selección natural ha hecho su trabajo: unos al bar y otros a seguir esquiando. A mí me queda poco, pero estoy dispuesto a disfrutarlo.
Me quedo solo.
Hay esquiadores que buscan siempre la compañía de alguien con quien compartir bajadas. A mí me gusta esquiar con gente, no cabe duda, pero esquiar solo siempre me ha producido mucha calma. Me siento bien. Estoy conmigo, hago lo que quiero, pienso lo que quiero, disfruto mucho y casi nunca discuto.
Sabiendo cómo está la nieve, tengo que probar una de las pistas que suele ser de las últimas en transformar. Está impresionante. No creo que la hayan pisado más de diez esquiadores hoy, a juzgar por las huellas. La nieve está rompiendo justo ahora. Me siento bien, llevo los esquís adecuados, tengo ganas y no hay nadie. ¿Qué más se puede pedir? Voy despacio, quiero sentir cada giro, la dulzura que me sube de abajo a arriba la intento devolver con mis gestos. Me gustaría verme desde fuera, pero la sensación es de que estoy siendo suave con la nieve, y las huellas que quedan detrás de mí lo demuestran, ¡qué vanidosos somos la mayoría de los esquiadores! Parece que si no te giras a mirar tus huellas no hayas hecho la bajada. Y me paro dos veces en una bajada que no es larga, pero vale la pena. Estamos en las últimas bajadas de la temporada, y hay que disfrutar cada una de ellas.
Lo que iba a ser una bajada se convierte en cuatro. Y me voy porque he quedado, sino me quedaría un rato más, y otro, y otro, y muchos más hasta la temporada que viene.
En el parking me encuentro a un colega que me pasa dos de las fotos que acabáis de ver, y también a dos foreros que no conocía y de los que había oído hablar. Hacen temporada en GrandValira viajando fin de semana sí y fin de semana no ¡¡¡desde Segovia!!! Unos locos de la nieve, como todos vosotros.
No sé si mañana me dará tiempo a escribiros cómo fue el domingo, espero que sí. El final del sábado fue de lo más interesante que me ha pasado en la temporada. Eché un buen rato con Robert Puente, seguro que sabéis quién es. Espero escribiros también pronto cómo fue nuestra entrevista. Ya os digo una cosa, yo pensaba que era un crack del esquí, pero me ha sorprendido mucho, porque no lo es solo del esquí, lo es a nivel personal, y eso es mucho más importante.
Nos vemos pronto, puede que la temporada haya terminado para algunos, pero aquí seguiremos. Si se puede haremos el verano más ameno hasta el próximo invierno, hasta que los nervios no nos dejen dormir porque la temporada empiece al día siguiente.
¡Ya falta menos!
Nota: Os dejo unos artículos relacionas de Carolo y Sam, ellos os explican cómo esquiar en nieve primavera.