Hasta el ocho por ciento de los esquiadores que eligen este destino procede de Asturias y Galicia y allí hemos encontrado también un puñado de jóvenes, en su mayoría gijoneses, que han encontrado trabajo y han apostado por asentarse en aquellas tierras.
Formigal es el tercer dominio esquiable de España, con 66 kilómetros de pistas. Se trata de una de las cinco estaciones del Grupo Aramón, Montañas de Aragón, un «holding» participado al cincuenta por ciento por Ibercaja y el Gobierno aragonés. La política de Aramón es no sólo ampliar, sino mejorar las condiciones de calidad. Para ello ha puesto en marcha un plan quinquenal de inversiones, 2004-2009, que se acerca a los 600 millones de euros. De ellos, 56 se han consignado esta temporada a Formigal. Esta cantidad se ha destinado, fundamentalmente, a modernizar los remontes, ampliar el dominio esquiable y mejorar pistas, accesos y aparcamientos.
En este entorno se mueve El Guaje. Todos le conocen así en la estación, pero su nombre es Ricardo Pérez. Tiene 31 años y es el más veterano de cuantos asturianos trabajan en la actualidad en Formigal. Sus orígenes están en La Inverná, una pequeña localidad de San Martín del Rey Aurelio.
En Asturias frecuentó durante años los circuitos montañeros, siendo pareja habitual de El Rana. Los Picos de Europa y el macizo de Ubiña fueron los parajes en los que más tiempo pasó, sobreviviendo como guía. La mirada se le ensancha cuando habla de la naturaleza y se le amontonan las palabras cuando explica cuánto le gusta la vida al aire libre.
Ahora trabaja para Aramón Formigal en el complejo hostelero de Sarrios, pero añora la soledad de las cumbres y desearía, de cara a la próxima temporada, trabajar en la cabina de desembarque de algún remonte, allí donde el horizonte es más amplio. Está contento en Formigal y asegura que las puertas se le abrieron nada más que supieron que era asturiano, tal vez, añade, «porque se sabe de nuestro buen carácter y capacidad de trabajo».
Carlos Martínez y María son hermanos, nacidos en Gijón. Él fue el primero en llegar al valle de Tena, hace tres años. Ahora tiene 26.
En Gijón trabajaba de soldador, pero el deporte siempre le tiró mucho y, tras pasar las pruebas en Candanchú y ocho meses trabajando en Canarias, atendió la llamada de uno de sus profesores y se enroló en la escuela de esquí, en Formigal. También forma parte de una cooperativa llamada Gorgol que ofrece servicios de guía de montaña, escalada en hielo, heliesquí, barranquismo y cuenta, incluso, con un bar, por lo que se mantiene ocupado prácticamente todo el día y todo el año.
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