Cuando me llega una noticia de carácter triste, pienso en el egoísmo, en el egoísmo que nos lleva a pensar a veces, que somos de acero, el centro del planeta, que nada puede ocurrirnos, no es el caso, él era la prudencia y la técnica mezcladas, el sentido común y el amor por la vida, pero, el paisaje, los paisajes se trasforman, la nieve se mueve, se desliza y en segundos nos encontramos envueltos en un mundo de confusión interminable, detrás, detrás hay hogares, fuegos, leña, nevadas, risas, cervezas, cariño, y todo por unos instantes se rompe, se desmorona, nuestro pequeño mundo cambia y desde lejos lo vemos y lo padecemos e incluso las lagrimas se deslizan por nuestros rostros como si fuéramos los protagonistas directos de la historia, de una historia que lejana, que aunque lejana nos “toca”.
La diversión y el placer, no tienen que estar reñidos con la meditación y las ideas, con la preparación minuciosa y el estudio. Porque es cierto que casi nada es evitable, y que incluso las personas más preparadas, pueden ser presas de desagradables sorpresas, por eso, por eso mismo tenemos que ser pacientes, preparar, estudiar, meditar y realizar…
Gracias a:
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Mole de rocas
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Recién caída
Cae la tarde
