Eran cerca de las cuatro y media cuando los esquiadores durangueses se disponían a afrontar su último descenso. La niebla, sin embargo, les desvió hacia la cara sureste. «No veían bien y entraron en una pista que no lo era, pero no les quedó más remedio que seguir porque con los esquís no podían subir», fue lo que Xabier le comentó a su hermano desde la clínica donde tanto él como Endika permanecerán en observación entre 24 y 48 horas.
«Fueron creativos»
Ambos habían viajado a Ezcaray el sábado con los padres de Endika, que tienen un piso allí. A las cinco, la hora de cierre de la estación de esquí, la familia informó a los responsables de las pistas de su posible extravío. A partir de ese momento se empezó a coordinar un operativo de rescate que reunió a primera hora de ayer a dos equipos de la Guardia Civil, guardas forestales y doce expertos esquiadores del Club Tabira de Durango.
Conscientes de que hasta el día siguiente no podrían ser localizados, Xabier y Endika se esforzaron por acondicionar un lugar donde pasar la noche. «Hicieron un agujero en la nieve y lo cubrieron con ramas y hojas», explica el hermano de Xabier. Con la luz del día, los dos jóvenes localizaron un río y siguieron su senda, turnándose para abrirse camino entre la nieve y el barro que les llegaba a las rodillas.
«El que iba por dentrás pisaba en el mismo lugar para que las huellas fueran más evidentes», apunta el presidente del club alpino de Durango, José Ramón Arrizabalaga, que se trasladó a Valdezcaray a las cuatro de la mañana.
La «lógica del monte», en su opinión, fue la clave para facilitar el rescate. «Son dos jóvenes con la cabeza bien amueblada y en una situación de riesgo, fueron creativos y tomaron las decisiones más acertadas».
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