Hartos, aquí en Galicia, de tanta ciclogénesis explosiva desde el mes de Diciembre, y aprovechando que nuestro querido Anticiclón las ha enviado hacia el Polo Norte, mi mujer y yo, hemos aprovechado toda esta semana para disfrutar de unos fantásticos días de esquí en Boí Taüll.
Nieve en cantidades importantes, un poquito dura a primeras horas, pero muy generosa para esquiarla disfrutando, y en mi opinión, muy bien tratada por las máquinas. Por lo menos, en las pistas que nos hemos movido, azules y alguna que otra roja, que aunque el cuerpo aguanta muy requetebien, los años son los años, y a los “juveniles” 65, no quiero -ni debo-, forzar la máquina.
El Sol, a raudales un día tras otro, y no nos ha dejado en ningún momento (tengo la cara como si me huebiese metido en un horno). El tráfico en pistas casi inapreciable. Tal era, que había momentos en que nos encontrabamos solos en toda una pista. En fin, el único adjetivo que se me ocurre a vuela pluma, es....... ¡¡¡¡¡¡Espectacular!!!!!.
Y como todo no es bajar y bajar, yendo sin disfrutar del entorno como los baúles en la baca del coche, tambien me he dedicado a observar y reflexionar -durante las paraditas que hacía a mitad de pista-, sobre algunas cosas.
1.- En general, y desde hace un tiempo, he corroborado que prima la velocidad bajando las pistas, sobre cualquier otra forma de esquiar. Curvas muy amplias, muy rápidas, y con uso mínimo de los bastones, como sobre raíles. Será cosa del carving, digo yo. A mí, que desde siempre, me gusta hacer curvas de distinto radio, principalmente combinando las de radio medio con las de radio corto, el ver bajar a bastante velocidad -casi en “chus”-, me produce un cierto desasosiego. Con ello, no quiero – ni es mi intención en forma alguna-, menospreciar y criticar la forma de esquiar de los que así lo hacen. Simplemente es que a mí no me satisface, o simplemente, que me dá miedo.
2.- Otra cosa que llevo observando desde hace un tiempo, es que cada vez se esquía con los pies más juntos, dejando atrás la base teórica del carving de separarlos. Yo, que comencé a esquiar allá por 1959, en pura técnica wedeln -y así durante muchos años-, ahora me están nuevamente “destrozando” todos los esquemas. Cuando comenzó el carving, me apunté como el primero a la nueva técnica. Nadie sabe lo que me costó olvidar lo sabido y aprender a deslizar con las piernas separadas y conducir los giros. Lo conseguí, a medias, a base de sudor y lágrimas. Ahora va a resultar que lo último es volver a juntarlas, o sea, que si quiero estar a la última, tengo que regresar a mis “ancestros”. Así sea.
3.- Por último, he vuelto a confirmar lo importante que es estar en una buena forma física. Desde que me jubilé -hace tres años-, voy al gimnasio todos los días del año durante dos horas. La consecuencia es que me encuentro en un estado de forma óptimo, casi mejor que cuando tenía 30 años. He esquiado durante 6 días seguidos, a razón de 5 a 6 horas diarias, sin sentir el cansancio más allá de lo normal. Eso sí, calentando previamente antes de la primera bajada, y haciendo estiramientos nada más dejar los esquís, a parte de “alimentar” convenientemente y regularmente a los músculos durante la jornada a base de barritas energéticas, y de estar siempre hidratado. Vamos, que me he encontrado como un chaval.
Bueno, perdonad por la “batallita”, pero los abuelos somos así. En compensación, os dejo unas fotografías tomadas en distintos días.
Con este "look retro" me veréis por las pistas.
CADA DÍA QUE SUBO A ESQUIAR, NO ME OLVIDO DE IR ACOMPAÑADO POR LA PRUDENCIA.
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