La puesta en servicio ayer del tramo entre Viver (Castellón) y el límite provincial entre Castellón y Teruel completa el itinerario correspondiente a la A-23 dentro de la Comunidad Valenciana. Se extiende entre los puntos kilométricos 49,3 y 63,6 de la carretera N-234, que en adelante se utilizarán como vía de servicio. La autovía alcanzará una intensidad media diaria de casi 10.000 vehículos, de los que un 39% son camiones y autobuses. Está compuesta por dos calzadas con dos carriles de 3,5 metros de anchura cada uno, arcén exterior de 2,5 metros, arcén interior de un metro y mediana de 10 metros.
En gran parte del tramo y en los dos sentidos se ha añadido un carril adicional para facilitar los adelantamientos en los lugares con mayor pendiente, dado que la autovía supera en esta zona las Cuestas del Ragudo. Ha costado 43 millones de euros. El delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Antoni Bernabé, hizo hincapié ayer en la importancia del tramo inagurado, dado que "constituye una obra fundamental para el desarrollo económico tanto de Valencia como de Aragón".
La prolongación de la A-23 por las Cuestas de Ragudo permitirá un acceso más cómodo, rápido y seguro a las estaciones de esquí turolenses de Valdelinares y Javalambre, que son muy frecuentadas por aficionados valencianos. Además, los seis carriles de la nueva autovía pondrán fin a las colas de vehículos que se formaban en las Cuestas del Ragudo.
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