Fué en un slalom gigante de un Campeonato de España disputado en Candanchú. Dos días antes se había proclamado subcampeona de España de slalom, precisamente detrás de su hermana María José, en un arrebato de coraje y tenacidad. Tenía 25 años y con su retirada sesgó una progresión que nunca se sabrá hasta donde hubiera alcanzado. Pero la menor de las Rienda no se arrepiente lo más mínimo de la decisión que adoptó de 'colgar' los esquís de competición.
Raquel figuraba en la preselección para acudir a los Juegos Olímpicos de Salt Lake City. Una mañana se levantó pensando que iba a Estados Unidos y al poco rato se enteró de que finalmente no había sido incluida en la lista definitiva del COE. Se había ganado ir, pero la marginaron por esas inexplicables decisiones que funden en una sola cacicada el 'politiqueo' y el favoritismo.
Los meses anteriores habían sido muy duros para ella. Había sufrido una grave lesión de tibia y peroné y desde la RFEDI le prepararon un plan de recuperación de gran sacrificio y esfuerzo personal para poder ir a los Juegos. Lo cumplió a rajatabla y cuando estaba de nuevo a tope, la dejaron fuera.
"Ya era la 40 del mundo. Tenía mi puesto ganado y no sé qué paso", declara Raquel Rienda, aún dolida. "Fue un tema entre federaciones, políticas y cambios de presidentes, y al final me quedé en tierra habiéndome ganado mi puesto para ir a los Juegos", agrega. "Me lesioné tibia y peroné", prosigue. "Luego todo fue a cañón, con duros entrenamientos y una intensa preparación hasta que estuve lista para acudir. Lo tenía ahí, pero me dejaron en casa".
No cabe la menor duda de que la decisión le hizo un daño terrible. "Me dolió mucho, sobre todo, cuando a la vuelta de los Juegos no me llamaron. Estaban avergonzados, tanto los entrenadores como los federativos. No me avisaban para las competiciones. Yo me decía que seguía estando ahí, y que aunque no hubiera ido a los Juegos por una injusticia, estaba preparada para otras competiciones".
La decisión de retirarse la adoptó un mes después de los Juegos, al finalizar los Campeonatos de España de Candanchú. "Gané la medalla de plata en el slalom y no eran capaces ni de mirarme. Era una corredora del equipo español y fue un momento muy duro para mí esa ignorancia hacia mi persona. Había ganado a todas, menos a María José, pero no tuve ni ayuda ni felicitación de nadie. Sólo tenía a mi hermana. Y como me veía fuera de lugar, pensé que era el momento de cambiar de vida". La pequeña de las hermanas Rienda confiesa que "aún se me hace un nudo en la garganta cuando recuerdo todo".
"El otro día hablando con mi hermana le comentaba que me parece estupenda la decisión que han tomado ahora de llevar gente joven a los Juegos de Turín para que cojan experiencia. Yo no tuve esa suerte", dice amargamente.
Dejarla fuera de los Juegos frustó la mayor ilusión de su vida. "Es que es muy duro que te dejen fuera cuando te has ganado la clasificación y, sobre todo, que no den la cara. Nadie se puede hacer una idea. Ir a los Juegos es la ilusión de cualquier deportista y a mí me la cortaron de forma radical. No había podido ir a Lillehammer por mi edad, porque consideraban que era demasiado joven con 21 años, y en mi momento me volvieron a dejar fuera".
Se retiró a los 25 años y ahora, casi un lustro después, no se arrepiente. "No, porque soy una persona que cuando cierro una etapa, lo hago definitivamente. Claro que me costó mucho trabajo en su momento, pues toda mi vida la había de dedicado al esquí de competición. Me dolió mucho y fue difícil superar ese bache, pero una vez que lo superé, lo hice del todo. Hubo un tiempo en que no quería ni esquiar. Pero luego con el paso del tiempo te das cuenta de que no todo es la competición, y al salir de la depresión me dí cuenta de que se podía disfrutar de la nieve de otra forma. Ahora trabajo en la nieve, tengo mis dos tiendas, doy clases, y me lo paso como las enanas esquiando".
Quien más echa de menos su compañía es María José, ya que siempre iban juntas a las competiciones. "Me dijo que tenía que estar con ella en esos Juegos, y yo le contesté 'ésa es una página ya pasada'. Me insistió que no era justo, pero yo le intentaba quitar hierro al asunto, sobre todo, para que a ella no le afectara. Como es deportista, le duelen esas injusticias, es más sensible. Yo ya tengo otra mentalidad. Lo he borrado de mi vida".
No todo han sido malos recuerdos del esquí, ya que Raquel Rienda entiende que "he tenido muy buenos momentos, sobre todo, cuando he obtenido buenos resultados. Entré en el equipo nacional un año antes que mi hermana, con 14 años. Siempre hemos estado juntas hasta que me lesioné. En el club Monachil, con Paco Benavente o Paco Palacín... siempre hay gente a la que agradecer".
Una de sus virtudes es que era una esquiadora polivalente, que dominaba las cuatro especialidades. "Me iban bien todas, no era especialista concreta en ninguna. En descenso y supergigante, cuando hacía Copa del Mundo, me coloqué la 39 del mundo, iba progresando hasta que me lesioné. Cuando volví de mi primera fractura, por problemas en la Federación, me tuve que dedicar al slalom y al slalom gigante y también ahí progresé mucho en el ranking".
Lo que nunca se podrá saber ya es hasta donde podría haber llegado. "Sé que hubiera seguido progresando porque mi barrera no estaba ahí, hubiera subido mucho más. No puedo decir cuánto, pero seguro que sí. Mi tope no estaba ahí cuando me retiré".
De hecho, una de las virtudes de María José ha sido una progresión lenta pero segura en su carrera deportiva. Y la trayectoria de ambas eran similares. "Ella ha estado muy bien siempre y no tuvo nunca lesiones importantes mientras que yo, en total, estuve tres años parada por dos graves lesiones. Recuperarse de tanto tiempo parada es difícil".
A Raquel la podreis encontrar actualmente regentando junto a Javi Conde la tienda de alquiler y reparación de material de esquí y snowboard, Nivalis, en la Plaza de Pradollano, edificio Telecabina Local 2.
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