El tiempo caluroso y anticiclónico ha acompañado toda la semana en la Cerdaña francesa, y el viernes (18/3/05) vuelve a amanecer totalmente despejado y con un calor poco usual para estas fechas.
Después de una divertida jornada el día anterior en Eyne, esta vez optamos por Formiguères, estación de las Neiges Catalanes enclavada en el sudoeste de los Pirineos Orientales y a unos 190 km de Barcelona. Con una cota mínima en los 1700 mts y la máxima en los 2350 mts.
Como el resto de estaciones de las Neiges Catalanes (a excepción de Les Angles que es un poco mayor y más moderna), es una estación con un dominio esquiable no muy grande, unas 16 pistas que se pueden recorrer en una única jornada, cuenta con 2 telesillas cuatriplazas no desembragables, y un par de telesquís paralelos bastante largos, hay otros 3 telearrastres y una cuerda pero su recorrido es mínimo. El precio del forfait es también bastante asequible, 17 euros con carnet de estudiante.
Las vistas panorámicas con que cuenta Formigueres son poco menos que espléndidas
Pero no hay que dejarse engañar por su tamaño, ya que es una estación que ofrece muchisimas posibilidades, casi nunca suele haber colas, todas las pistas discurren entre bosques de pino negro (Pinus nigra), son bastante variadas, adecuadas para esquiadores/snowboarders de nivel medio/alto. Pero para mi, destaca sobre todo, por las múltiples variantes que ofrecen los fuerapistas entre los bosquetes de pino que bordean todas las pistas. Lo que permite en cada bajada trazar una línea totalmente diferente a la anterior, y no repetir la misma bajada en toda la jornada. Además es de gran heterogeneidad, con zonas muy densas a otras bastante aclaradas, con diferentes dificultades y obstáculos, lo que las hace aptas para un rango bastante amplio de niveles.
Así pues, tras un par de bajadas de calentamiento y reconocimiento de la estación, los 6 (5 surferos y un esquiador) nos dividimos en un par de grupos segun preferencias y niveles. Yo me decanté por catar esos fueras que ya había ido vislumbrando desde la silla, y comenzamos a probarlos, al principio con bastante prudencia, ya que la nieve, mayoritariamente de una calidad primavera, estaba realmente pesada y se hacía fácil clavar y caer hacia delante, además se combinaba con tramos de nieve dura, a veces dificiles de predecir, lo que precisaba un cierto grado de concentración para afrontar con cierta seguridad los diferentes terrenos.
Poco a poco nos fuimos soltando y cogiendole el tranquillo al terreno y de las tímidas primeras bajadas, se empezó a bajar bastante fuerte, lo que a la larga llevó al Sr. Negro en un giro descontrolado a grindar un árbol sin proponérselo, tras este susto sin ninguna consecuencia, proseguimos buscando nuevas líneas. El tipo de nieve hace trabajar a los músculos más de las cuenta, así que la escasa velocidad de los telesillas se convierte más en una bendición que una desventaja, ya que aprovechamos ese impás para reponer fuerzas.
Así va transcurriendo la intensa jornada, de un telesilla a el otro buscando bajadas diferentes, las últimas horas las dedicamos al sector de bosque que discurre a la izquierda de las dos perchas paralelas, que es de los más divertidos y rápidos. Además nos sorprenden un par de pistas, que pese a las horas, permanecen todavía muy bien pisadas, lo que unido a su anchura y desnivel, posibilitaban alcanzar grandes velocidades. No así en el minicircuito de boardercross, con que cuenta la estación, y que por las temperaturas, estaba muy destrozado.
Los últimos minútos, los dediqué al minipark de la estación, formado por un minikicker, un cajón plano elevado un metro del suelo, una baranda subida-plano y una pirámide. Los módulos son bastante sencillitos, ideales para la gente que esta aprendiendo, a mi el que más me gusto fue la pirámide, donde trate sin mucho éxito sacar algunos trucos, hasta que el encargado del telearrestre del park me indicó la última subida, ya pasan 5 minutos de las 17:00.
Agotado me reuno con el resto del grupo, después de un breve refrigerio alguien propone visitar las termas naturales de Fontpédrouse, así que hallá que nos vamos todos, en Mont-Louis cogemos la carretera que desciende zigzagueante y una vez en Fontpédrouse cogemos una estrecha carreterita que nos conduce hasta la zona de los baños termales, tras dejar el coche en uno de los arcenes, descendemos un empinado sendero,
atravesamos un rio,
y ascendemos un pequeño trecho para llegar a los siempre humeantes baños termales.
Estos baños, son pequeñas charcas naturales, situadas en serie, siendo la superior la de agua más caliente (apenas se aguanta), y la inferior la de agua más templada, habiendo por tanto un grandiente de temperatura entre las diferentes charcas.
Pese a que llegamos casi con las últimas luces del día, no estamos solos, un pequeño grupo de hippies ha tenido la misma idea que nosotros, hay que señalar que en estos baños termales es bastante normal encontrar nudistas, que para eso son naturales.
Damos así reposo y alivio a nuestros cansados músculos en las humeantes pozas. Alguien propone hacer una breve incursión en las gelidas aguas del rio cercano, pero las temperaturas que deben ser sobre los 3-4ºC nos disuaden a todos del intento.
Las sensaciones de estar tomando un baño caliente, cuando la temperatura ambiente circundante es bastante baja, son dificiles de describir; insuperables en pleno invierno, cuando las laderas circundantes estan cubiertas por el manto blanco. Mágicas si la visita es bajo la luz de la luna, máxime si es con la compañía adecuada.