Resulta que en la época de Franco a la gente de Madrid. con el Príncipe, su sucesor, a la cabeza, le dió por esquiar como una moda y elgieron S. nevada para sus diversiones.
En cabeza el sátiro del yerno que operaba a distancia y a corazón abierto desde las pistas de sierra nevada, le seguía la iglesia con el franciscano "fashion" sentado junto al trono, o mejor dicho en la mesa del trono. Ya se sabe, en españa, el Trono y el Altar siempre juntos.
Luego el poder económico con los banqueros que financiaban al dictador: los Fierro, asturianos y los March, mallorquines. Por cierto con sus hijos casados (Alfonso y Marita) y aficionados a esquiar.
El poder industrial de entonces, con la familia Barreiros. gallega, tan querida por el Dictador en sus calditos gallegos, sus motores diesel para camiones del ejército y sus ojeos de perdices en su esplendororsa finca de la Mancha, camino de las nieves de sierra nevada.
La industria del cuerno (la del toro bravo,claro, que de la otra también había conspiscuos representantes) también estaba representaba por los Flores Romano y por los Domecq, esto últimos además de ganaderos, bodegueros.
La nobleza también venía, aunque solía quitarse de enmedio cuando llegaba el Borbón. Eran los Infantado o los Arjillo, estos últiomos jienenses emparentados con el gallego culón.
La prensa rosa también estaba, con Isabel Presley y sus amigas, como una conservera que aún se conserva muy bien, como todas ellas, gracias al botox, al lifting y al poco trabajo.
Y más y más. Todos ellos tenía parada en sus estupendos aposentos de s.N. y fonda en el cunini, lo que es hoy Hnos Pedraza.
Entonces los nativos de s. Nevada, se peleaban por hacer de alzacolas y reirle las gracias a tamaña farándula y pensaron, los más listos de ellos (no muy listos pues no habían visto la pelicula de Bienvenido Mr Marshall) que podría sacarle los cuartos a alguno de ellos y los embaucaron con proyectos de estaciones de invierno y con inversiones de rentabilidad fabulosa.
La fortuna de los Fierro la manejaban dos hermanos: Arturo y Alfonso, más una legión de primos, parientes y paisanos, que hacían de este grupo no sólo un grupo financiero sino un poderoso grupo industrial, siempre amparado, claro está, en la utilización de canales privilegiados, monopolios y prebendas exclusivas.
Y convencieron a Alfonso, que no a Arturo, de que comprar esos terrenitos allí por la hoya de S. Juan era una estupenda inversión. Claro que no tenían acceso, pero eso ya se arreglaría por decreto del dictador, colindaban con terrenos de propios de Güejar sierra, pero ya se apañarían esos catetos cuando el jefe local del movimiento les llamara al orden.
A Arturo, el banquero, la cosa no le gustaba. Pero como a los hijos de su hermano Alfonso, el industrial, "les gustaba tanto la sierra" pues dado el precio barato de la adquisición no pasaba nada, y lo mismo algún día esos dineritos dejaban una renta o mejor una plus valía.
A las migajas de la inversión se acercaron de inmediato arquitectos de postín o de menos postín, todos "trabajando para el obispo" como suele hacerse en esta profesión donde se hacen diseños, anteproyectos y cálculos gratis et amore pensando en los enormes honorarios que cobrarían de realizarse el proyecto. Me refiero, claro está, a la parte secreta del proyecto en forma de bloques de apartamentos, adosados y demás, pues no creereis que estos tiburones se iban a contentar con las ganancias de la nieve sin especulcación inmobiliaria.
Los nativos, los más afortunados, ya tendrían la vida resuelta bajo el paraguas de esa oligarquía esquiadora.NO tendrían que hacer de profesores, de cetursos, o montar un bar en la sierra.
Pero como dicen en Cuba: "llegó el Comandante y mandó parar". Pues aquí las "diñó el Tunante y se mandó parar".
Esa corte de los Milagros desapareció de Sierra Nevada. O dejó el esquí, o se fué a otros sitios. Arturo regañó a Alfonso por gastar calderilla en s. nevada. El Marqués jugaba el póker de fiado en Pradollano.Los Barreiros se dedicaron a sus operaciones nécora, los bodegores y ganaderos esperando que la Junta los subvencione o los expropie y la nobleza esperando que Felipe VI cree una corte como la de su antecesor Luis XIV.
Las glamourosas, estiradas y adoradas como el brazo de Santa Teresa ya no esquian porque las articulaciones no mienten y los arquitectos buscan proyectos para hacer viviendas protegidas.
Y este es el cuento de la lechera.Se rompió la cántara y llegó la Junta