- Sierra Nevada ha sido una de las estaciones españolas que antes ha abierto este año. ¿Cómo se siente al inaugurar la temporada tan pronto después de varios años sin mucha nieve?
- Los más antiguos del lugar no recuerdan que, a finales de octubre, cayera tanta nieve en Sierra Nevada. La nieve se ha adelantado a todas las previsiones, porque tradicionalmente comienza a caer a finales de noviembre. Lo más positivo, además, es que lo que ha caído se mantendrá, porque la hemos pisado muy bien y hace frío suficiente. Ésa es una de las ventajas de Sierra Nevada respecto a los Pirineos. Allí pueden tener dos metros de nieve, pero de pronto viene lluvia y lo limpia todo. En el norte necesitan al menos un metro de espesor para poder esquiar y aquí podemos hacerlo con sólo diez centímetros, porque en la Sierra la nieve se mantiene. Eso también es fruto de los trabajadores de Cetursa, que forman actualmente el equipo más preparado de todo el país.
-. ¿Logrará Cetursa reponerse de las pérdidas económicas de la pasada temporada?
- Estoy absolutamente convencido. Aunque siempre quedan incógnitas por despejar. La más importante, que es el clima, está resuelta, porque ha caído nieve suficiente y creemos que seguirá nevando. Pero este año hay otra variable: la crisis. ¿Vendrán los clientes a la Sierra esta temporada? Yo creo que sí, a juzgar por las reservas hoteleras previstas para diciembre. Es cierto que para noviembre hay menos demanda, pero es que la nieve nos ha pillado desprevenidos a todos: a Cetursa, a los hoteleros y también a los propios esquiadores, que no están acostumbrados a venir tan pronto. Por eso, cuando decidimos abrir el día 15, no había casi reservas de hotel, porque ningún cliente pensaba en venir a la Sierra antes de finales de noviembre. Este mes tendremos principalmente viajeros de proximidad –Andalucía, Murcia–, pero no de provincias lejanas. Aún así, la situación es perfecta, porque hemos abierto con unos 30 kilómetros de pistas esquiables.
- La gran novedad de esta temporada es el telecabina Borreguiles...
- Sin duda alguna, es nuestra apuesta principal. El año pasado pudimos abrirlo de forma provisional en el mes de marzo, pero no estaba totalmente terminado y, con la campaña electoral, tampoco pudimos inaugurarlo. Este año lo haremos con un acto muy emotivo, porque queremos recordar el antiguo telecabina, que se abrió hace 35 años. El Borreguiles ha sido una de las grandes apuestas de Cetursa. Se han invertido más de 15 millones de euros, aunque también hemos tenido algunos problemas, como el retraso de las obras o la polémica surgida hace unos días porque la adjudicataria principal no ha pagado a los proveedores. Por eso será una satisfacción poder inaugurarlo.
- Una de las debilidades de Sierra Nevada es la masificación. ¿Acabará el telecabina con las colas?
- Estoy convencido. La capacidad de remonte se va a quintuplicar, porque pasará de transportar a 500 personas a la hora a alcanzar las 2.500, aunque el tope está en 3.000 esquiadores. Eso beneficiará tanto a los esquiadores como a los visitantes que suben a la estación para pasar el día y disfrutar de la nieve, porque podrán dividirse entre los distintos remontes y eso eliminará las colas y la espera.
- ¿Mantendrá este año Cetursa la limitación de esquiadores?
- Sí, aunque no creo que hagan falta limitar la admisión por la superficie esquiable que tenemos. Optamos por esta limitación porque vimos que, cuando entraban 22.000 esquiadores en un solo día a las pistas, sólo conseguíamos a 22.000 personas insatisfechas y cabreadas por la aglomeración de gente. Es cierto que ahora, quien se queda fuera, también se molesta, pero la limitación nos ha permitido ofrecer más calidad y más seguridad. Nuestro principal objetivo es el turismo familiar, y las familias quieren esquiar tranquilas y sin masificación. Pero, repito, este año con 30 kilómetros de pistas no será necesario restringir el acceso.
- Haga balance de estos años al frente de Cetursa: ¿qué ha sido lo mejor y lo peor?
- Quedan cosas pendientes, como coordinar la relación con Medio Ambiente para armonizar la estación de esquí con el paraje natural. El hecho de que estemos ubicados en un Parque Nacional no puede ser un problema, sino una ventaja, y así debemos transmitirlo a la sociedad. La estación no quiere ser percibida como un daño a Sierra Nevada. Es cierto que el desarrollo urbanístico podría haberse hecho de otra manera, y seguramente si lo planificásemos ahora no tendría el diseño actual. Pero tenemos que lograr que esa urbanización sea lo más humana posible, que tenga los servicios necesarios y que esté en armonía con el entorno natural. Y para eso creo que la mejor fórmula es constituir un consorcio con todas las administraciones y colectivos implicados.
Pero, sin duda, mi gran asignatura pendiente es romper la estacionalidad. Sierra Nevada no puede existir sólo durante cinco meses al año; tenemos que atraer a los visitantes también cuando no hay nieve. Tenemos varios proyectos en marcha, para los que necesitamos la colaboración de Medio Ambiente. Queremos romper con esa abulia de los granadinos, y los andaluces en general, hacia la Sierra en verano. Es cierto que no hay tradición de acudir a la montaña fuera de los meses de invierno, pero hay que romper esa tendencia. Lo mejor de estos años...
La mejora de las infraestructuras, con la construcción del telecabina Borreguiles, y el fomento de las zonas de ocio para los visitantes que no esquían. En El Mirlo, por ejemplo, ofrecemos la posibilidad de pasar el día disfrutando de la nieve sin necesidad de ponerse los esquíes ni pagar por entrar a la estación. Eso es importante, porque de entre esos visitantes siempre hay algunos que se ‘enganchan’ al esquí posteriormente. Por último, hemos logrado que muchos colectivos, patronatos e instituciones puedan esquiar con importantes descuentos en el ‘forfait’, gracias a los convenios firmados a lo largo de estos años.
- ¿La crisis cambiará el perfil del turista que Cetursa quiere para la estación?
- El turista de Sierra Nevada es, tradicionalmente, el que deja más dinero por persona y día de los que vienen a la provincia. Pero es cierto que este año las cosas pueden cambiar, y por eso hemos querido adaptarnos. Hemos elaborado una batería de medidas para contener las consecuencias de la crisis, con las que lograremos mantener el número de esquiadores. Creemos que la gente se contendrá más respecto a la estancia media, es decir, seguirá subiendo a la Sierra pero en escapadas más cortas.
- ¿Afectará a la estación la marcha de aerolíneas de bajo coste del aeropuerto de Granada?
- Nuestro principal mercado emisor es Madrid, y el cliente madrileño suele venir en coche. Después de Madrid, los porcentajes más altos de visitantes corresponden a Málaga y Sevilla, que también llegan por carretera. Eso no significa que la conexión en avión no sea necesaria; al contrario, creo que es imprescindible. El cliente inglés, por ejemplo, llega siempre por aire, y notamos una espectacular subida de visitantes británicos cuando Ryanair comenzó a operar en Granada. Ese es un mercado de invierno muy importante, porque los ingleses no tienen estaciones y deben salir de su país para poder esquiar. Cetursa apostó desde el principio por la permanencia de las compañías aéreas en el García Lorca, y prueba de ello es que aporta 40.000 euros anuales al consorcio de los vuelos, lo que la sitúa al mismo nivel de inversión que las grandes instituciones.
- ¿Cómo es actualmente la relación de Cetursa con los empresarios de Sierra Nevada? No siempre ha sido buena...
- En la actualidad tenemos buena relación. La semana que viene, por ejemplo, organizan unas jornadas sobre el futuro de Sierra Nevada en las que Cetursa participa y yo mismo intervengo en una de las ponencias. Eso demuestra que la relación es buena. Pero hay que saber que en la estación hay dos tipos de empresarios: los hosteleros, que colaboran estrechamente con Cetursa, y los dedicados al comercio, que siguen pensando que, al ser una empresa participada por la Junta, Cetursa debe trabajar para ellos. Yo siempre les digo que tengo que trabajar para ellos, pero también para los ocho millones de andaluces.
- Usted ha visitado estaciones de esquí de todo el mundo. ¿En qué posición queda Sierra Nevada al compararse con otras?
- Tiene una peculiaridad que la hace única: su altura. Nuestros clientes comienzan a esquiar a los 2.000 metros, cuando en otras estaciones europeas las pistas terminan precisamente a esa altitud. También es única en el clima, porque no hay otra estación en la que los esquiadores encuentren tantos días de sol en la temporada. Lo más positivo de Sierra Nevada es que, teniendo un tamaño mediano, se ha dotado de unos medios y una tecnología que la hacen ser un referente. En muchos foros profesionales del sector he escuchado que, sin tener en cuenta el tamaño, Sierra Nevada está entre las tres estaciones mejores del mundo en calidad.
- Sorprendió a todos con su candidatura al comité local del PSOE de Granada. ¿Necesitaba nuevas emociones?
- No, (risas), pero es que desde la altura se ve Granada, y se ve con pena. Veía una agrupación local del PSOE muy mustia, muy callada, que hacía presagiar que tendríamos PP por muchos años. Así que decidí presentarme para cambiar las cosas, aunque no medí bien mis fuerzas. Mi vida política comenzó, y se desarrolló durante muchos años, en Motril. Eso ha hecho que los afiliados de la capital no me vean como granadino, a pesar de que he pasado aquí la mayor parte de mi vida. Lo más grave del congreso local fue, a mi juicio, que se aprobara la gestión de la anterior ejecutiva, después de los malos resultados obtenidos. Aunque lo llego a entender, porque muchos afiliados se retienen al votar a mano alzada, cuando además tienen a los jefes del partido vigilando qué decide cada uno.
- ¿Se librará alguna vez de los rumores que, temporada tras temporada, le sitúan fuera de Cetursa?
- Es cierto que puse mis barbas a remojar, como dice el refrán, después de las pasadas elecciones, cuando mi consejero cambió al 50% de la plantilla. Una vez que pasó ese período y Vallejo me confirmó que seguiría en el cargo, dejé de preocuparme. También se ha dicho que iba a dirigir el Palacio de Congresos, pero no hay nada de cierto. Tengo claro que, si dejo Cetursa, me iré a mi casa y volveré a mi antiguo trabajo. No tengo ganas de más cargos de responsabilidad. Sé que, igual que me eligieron ‘a dedo’, me pueden quitar en cualquier momento. Daré las gracias por haberme dejado trabajar en algo que me gusta y me iré sin ningún problema.
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