Tan peligroso es abrir la barrera antes de tiempo, como abrirla en un momento que no toca. Una esquiadora húngara de 29 años y su marido que viajaban en un telesilla de cuatro plazas de la estación austriaca de Stuhleck in Spital am Semmering se precipitaron este pasado lunes desde una altura de siete metros después de abrir la barra cuando la silla abandonaba la estación de bajada. El remonte tiene una parada intermedia. A última momento decidieron bajarse en esa terminal, pero la silla ya estaba cogiendo velocidad de nuevo, por lo que fue empujada al suelo. Ella aterrizó sobre el parabrisas de un coche que en ese momento subía por la carretera.
El conductor, casualmente un local de la estación y asiduo visitante, informó a la prensa local que hacía tiempo que había advertido que la red de protección era demasiado corta. El telesilla atraviesa una carretera. De hecho el marido de la esquiadora que también cayó, lo hizo ya sobre la red. Solo que la tela hubiese sido algo más larga, su mujer se hubiera salvado de lesionarse.
La esquiadora hundió el parabrisas haciendo saltar cristales y su caída se saldó con varias costillas y huesos rotos. Su casco de esquí en este caso la salvó de heridas de mayor consideración.Los servicios médicos afirmaron que de haber caído directamente a la carretera las consecuencias hubieran sido peores. Que el parabrisas logró amortiguar el descenso precipitado. De la misma manera, si llega a caer un instante antes, el coche la podría haber atropellado.