La nieve polvo ha pasado a mejor vida en la mayoría de las pistas y se acumula, muy esporádicamente, en las cotas más altas de las estaciones. "Hemos tenido nieve primavera durante toda una semana, pero la noche del lunes nevó y pudimos disfrutar de nieve polvo, aunque en las zonas más altas de la estación", comentaba Jaime Río, responsable de comunicación de Cerler. La estación del Valle de Benasque presenta las mayores alturas del conjunto de pistas aragonesas y, pese a ello, no se libra de la complicada nieve primavera ni de la metamorfosis que sufre diariamente. La subida de las temperaturas, con valores superiores a los cero grados durante buena parte del día, provocan el deshielo de la nieve.
"Lo normal es que haya nevadas aún en estas fechas, pero el calor del día funda la nieve y la convierta en agua", señala Gabriel Mur, director adjunto de la estación de Cerler. Por la noche, el efecto se invierte y la nieve se congela y se endurece. Con la salida del sol, el proceso se repite. Este tipo de nieve es la denominada primavera.
Esquiar en esta clase de condiciones no es nada sencillo, sobre todo para un esquiador novel. "La nieve más blanda es más fácil de atacar para un esquiador, y esa se encuentra pasado el mediodía", afirma Cándido Sáez, monitor del Candanchú Esquí Club. Conforme el día avanza, "la nieve se va cargando cada vez con más agua, con lo que el esquí desliza menos y se queda calvado", comenta Mur. Este tipo de nieve se denomina en el argot como "sopaza". La nieve húmeda es más pesada y lenta, incómoda para un esquiador con cierto nivel. "Ahora la mejor nieve se encuentra a primera hora de la mañana. Está más dura y, además, recién pisada por las máquinas", concluye Mur. Algo que confirma Sáez. "Sin duda, el esquiador disfruta más con la nieve dura, ya que le permite deslizarse mejor". Si para los esquiadores, la nieve húmeda, más blanda, puede resultar incómoda, no lo es tanto para los amantes del snowboard. "La tabla desliza mejor sobre una superficie con agua, ya que tiene una superficie mayor", explica Gabriel Mur.
Incertidumbre fuera de pistas
Esta metamorfosis de la nieve afecta de la misma manera al resto del manto nivoso de las montañas. "El peligro aumenta en primavera al esquiar fuera de pistas. La nieve cambia igual, pero con el inconveniente de no estar tratada, pisada y acondicionada", advierte Cándido Sáez. Además de la aparición de placas de hielo, otro de los riesgos es la mayor posibilidad de avalanchas. La nieve, al estar más húmeda, tiene riesgo de desprenderse de las cornisas de las montañas debido a la lluvia o a la elevación de las temperaturas. "Son avalanchas más pesadas, y por tanto, más lentas", que las que se dan en otras épocas del año, aunque se desplazan con una fuerza considerable.
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