Por aquel entonces, el mayor de la saga de los Fernández Ochoa -eran ochos hermanos y todos practicaron el esquí en algún momento de sus vidas- llevaba seis años desarrollando la labor de asesor de la estación granadina. Paquito, con su optimismo de siempre, mantuvo en la citada entrevista su «esperanza» de que finalmente nevase en Sierra Nevada, cuyas montañas recibieron en aquel invierno de hace doce años escasas precipitaciones. Ese mismo optimismo le llevó a preconizar que el Mundial implantaría «la moda por el esquí».
«Esquiaba como era»
Su carácter jovial y entusiasta es el recuerdo más destacado por todos aquellos que vivieron el gozo de conocer al campeón olímpico español. Entre ellos, los granadinos Manuel Santaella, responsable de comunicación de Cetursa, y Jerónimo Páez, ex director general de Cetursa. Santaella era ayer una de esas amistades de Paquito apesadumbradas «por la pérdida de un gran amigo que me ha enseñado mucho y del que he aprendido muchísimo, un hombre que supo valorar lo que es la vida y que con su optimismo nos ha dado una lección a todos».
No recuerda exactamente cuándo fue su primer contacto. Pudo ser en la madrileña Sierra de Navacerrada, durante la celebración del torneo infantil de esquí que llevaba el nombre del desaparecido campeón. Pero Santaella sí tiene fresca en su memoria una frase de su apreciado Fernández Ochoa: «La vida me la podrán quitar, Manolo, pero nunca me la podrán regalar», le espetó un día el «embajador de Granada para conseguir los votos necesarios para la celebración de los Campeonatos del Mundo», con quien, en los meses finales de su vida, sólo mantuvo contacto telefónico, «porque no he querido verlo en sus últimos días».
En su importancia para Granada coincide Santaella con Jerónimo Páez, otros de los grandes amigos que Paquito ha dejado en su segunda tierra. «Su papel en la consecución del Mundial del 95 (luego 96) fue muy importante. Su puede decir que lo consiguió él, gracias a su empuje y a sus contactos», apuntó ayer un consternado Páez. Para el ex directivo de Cetursa, Paquito «no solo fue un campeón por su medalla olímpica, sino que fue un hombre emprendedor, transparente, que esquiaba como era, siempre alegre, también en la adversidad. Ha sido capaz de enfrentarse con alegría y con dignidad a su tragedia», matiza un Jerónimo Páez que sí estuvo presente hace dos semanas en el homenaje que recibió su amigo en Cercedilla.
Paquito defendió siempre que pudo a «mi sitio», Granada, aunque tampoco se escondió para hacer crítica constructiva. En Cercedilla aprendió a esquiar y en Sierra Nevada dio lecciones a los demás. En otra entrevista, concedida a IDEAL el 29 de abril de 2001, no se mordió la lengua para apoyar un proyecto en el que un año antes no confiaba, el de la candidatura granadina a los Juegos Olímpicos de 2010: «No digo que no se pueda conseguir, ojo. Se puede hacer, otra cosa es que nos lo den», vaticinó. Se equivocaron otros; Paquito, no.
Un visionario
Para él se trataba entonces de «un sueño irreal cuando aún no se ha pagado el 95 (por el Mundial)». A su juicio, faltaban inversiones por hacer, como mejorar las comunicaciones de la estación: «Tendría que haber dos o tres entradas por distintos sitios, por Güéjar, por Dílar o por Capileira». Un lustro después de aquellas palabras, esos accesos no son ni siquiera ideas en la mente de ningún dirigente o político.
Críticas a la federación
Criticó también con dureza que la Federación Española de Esquí tuviese fuerza «cero» en el ámbito internacional y defendió siempre el 'producto' nacional antes que 'inventos' como el del alemán Juanito Muehlegg, sancionado por dopaje tiempo después de la entrevista concedida a IDEAL en 2001. «España no significa nada en el mundo de la nieve, nada; ni Muehlegg ni hostia, porque Muehlegg será un tío cojonudo, un atleta de puta madre, un alemán de puta madre que ahora dice que es español. Pues muy bien, de puta madre, pero no es de Monachil, ni de Navacerrada. Es de Alemania, aunque le pinten el pasaporte. Ahora resulta que se llama Juanito Muehlegg. A quienes hay que apoyar es a María José Rienda, a Carolina Ruiz y a los chavales que quieren ser esquiadores, hacer saltos o patinar sobre hielo», concluyó sin pelos en la lengua.
Claro, conciso, directo... Fernández Ochoa, como cualquier ser humano, pudo equivocarse alguna vez, pero casi nunca erró en lo suyo, en el blanco mundo de la nieve. Cinco años después de soltar aquello, la granadina María José Rienda acumula hoy seis victorias en pruebas de eslalon gigante de la Copa del Mundo y es la actual subcampeona mundial de la especialidad. Paquito «era como esquiaba», según Páez, es decir, campeón olímpico en todo, pero sobre todo, en entusiasmo.
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