Reconocen que hasta que no llegaron a España no pudieron disfrutar al cien por cien. En los Campeonatos de España sumaron tres oros y comprobaron el cariño y admiración de los más jóvenes. Ahora tienen por delante tres semanas de descanso.
Hace justo un mes, el esquiador
Jon Santacana y su guía
Miguel Galindo conseguían su
primera medalla en los Juegos Paralímpicos de Invierno de Vancouver. Primera prueba (eslalon) y primer metal. A ésta seguirían dos más:
una plata en gigante y
un oro en descenso.
"Fue el mejor momento de los Juegos y de los ocho años que llevo con él (con Jon). Fue el momento cumbre porque ganar un oro en descenso es lo máximo a lo que puedes aspirar", confesaba Miguel, el guía de Jon, durante la visita de ambos a la redacción de
Marca para responder a los lectores de su edición digital en un encuentro on-line.
Bajar a más de 100 km/h por una pista de esquí no está al alcance de todos y si encima tu visión es reducida, la cosa se complica aún más. Por eso subir a lo más alto en el podio en una disciplina como el descenso tiene mucho mérito, como afirma Jon:
"Las disciplinas técnicas eran más alcanzables. Pero el trabajo en las de velocidad en estos tres últimos años ha sido muy intenso. Hemos roto nuestras propias barreras y nos hemos superado aún más. Fue un sueño impensable hecho realidad en una carrera muy complicada. Por eso estamos súper satisfechos".
En Vancouver no les dio tiempo a saborear el oro, ya que les quedaban dos pruebas más en las que competir (supergigante y supercombinada), por eso cuando llegaron a España aprovecharon para ver en televisión el descenso y disfrutarlo.
"Hemos podido ver la llegada y te fijas más en todos los detalles, en cómo reaccionamos y es emocionante. Además, sientes la emoción de la gente que vivió los Juegos desde aquí", dice Jon.
"Allí no lo vives con tanta intensidad porque teníamos cinco carreras. Ha sido llegar a España y empezar a disfrutarlo. Allí fue duro y no tuvimos tiempo", agrega Miguel.
Ídolos de los esquiadores más jóvenes con discapacidad
Precisamente el esquiador hacía referencia a los momentos difíciles, que también los hubo, como nos cuenta Jon:
"También pasamos momentos de rabia como cuando en el gigante nos quedamos a 20 centésimas del primero y luego en la supercombinada, que estábamos haciendo una buena manga de eslalon, que estábamos recuperando tiempo, pero bueno, resignación porque la competición es así. Cuando vas al límite y arriesgas, pues puede pasar esto. Además, quedarte con una pequeña espinita te da más ganas de seguir".
Y hablando de seguir. La semana pasada volvieron a competir, esta vez en los Campeonatos de España en
Cerler, donde se colgaron
otros tres oros y pusieron el broche de oro a la temporada. Pero allí también pudieron comprobar que se han convertido en los
ídolos de los esquiadores más jóvenes, aunque ellos no se sienten estrellas.
"
Lo más satisfactorio es ver la cara de los chavales jovencitos que te han visto en la tele y que ahora están compitiendo con nosotros", dice Miguel.
"Tampoco nos sentimos como estrellas pero hace ilusión que se te acerquen chavales para que les firmes en el casco. No nos había pasado nunca", añade Jon.
Ahora toca descansar. Tres semanas para
"desconectar" y después a volver al trabajo físico aunque no está planificada la temporada. En el horizonte, el Mundial del próximo año en
Sestriere.