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Aparcamos en la Casa de Piedra y nos llevamos la segunda alegría del día, en el coche de al lado estaba superzuri con unos amigos, equipándose para echar también el día por allí. Tras los saludos de rigor, y sin acordarnos de inmortalizar el momento, que hacía varios años que no coincidíamos, entre unas cosas y otras, nosotros fuimos a tomar un café y ellos empezaron a subir (ya les dijo Pajaroloco que hiciesen buena huella... 😉 ).
Después de pertrecharnos convenientemente, seguimos sus pasos hacia la Mallata Baja, la estampa sigue siendo preciosa pero, para esto de la travesía, habría venido bien un poco menos de nieve ya y algo más de sol:
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Seguimos subiendo, aprovechando una huella abierta en dirección al Fenías, aunque luego se desvió hacia los ibones de Ordicuso. La zona nos pareció segura, dadas las condiciones del día, asi que seguimos por ella. Entre sábado y domingo había una buena acumulación de nieve:
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Hasta que dimos con los artífices de la traza: Jordi, de Lauegi, y su compañera (ya me disculpará, que no recuerdo su nombre), haciendo unos test:
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El sol hizo amago de salir para quedarse, permitiéndonos ver mejor lo que teníamos enfrente:
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Después de unos minutos de charleta, mientras recogían sus bártulos, ellos bajaron ya desde ahí, dada la hora decidimos hacer los mismo. El terreno en general no era de lo más propicio para la bajada, especialmente para Pajaroloco, que iba con splitboard, pero alguna pala maja pillamos:
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Llegando al bosque, nuevo porteo de bajada para acabar el día, ahora si con solete:
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Sólo llegamos a tiempo de unos bocatas en la Casa de Piedra, que supieron a gloria bendita, aunque nos sacamos la espina por la noche:
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