Enviado: 26-12-2009 21:07
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Los Andes... Hacía tiempo que había soñado con esa cordillera. Y después de escalar el monte Elbrus en los Cáucasos este verano, me decidí a probar suerte en alguno de los colosos andinos. Buscaba altitud extrema, por lo que todas las miradas se posaron en Aconcagua. Pero francamente no me apetecía otra montaña comercial, llena de expediciones. Y existe otra montaña en Andes, de altura similar al centinela de piedra, y totalmente aislada y solitaria; el nevado Ojos del Salado (6.934 m, III Región, sector andino de Atacama, Chile. Volcán más alto de la Tierra). Ubicado en el corazón del desierto de Atacama , en esta zona los Andes no forman un cordón montañoso, sino que se elevan sobre un altiplano enrome a unos 4.500 m de altitud del que emergen, aislados y solitarios, enormes volcanes. Es un paisaje diferente, sin duda. Pero esta montaña guarda a fuego su reputación...
Hay varios factores a tener en cuenta en el Ojos antes de acometer su ascenso. El primero, es un zona de bajas presiones a nivel de la troposfera sobre el desierto de Atacama y Andes centrales, que hace reducir la presión parcial del oxígeno y por tanto, reducir un poco más su disponibilidad, haciendo que los grandes seismiles de esta zona se comporten como pequeños sietemiles a efectos de oxígeno disponible. Asimismo, la ausencia de vegetación en cientos de kilómetros a la redonda que emita un mínimo de oxígeno a la atmósfera agudiza mucho este efecto. Es la llamada “puna” del Atacama, que se hará notar con fuerza en nuestras cabezas... Otro factor es la extrema aridez del entorno (el Atacama es la región más árida de la Tierra), que pasará factura en nuestras gargantas y mucosas. Aquí es necesario beber de 4 a 6 litros de líquido al día pues te deshidratas con el simple hecho de respirar. Por último, y en consecuencia de este segundo factor, el agua para consumo no existe en toda la expedición, a excepción de los últimos días donde cogerla de campos de penitentes y viejos neveros, pues estos colosos presentan muy poca nieve fuera de su época invernal (incluso ahora, en primavera austral que es cuando yo fui, tan sólo encontrabas neveros en las partes altas. Es extraño ver estos montañones de más de seismil metros desprovistos de nieve...). Este hecho hace que se deban transportar toda el agua desde el inicio de la expedición, acortándose por tanto los días de la misma por simples problemas logísticos. Si para Aconcagua se suelen emplear de 15 a 20 días para su ascenso, o en cualquier ochomil unas tres semanas para alcanzar la cota 7.000 m, en el Ojos del Salado deberemos hacer el ataque a la cumbre en tan sólo 10 días. Aquí el período de aclimatación se reduce bastante y se reducen, por tanto, las probabilidades de conseguir la cima, al tiempo que se elevan las opciones de sufrir algún episodio agudo de mal de altura que pueda generar, en última instancia, un edema cerebral o pulmonar. Aquí uno se prepara a conciencia para lo que viene y, si el cuerpo aguanta el envite, tal vez consigas la cima.
Pero en eso no pensamos cuando, tras haber volado desde Santiago de Chile a Copiapó, haber revisado nuestros equipos y habernos conocido todos, partimos al día siguiente rumbo a Valle Chico, a 3.000 m de altura, donde montaríamos nuestro primer campo...
Día 1
Nada más salir de Copiapó, nos adentramos en las áridas planicies del Atacama, disponiéndonos a no ver a nadie más que a nuestro grupo en muchos días. Copiapó es el lugar habitado más cercano al Ojos, y se encuentra a casi 300 kilómetros de su base...
Para llegar a la base del Ojos deberemos hacerlo en vehículos 4x4, hasta los 5.200 m en que se localiza en campo base Atacama. Lógicamente, habrá que ir parando a distintas cotas y realizando caminatas de aclimatación, por lo que en vez de estar subiendo y bajando todo los días por el mismo sitio como se haría en otra montaña, aquí iremos cruzando el desierto de Atacama y realizando ascensiones a diferentes picos, hasta llegar a la base de la montaña. Una tipología de ascenso distinta pero a mi parecer, mucho más amena.
A medio día llegamos a Valle Chico donde, la presencia de un poco de agua es capaz de generar un bonito vergel rodeado de la más cruda aridez...
Allí pasamos nuestra primera noche en altura, con temperaturas aún bastante buenas...
Día 2
Al día siguiente nos dimos un paseo por los alrededores y subimos a un pico de 3.500 m, desde el que pudimos contemplar las tonalidades cromáticas del Atacama y como, paulatinamente, las llanuras altiplánicas comenzaban a ganar altura...
Descanso y fotos en cumbre, e iniciamos un vertiginoso y divertido descenso por las pedreras...
Al llegar al campamento, recogimos el material, cargamos las camionetas y nos dirigimos rumbo a nuestro siguiente campo; la laguna Santa Rosa (3.700 m). De camino, tras cruzar el paso del Inca, dimos vistas a la laguna aún lejana y al nevado Tres Cruces, de 6.749 m. “Qué poca nieve hay”, pensé. No parece que esa montaña tenga la altura que tiene... Pero aquí todos los cerros tienes dimensiones descomunales, y sólo te das cuenta de ello cuando comienzas a subirlos...
Un poco más de camino, y llegamos a la hermosa laguna en la que anidan, como si se tratase de un pequeño paraíso en mitad del desierto, flamencos andinos...
Y allí, al fondo, el Cerro Ocho Patos, de 4.890 m, que subiremos al día siguiente, para seguir con nuestro proceso de aclimatación (es el de forma más piramidal). A simple vista parece una loma que se subiera en una hora, pero nos costaría más de cuatro horas conseguir su cumbre...
Atardece...
Y una vez que se pone el sol, poco hay que hacer más que irse a la cama... (bueno, al saco) Y ya aquí, en la laguna Santa Rosa, a tan sólo 3.700 m de altitud, comenzaremos a notar un curioso dolor de cabeza al levantarnos por la mañana. A partir de aquí ya hay que hacer todos los movimientos con tranquilidad, lentamente. Me sorprende sentirme así a tan poca altura, y es cuando empiezo a comprender eso que llaman “la puna” del Atacama...
Día 3
Este día nos levantamos un poco más temprano, pues tenemos pensado subir al Ocho Patos (4.890 m), y el viento en el Atacama es implacable. Aunque evidentemente en las fotos no se aprecia, todos los días a media mañana se levantaba un fuerte viento que nos acompañaba todo el día hasta entrada la noche en que volvía a calmarse un poco. Día tras día, segundo tras segundo, el viento nos azotaba y nos machaba poco a poco, de ahí el interés de hacer estas marchas de aclimatación temprano en la mañana, para que el viento nos pillara llegando a cumbre y en la bajada...
Comenzamos el ascenso, y en la arista que llega a la cumbre comenzamos a tener estas hermosas vistas de la zona de la laguna y los demás nevados de la zona...
Desde la cima, contemplamos como el salar que acompaña a la laguna, el Salar Maricunga, se extiende muchos kilómetros más de los que éramos capaces de ver desde la laguna...
En la siguiente foto, mi compañero de grupo Mark, estadounidense, quien junto a Arné, compañero alemán, y nuestro guía Rodney, formábamos el grupo “internacional”. Habíamos coincidido además con otro grupo de italianos que iban con nuestro mismo programa de ascenso, con quienes compartíamos los campamentos (cocina, carpa comedor, material, etc.) Mark, que era el mayor de todos, contaba en su haber con incontables seismiles a lo largo de todos los andes, junto con McKinley, Vinson, Everest... Todo un viejo montañero con una experiencia y una fortaleza admirable...
Bajando, ya con un viento impresionante con rachas que casi nos tiraban al suelo, comenzó a formarse un formidable hongo sobre la zona de la laguna y el nevado Tres Cruces. Si se me permite la licencia, era una especie de cúmulo lenticular que giraba en torno a su centro e iba engullendo las nubes que llegaban hasta él arrastradas por los fuertes vientos del oeste... Era algo impresionante...
A veces, en uno de los giros del enorme hongo, el sol pasaba a través de algún hueco iluminando las orillas opuestas de la laguna...
Y poco más; el día estaba echado.
Día 4
Este día nos levantamos, recogimos el campamento y nos dirigimos rumbo a Laguna Verde, a 4.350 m, otro duro reto para nuestra cabeza en las largas noches que estábamos pasando... De camino, la laguna Santa Rosa vista desde otra perspectiva, con el Ocho Patos (4.890 m) al fondo...
Y vuelta a las camionetas, avanzando sin cesar por el Atacama...
Hasta llegar, ante nuestro asombro, al río Lamas, que fluye con fuerza desde los altos páramos que sustentan al nevado Tres Cruces...
Seguimos en dirección a Laguna Verde, cruzando un desierto cada vez más frío y árido, del que comenzaban a emerger los grandes seismiles de la zona...
Hasta que apreció ante nosotros el Ojos del Salado (6.934 m), indicado perfectamente por las señales de la “carretera” que cruza el Atacama...
Qué poca nieve presentaba el coloso volcánico también... Y eso, como vería más tarde, no era muy buena noticia... Pero allí estaba, al fin, ante nosotros, el objetivo por el que había venido a los Andes. El volcán más alto de la Tierra descansaba, imponente e imperturbable, sobre el frío altiplano del Atacama dominando a los demás nevados de la zona. Su visión era espectacular...
(nótese el constante y fuerte viento en la chaqueta y en mi posición ligeramente inclinada... )
Pero el Ojos aún debería esperar... Seguimos nuestro camino hacia Laguna Verde, la cual apareció de repente tras una curva con su característico color turquesa...
El fuerte oleaje que se observa, y que mece sin cesar las aguas termales de esta laguna, se debe al viento helado que sopla día sí y día también en este lugar...
Tanto las aguas de esta laguna como las de la laguna Santa Rosa son saladas, por lo que no son aptas para consumo humano o animal...
Cae la tarde, y después de cenar todos nos vamos a dormir (bueno, al menos a intentarlo...)
Día 5
Buff, qué dolor de cabeza... Al dormir, nuestro ritmo cardíaco y respiratorio disminuye, por lo que el cerebro es regado con menos oxígeno aún, y al levantarte, una espesa masa densa y consistente, como si fuera una curiosa resaca, acompaña cada movimiento de tu cabeza golpeando fuerte en la frente al ritmo de tu pulso, cada vez que te mueves... Yo no tomaría aún analgésicos, pues debía acostumbrar mi cuerpo a este dolor o si no, en los siguientes campos de altura sería insoportable. Dormir la cuarta noche a 4.350 m, y bajo el aplomo de la puna, iba a pasar factura en nuestras cabezas. Por mi parte, desde esta noche iba a tener dolores continuos por la noche y al despertar, que los calmaba bebiendo mucho líquido y comiendo abundantemente en el desayuno... Y es curioso porque en Elbrus, durmiendo a 3.700 m y 4.050 m, no tuve ningún problema. Cuando preguntabas a alguno de los guías, su repuesta era siempre la misma: la puna del Atacama. Y en verdad que se hace notar... A partir de aquí, la obsesión por beber líquido iría en aumento, y te pasabas el día bebiendo lo que fuera, para intentar aplacar la sequedad de mucosas y el dolor de cabeza... Aquí la altura se nota más que en cordilleras más húmedas, como la Blanca en Perú o la Real en Bolivia, o en cotas similares en Pamir o Himalaya. Francamente, es un ambiente bastante duro.
Hoy tocaba día de descanso, por lo que me fui con mis dos compañeros de grupo, Mark y Arne, a dar una vuelta por la laguna. El viento era fortísimo...
El resto del día pasó lento, cada uno descansando como podía y ocupando su tiempo en lo que fuera, pues el fuerte viento no dejaba hacer mucho fuera de las tiendas...
Día 6
Este día nos levantamos temprano y nos dispusimos a alcanzar la cota 5.500 m en las faldas del cerro Mulas Muertas, de 5.897 m. No iríamos a la cima por no realizar un desgate excesivo (más de 1.500 m de desnivel trabajando ya a esa cota, además de encontrarse muy lejos debido a que la cumbre se encuentra en el extremo opuesto de un enorme plató cimero), ni porque el viento estaba aquellos días totalmente intratable. Viento muy fuerte. Y no a rachas, sino viento continuo... Viento, viento, siempre viento... Pero las vistas de la laguna merecieron la pena (fotos: en las faldas del Mulas Muertas, a 5.500 m)
(detrás de mí, los nevados El Fraile [6.060 m], a la derecha, e Incahuasi [6.638 m] a la izquierda)
Y para abajo camino de la laguna que el viento nos estaba destrozando...
El resto de la tarde la pasé descansando tras unas rocas que me resguardaban un poco del viento. Aquí tenéis una visión del campo de Laguna Verde...
(obsérvese que estoy con el termo... Siempre bebiendo. De verdad gente que aquí, entre la puna y la aridez del entorno, hay que beber mucho líquido...)
Y como siempre, tras cenar a eso de las 18:30-19:00, el sol se ocultaba y poco era lo que se podía hacer fuera del saco. Otra larga noche esperaba...
Día 7
El dolor de cabeza no remite al despertar aunque pasen los días, aunque me siento muy bien después de desayunar e hidratarme bien. Todo marcha bien, por ahora. Este día lo dedicamos a recoger el campamento y ponernos rumbos al verdadero objetivo de esta expedición; ¡al fin nos dirigimos hacia la base del Ojos! El campo Atacama, a 5.200 m de altitud, nos espera...
Este día amaneció con un poco menos de viento, dejando una laguna de aguas calmas como no habíamos conocido en los días anteriores...
Rápidamente, nos pusimos en marcha, y tras desayunar, recoger el campamento y cargar las camionetas, volvimos de nuevo a los áridos páramos del Atacama en dirección al Ojos del Salado...
En la siguiente imagen os detallo la vía de ascenso del Ojos. Como se observa, el día de ataque son 1.100 m de desnivel desde el campo Tejos hasta la cumbre por pendientes brutales, cruzando un enorme nevero y encarando una larga travesía hasta la entrada al cráter, una de vez dentro del cual hay que bordearlo por su izquierda hasta llegar a la base del muro de roca que defiende la cima...
A ver hasta dónde llegarían mis fuerzas...
En la siguiente foto se observa el cerro El Muerto, de 6.488 m, toda una duna de arena y cenizas de más de seismil metros. Debe ser durillo su ascenso...
Y nosotros, a lo nuestro...
Unos kilómetros antes de llegar a Atacama, nos bajamos de los vehículos y recorrimos el camino a pie, en un “intento” de mejorar un poco nuestra aclimatación para esa noche...
Y al poco tiempo, llegamos al campo Atacama, a 5.200 m de altitud...
Allí arriba, tras las lomas que defienden el campo Tejos (5.830 m) se eleva la cima del Ojos del Salado (6.934 m). Desde aquí, más de 1.700 m de desnivel nos distan de ella...
Qué cerca se ve... Cómo engañan estos enormes montañones...
Rápidamente, pues el viento no hacía más que empeorar, empezamos a levantar las tiendas en las corraletas existentes que, como veréis, estaban llenas de arena fina. Todo un paisaje curioso, sin duda...
Y viento, mucho viento...
Pero el día no daría para más, así que después de cenar, y cuando el sol se hubo ocultado, notamos con fuerza el brusco descenso de temperatura de estar 1.000 m más arriba que en nuestro anterior campo... Un frío bestial recorría el campo Atacama cada vez que el sol dejaba de bañarnos con su luz, a la vez que el viento hacía descender mucho la sensación térmica... No había más que hacer que estar dentro del saco, e intentar descansar... Esta era nuestra primera noche a de 5.200 m; a ver qué tal se daba...
Día 8
Mala. No, peor. Una noche horrible nos acompañó a todos, incluidos los guías, en nuestro primer contacto con el campo Atacama. Además, la aridez de entorno se hizo notar muchísimo y amanecimos casi todos con las gargantas arrasadas. Y al incorporarte en el saco, para empezar a vestirte, el terrible dolor de cabeza acompasando cada movimiento de mi cuerpo, cada pulso de mi acelerado corazón... Qué mal momento ese de levantarse, y salir de la tienda. Aquí, cualquier movimiento costaba mucho, cualquier desplazamiento, cualquier suave pendiente del terreno parecía una cuesta enorme. Aquí la puna era una losa que caía a plomo sobre nuestras cabezas... Pero todo mejoraba después de desayunar y beber mucho líquido. Beber, beber, beber... Siempre igual, son las leyes del Atacama.
Esta mañana, una persona de la organización, que había estado ya dos veces en la cima del Aconcagua, junto con dos de los compañeros italianos, tuvieron que ser evacuados a Copiapó al presentar unos niveles de saturación de oxígeno en sangre muy bajos y un apunamiento bastante severo. De haber seguido en altura, habría desarrollado un principio de edema, por lo que se perderán el resto de expedición... Al mismo tiempo, dos suizos que se había dado la vuelta a 6.600 m por problemas de altura, tuvieron que ser rescatados y estabilizados con oxígeno en el campo base por encontrarse en las últimas. Ese fue el recibimiento que nos dio el Ojos en su base... Nos advertía, nos mostraba su cara más dura, para que fuéramos preparándonos para la batalla.
Después del desayuno nos preparamos para hacer el porteo de material y comida al campo de altura Tejos, a 5.830 m, en lo que se iba a convertir para mí en la mayor altura alcanzada hasta la fecha. Cargamos nuestras mochilas, preparamos el equipo, y nos pusimos en marcha...
Atravesando campos de penitentes...
Hasta llegar al campo Tejos...
Es un lujo, la verdad, contar con un refugio a esta altura... Tiene sitio para 6 camas y una habitación para uso como cocina, en la que también se puede dormir en el suelo.
Desde aquí, el Ojos parece un sueño al alcance de la mano. Pero que lejos está su cima...
Tras permanecer un rato en el refugio, pretendiendo aclimatar un poco, iniciamos de nuevo el descenso hacia el campo Atacama donde volveríamos a pasar esta noche...
Y de nuevo en el campo Atacama (5.200 m), donde cenamos y volvimos a nuestros sacos a intentar descansar todo lo posible, pues al día siguiente subiríamos al campo Tejos (5.830 m) para “dormir” allí e iniciar de madrugada el ataque definitivo al Ojos...
Día 9
Tras levantarnos (mal, como siempre. Esta noche tomé por primera y última vez un paracetamol, que por cierto, no me sirvió de nada...) y desayunar, volvimos a cargar nuestras mochilas con todo el equipo de cumbre y la comida necesaria, y emprendimos el ascenso hacia el campo Tejos. A mitad de camino, como es de rigor, un descanso...
Al llegar a Tejos, nos dirigimos a un campo de penitentes cercano, para coger todo el agua necesaria para ese día y el de cumbre. Habíamos subido garrafas vacías que ahora deberíamos llenar con el agua de deshielo...
(en la foto, mi compañero alemán, Arne)
Por la tarde, nuestro guía Rodney inició la ceremonia de ofrecimiento al Ojos del Salado, en la que ofreciendo a la tierra algunos de nuestros bienes, en este caso comida, pedía a los dioses de la montaña que nos dejaran morar por su cima, sin tener que pagar más precio que nuestro esfuerzo para alcanzarla. Pedía benevolencia al tiempo, y a la montaña. Después cada uno de nosotros hizo lo mismo, enunciando alguna ofrenda o petición, echándonos parte de la comida por encima como si fueran cenizas, y enterrando parte en la tierra...
Mientras tanto, el Ojos observaba altivo, a la vez que por El Muerto los cúmulos se marchaban furiosos, amenazantes...
Después de aquello, nos preparamos para cenar una sopa calentita, preparar bien todo el equipo, y meternos en nuestros sacos para intentar descansar todo lo posible, pues dormir sabíamos que nos iba a resultar difícil... Y por delante, nada menos que 1.100 m de desnivel por cotas a las que nunca antes había estado... Cada vez veía más lejana la opción de alcanzar la cima de esta montaña. El cuerpo recuerda la altura a la que ha estado con anterioridad, y aclimata antes y mejor a esas cotas. Lo que yo pretendía hacer suponía un duro reto que francamente, veía difícil de realizar. Pero no me obsesionaba la cumbre; con superar los 6.000 m y haber participado en esta magnífica expedición, me daba por satisfecho.
Madrugada del día 10
Son las 00:45 a.m. cuando suenan nuestros relojes y empezamos a preparar el “desayuno”. Hay que calentar agua, y eso llevará mucho tiempo... Tas comer lo que pudimos y preparar y revisar el quipo, sobre las 2:15 a.m. salimos para cumbre. La mayoría de los compañeros tomaron “cosas...”, fármacos para prevenir el edema y mejorar la aclimatación, aunque yo opté por una ración doble de galletas con membrillo que fue lo que “desayunamos” Si mi cuerpo no era capaz de aguantar por sí solo lo que se me venía encima, simplemente me daría la vuelta contento por el intento realizado.
Tenemos buena temperatura; -20º C, bajando la sensación térmica a -25º, -30º C cuando soplan rachas de viento. Esta temperatura nos acompañará toda la noche, subiendo a -15º C al salir el sol. Para estar a la altura que estamos y ser aún primavera austral, no nos podemos quejar...
Paradójicamente, hoy me he levantado sin dolor de cabeza, y sintiéndome muy bien, a diferencia del resto de mis compañeros. Pero, por el contrario, nada más empezar a caminar me siento muy cansado, y me cuesta mucho avanzar... “Joder, pienso, no me digas que me ha tocado estar mal el día de cumbre...” Pero parece que es así. A diferencia del resto de días, en los que iba muy fuerte, más que el resto de compañeros, hoy mis piernas no quieren responder completamente, y empiezo a sentirme muy cansado...
Comenzamos el ascenso atravesando dos campos de penitentes que nos harán sufrir un rato. Estos son de pequeña altura, unos 80-100 cm, por lo que la idea de una caída aquí, en un campo de afiladas agujas de hielo, es totalmente desaconsejada. Al salir de estos seguimos el avance por una enorme pala de tierra y piedras hasta llegar a la zona de zetas que asciende paralela al glaciar hasta alcanzar su parte superior. Qué duro se está haciendo esta parte tan empinada... Son varias las veces que pienso en volverme, o quedarme sentado hasta que el grupo de italianos que salió un poco por detrás de nosotros me pillen, pero entonces me digo, “ánimo, chaval, espera al menos a que amanezca; el sol te ayudará”. Sí, el sol. Ay que fijarse metas, establecer distancias a recorrer. Y yo he decidido esperar al sol. Después ya veré.
Y poco a poco, los cerros comienzan a iluminarse y el cielo adquiere un bello color anaranjado... Ya viene el sol...
(en primer plano el glaciar, y al fondo la sombra del Ojos)
Decidimos hacer un descanso una vez cruzado el glaciar, que lo bordeamos por arriba dando un poco más de vuelta ya que presentaba un aspecto poco deseable (hielo vivo y penitentes por todos lados... La escasez de nieve lo ha dejado impracticable)
Ya nos encontramos por encima de 6.500 m, y la altura se nota mucho. Además, el terreno no puede ser peor... Piedra suelta sobre arena y ceniza, el típico terreno en el que subes tres pasos y bajas uno. Y cada vez que resbalabas, caías hacia el suelo, te frenabas con la mano, y esa masa densa y compacta de tu cabeza chocaba contra tu frente, y el corazón se disparaba, y te levantabas y volvías a subir, tanteando el terreno, y al hacer el impulso, la bota que vuelve a resbalar, el esfuerzo para no caer, un traspiés rápido, y el corazón que quiere volver a salirse del pecho... Y al levantar la vista, la enorme travesía que desde el glaciar, te da acceso al cráter del Ojos...
Qué dura se hizo esta parte... Entre 5.500 y 6.500 m iba cansado, es normal, pero por encima de 6.500 m no era más que un saco de músculos y huesos destrozados avanzando como mejor podía, resbalando en aquella pedrera infernal, respirando por la boca buscando el aire que faltaba, destrozándome la garganta sin darme cuenta... Pero me había planteado llegar al cráter como siguiente meta, y después ya vería que hacer. Poco a poco, resbalón tras resbalón, fui llegando, hasta alcanzar la entrada al mismo. Y desde allí, pude contemplar la cumbre casi al alcance de la mano...
Observando las fotos anteriores os daréis cuenta de las magnitudes de la montaña y de lo fuerte que pegaba ya la altura. Desde donde hice las fotografías, hasta la cima, bordeando el cráter congelado por su izquierda, tardaría más de dos horas... Aquí ya dabas unos cuantos pasos y te parabas a respirar, muchas veces, pensando cómo sería posible no poder avanzar en un terreno de tan poca pendiente. Pero nos encontramos cercanos a los 6.800 m, y el cansancio acumulado se notaba ya mucho... Hicimos un pequeño descanso a la entrada del cráter, para comer algo y beber, y pensar cada uno cómo se encontraba. Por delante nos esperaban los últimos metros de ascenso y el último gran bastión que defiende la cumbre del Ojos del Saldo: el muro de la torre oeste...
A diferencia del Aconcagua, el Ojos presenta un último paso técnico en su vía normal. Este es un muro sin mucha complicación técnica, que no pasa de III+, pero que al estar localizado a 6.900 m, hay que acometerlo con mucha decisión. Aquí no vale descuidar la respiración, la cabeza, las fuerzas. Una caída en este muro, a esta cota, supondría un compromiso muy serio...
Con decisión, seguimos hacia la base del muro dispuestos a conseguir la cumbre. Aquí, el nevado Tres Cruces desde la huella de contorno del cráter...
Estos últimos metros se harían eternos, pues se pasa a trepar por una zona de bloques que terminarían de machacarme... El cerro Vicuña (6.067 m) en un descanso...
Pero al fin llegué a la base del muro, en el que montamos cuerdas fijas y aprovechamos las viejas existentes...
Todos subieron encordados, aunque yo no lo vi necesario. Eso sí, dejé la mochila abajo y me subí el arnés para bajar más tarde asegurado. Había llegado la hora de la verdad; la cima del Ojos esperaba 30 metros más arriba... Me encaramé al muro, y comencé a escalarlo... Había buenos agarres por casi todos sitios, pero la escalada vertical hacía disparar mi corazón. Respirar hondo, respirar hondo... Aquí no puedo desfallecer ni siquiera por un segundo; voy sin cuerda. Supero la primera parte del muro y encaro otra un poco más peliaguda, en forma de placa...
Esta parte es un poco más técnica, con apoyos más distantes entre sí y bastante vertical, debiendo extremar la atención en cada moviendo, sin descuidar la respiración que atendiera a mi corazón que latía a muchas pulsaciones por minuto...
Pero cada vez que me siento más cerca de la cumbre mis fuerzas se renuevan. Me siento muy fuerte escalando el muro, y muy feliz. Poco a poco, metro a metro, la montaña va cediendo, y después de superar el muro accedo a la delgada arista cimera tras la cual, el horizonte se vuelve infinito y todos los días de expedición, todas las noches de insomnio, todos los momentos amargos, desaparecen para brindarte un espectáculo difícil de expresar con palabras... Al fin, tras muchas horas de durísimo ascenso, alcanzo la cima del nevado Ojos del Salado, a 6.934 m de altitud...
Ante mí, todo el basto desierto de Atacama congregando la mayor concentración de seismiles de los Andes. Y qué puedo decir...
El Muerto (6.488 m) en primer plano y al fondo a la derecha El Fraile (6.060 m) y el nevado Incahuasi (6.638 m)...
Vista del cráter desde la cima, el Mulas Muertas (5.897 m) y parte de Laguna Verde...
La quebrada del Ojos del Salado...
El cerro Vicuña (6.067 m)...
El nevado Tres Cruces (6.749 m), segundo pico más alto de Chile...
En primer plano mi dedo y al fondo el nevado Copiapó (6.052 m)...
Al fondo a la izquierda, el Monte Pissis (6.833 m), el segundo volcán más alto de la Tierra...
El Walther Penck (6.682 m) en primer plano y detrás a su izquierda el cerro Nacimientos (6.463 m)...
La segunda cumbre del Ojos (cumbre argentina)...
Y el cofre de cumbre, en el que registrarte si el viento lo permite al llegar a la cima. No había muchos, la verdad...
Os dejo aquí un enlace al vídeo de cumbre:
Tras pasar unos minutos en cumbre, toca comenzar el descenso, pues se adivina largo y duro... Mientras espero a que algunos compañeros desciendan la arista y el muro, echo un último vistazo hacia el cráter, con el cerro El Muerto y Laguna Verde de fondo...
Mientras, me coloqué el arnés y con una cinta express hice un nudo machard simple como autobloqueante en caso de caída. Mis compañeros seguían bajando...
Llegado mi turno, destrepé el muro sin problemas, liberando poco a poco el nudo a medida que iba descendiendo. Muchos de mis compañeros utilizaron un descensor. Y una vez en la base, recogí mi mochila y empecé contento el descenso, sabiendo que la cumbre estaba ya conseguida... Pero al dar unos pocos pasos, y ver que seguía cansándome mucho incluso descendiendo, faltándome el oxígeno, supe que iba a ser un descenso muy largo...
Vista del pequeño glaciar del cráter...
Hicimos una parada a la salida del cráter, en el mismo sitio donde paramos en el ascenso, para recuperar un poco las fuerzas y beber algo antes de salir del cráter y encarar las fortísimas pendientes del Ojos camino del campo Tejos...
A partir de aquí, mis piernas, ya apenas sin fuerzas, eran incapaces de frenarme cada vez que me escurría y, resbalón tras resbalón, iba cayendo al suelo en caídas más o menos aparatosas pero que me resultaban muy cómodas, pues te sentabas por un momento y descansabas...
No sé cuántas veces me caí;casi parecía absurdo. Pero la pendiente y la piedra suelta eran una combinación letal yendo tan cansado...
Allá abajo, a la derecha en la foto anterior, se observa, minúsculo, el campo Tejos (5.830 m) del que deberíamos recoger el equipo y proseguir el descenso hasta el campo Atacama (5.200 m), acumulando un desnivel desde la cumbre de más de 1.700 m de descenso... Qué duro se hizo...
(en la foto, otro compañero en el suelo )
Pero todo se hace, y poco a poco, metro a metro, caída tras caída, llegamos a Tejos, recogimos el material, y proseguimos el descenso hasta el campo Atacama donde nos esperaba una suculenta cena y en principio, una noche en la que descansar...
Día 11
Habiendo descansado lo justo, nos levantamos dispuestos a recoger el campamento y largarnos a la costa, a Bahía Inglesa, a comer buen marisco y descansar a 0 metros sobre el nivel del mar... Antes de marcharnos, nos hicimos una foto de grupo, contentos por haber alcanzado todos el objetivo de esta expedición...
Por delante, muchos kilómetros de desierto, rumbo al Pacífico...
Y poco a poco, el Ojos del Salado va quedando atrás...
Agradecer a mis compañeros de expedición, Mark, Arne y Rodney todo el apoyo y la buena compañía que me brindaron. Fueron unos días magníficos que difícilmente olvidaré. Un abrazo muy fuerte. Otro abrazo para todo el personal de la organización que se portó de manera excepcional (Gonzalo, Fernando, Alejandro, Pato, Germán, Tobías).
Agradecer también a María y Alberto por los meses de entrenamiento y preparación; un abrazo muy fuerte, majos.
Y por supuesto, un saludo a todos. Espero que os haya gustado.
Hasta pronto.
Enviado: 26-12-2009 22:29
Registrado: 19 años antes
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Enhorabuena Miguel por esa cumbre, esa narración y esa aventura. Un reportaje excepcional que lo has narrado de una forma que has transmitido lo sentido y vivido. A mi me ha dolido la cabeza, he pasado sed y he estado a punto de no llegar a la cima. Sientete satisfecho y otra cima más en el bolsillo, sigue así.
Curioso lugar inhospito y duro
Enviado: 27-12-2009 00:08
Registrado: 16 años antes
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Bueno apunto.....mi destino no era El Nevado Ojos del Salado.....Atacama,Valle de la Muerte,Valle de la Luna,Lagunas Miscanti,Géiseres del Tatio,Salar de Uyuni,Volcan Isluga,Salar de Surire.............y toda esa zona tan mágica y bella quizás el próximo verano si mi rodilla lo permite
Enviado: 27-12-2009 05:06
Registrado: 17 años antes
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Espectacular la zona ¡Que desolación!
Las fotos preciosas toas
El relato y las sensaciones que lo acompañan , mejor que una película
Me alegro un monton por esa expedición y por esa cumbre y por el esfuerzo
Saludos Jorge
Enviado: 27-12-2009 10:14 Moderador
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no sé si lo habrás oído o no, pero al llegar a la cima no he podido parar de apludir , estaba en ascuas , lo que he disfrutado leyéndelo
Enhorabuena campeón y vaya forma de acabar el año
Enviado: 27-12-2009 13:32
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Pedro S., gracias por tus palabras. Y sí, es desolación lo que hay por allí, y muy bella A ver cuando nos volvemos a ver por aquí nosotos, y os sigo aburriendo con historias inventadas del Atacama... Un saludo.
El Niño, me alegra que te gustaran las fotos. El lugar es, cuando menos, diferente... Nos vemos!
Pelitre, gracias por tus palabras. Siento no haber podido ir hoy con vosotros, pero a ver si en enero nos vemos y echamos un buen día Hasta pronto!
Sanjuu, me alegra que te gustara. Increíble lugar, sin duda Nos vemos!
Viejolobo, me alegra haber podido transmitir, aunque sea en palabras, las sensaciones que tuve por allí. Cuando has dicho que te ha dolido la cabeza, y que has pasado sed conmigo, me he sentido satisfecho, pues pensaba que tanto texto en un repor iba a ser un poco pesado... Me alegra que te gustara y gracias por esas palabras Un abrazo y hasta pronto.
Chamado, me alegra que te gustara y gracias por tus palabras Para mear, por la noche, dentro de la tienda en una botella... Y el día de cumbre, si te soy sincero, no recuerdo haber meado en ningún momento Supongo que en esas condiciones el cuerpo no desecha ná de ná Nos vemos!
arillo, fue un buen viaje, sin duda. Y da igual la altura de la montaña que subas, siempre que sepas disfrutar de la experiencia y apreciar la esencia de la montaña. Y fíjate, con lo cerca que lo tengo y nunca he estado en el Trevenque!! A ver si nos conocemos algún día por ahí. Un abrazo.
Merce, gracias por tus palabras Y si tienes la oportunidad de ir al Atacama, aunque no se ha escalar ninguna montaña, no lo dudes pues el lugar es alucinante Otro gran saludo desde tierras jiennenses!
Salino, gracias por esas palabras, me alegra que te gustara. Ahora, a recuperarse pronto y a ver si nos conocemos algún día por ahí! Nos vemos.
paulgranada, sí que salió largo el repor, sí... Pero bueno, el que quiera texto que se aplique y el que no, a ver fotos Respecto a las crowuetas de pulpo, en cuanto "organices" algo Un abrazo máquina, y de enero no pasa que nos veamos
meta, me alegra que lo leyeras entero, que vaya ladrillo os solté La bota la eché en falta, pero llevábamos vino chileno, que está bastante bueno por cierto, y brindamos a la vuelta, por supuesto Gracias por tus palabras, me alegra que te gustara el repor. Nos vemos pronto!
f.jorge, me alegra que el repor te transmitiera emociones Ahora a inventarnos una salida y te las transmito yo en directo con unas buenas cervezas Un abrazo muy fuerte y hasta pronto.
Jalube, siento haberte agotado... Me alegra que te gustara. El lugar sin duda lo merece. Nos vemos!
Angel HM, Ya decía yo que se escuchaba algo por el este... Genial si te ha gustado, gracias por esas palabras. Y como bien dices, ha sido una buena forma de acabar el año, sin duda... Nos vemos!
delapresa, si lo he conseguido ha sido gracias a los trepaeros que nos pegamos en el espolón de la caldera, eso sin duda Al final sí que cayó la cima, sí. A ver para cuándo la siguiente kedada y lo celebramos; prometo seguir tu ejemplo a la hora de elegir cuántas cervezas echar Un abrazo muy fuerte!
Enviado: 27-12-2009 20:44
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¡¡¡¡¡¡¡¡ENHORABUENA MIGUEL!!!!!!!!!!
Me he ido de comida y al regreso he terminado de ver el repor, simplemente .........GENIAL......... En serio, muy bien transmitido, he tenido sed, dolor de cabeza,, incluso he sentido "la puna", he disfrutado con tu narracion y tus fotos.
Gracias por compartir las vivencias y las fotos, es un montañon de cohones.
Enviado: 28-12-2009 00:05
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Me ha encantado, Miguel.
He disfrutado como pocas veces con tu relato.
He sentido el cansancio y la falta de aire, las piernas pesadas y la cabeza parca por la altura. He notado el frío intenso y he sentido ganas de descender, de dejar la cumbre atrás, y finalmente he sentido el ánimo que hace mover las piernas y lo he disfrutado. He disfrutado realmente la cumbre mientras leía el relato y veía las fotos. Me ha encantado.
Enhorabuena.
Enviado: 28-12-2009 08:48
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MIguel que te voy a decir... estoy muy contento de que todo haya ido tan bien y lo hayas disfrutado así!!! un fuerte abrazo y ya em contarás en persona que tengas unas buenas vacaciones por aquí y sobre todo te recuperes y descanses!!!!! FELICIDADES
Enviado: 28-12-2009 09:13
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Miguel,este reportaje lo he leido despacito y lo he saboreado como pocos,te lo aseguro.
Lo has relatado tan bien que has conseguido que pasara un poco de la angustia que pasaste tu,he pasado sed,frío y se ma ha acelerado hasta el corazón.
Menuda zona aspera y dura.nunca hay que desestimar estas montañas "anónimas" ya que creo que son mucho más duras que otras mas "comerciales"
Mi más sincera enhorabuena,porque me has hecho pasar un buen rato.
Ea a seguir escalando y contandolo.
Un saludo majeton
Enviado: 28-12-2009 10:04
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Que bueno!!! Gran elección la montaña, te has ido a un montañon y encima no había ni el tato. El paisaje espectacular, se hace raro ver tanta altura y tan poca nieve. Los contrastes del desierto son alucinantes. Lo has narrado muy bien, a pesar de la extensión del relato y las fotos no se hace para nada pesado y además como ya te han dicho me has hecho pasar sed, cansancio y muuucho dolor de cabeza . Menudas pedreras y a que altura
Felicidades, llevas 2 actividades muy potentes en muy poco tiempo