Pues hoy ha sido aún mejor: a las seis y media de la mañana, con nieve helada, he tenido que bajar la pista de la percha (al menos era verde) en la salida de la cuarta etapa de la BordertoBorder.
La etapa reina: 86 kilómetros. Sonaba imposible. Y llego yo y me pierdo en el primer área de avituallamiento y le sumo 10 kilómetros más. Me quería morir. Acabar la etapa era ya un imposible al cubo.
Y encima, otra docena de caídas en las que he acabado dañándome hasta la cicariz aún hinchada de la operación de hernia de hace justo dos meses.
Vamos, que ha sido un gran día, uno de esos para disfrutar comentándolo el resto de tu vida tomando una cerveza con los amigos. Porque durante las doce horas que he estado esquiando, el sufrimiento ha sido atroz. Para colmo, estaba toda la nieve removida y helada, lo que ha convertido las bajadas en un tormento. Y luego estaba ese viento, viento polar porque estamos en el Círculo Polar Artico, que soplaba y soplaba inmisericorde cada vez que cruzábamos uno de esos interminables lagos helados.
Luego llegaba un bosque y ahí el viento se apaciguaba. Pero la huella de fondo desaparecía en los bosques entre nieve removida. Sólo he encontrado dos lugares para disfrutar. El primero, un enorme lago en el que hemos girado y el viento lo teníamos de culo. Unido a la nieve helada, los esquís volaban con poco esfuerzo.
El otro lugar ha sido la meta. Ha sido como estarte doce horas dándote martillazos. Cuando paras, un gustazo.
He llegado tan extenuado que he perdido una gran ocasión. He pensado que si lo conseguía, tenía que redondear la cifra. El GPS me ha dado 96,7 kilómetros de etapa, “gracias” a haberme perdido. Una hora antes de llegar, he pensado que me iba a pasar de largo la puerta del hotel para redondear la cifra y hacer 100, toda una gran marca para esquí de fondo en un solo día. Pero cuando he llegado a la puerta del hotel iba zombi y me he caído con los esquís puestos. Así que lo dejaremos en 96,9… ¡Al menos por ahora!
96,9 kilómetros de esquí de fondo en un día
Ayer os comentaba que lo último que esperaba era subir en una percha con los esquís de fondo