La estación de esquí de Valgrande-Pajares acogió ayer unos ejercicios de prácticas para estos canes. «Roni», «Dank» «Nena» y sus compañeros desafiaron las bajas temperaturas y los grandes espesores de nieve para superar con notable éxito las diferentes pruebas que les plantearon sus dueños.
Wenceslao Fernández es uno de los responsables del equipo de perros de rescate de Asturias. Experiencia en la búsqueda de personas en situaciones catastróficas no le falta. Con su perro ha estado en el terremoto de Turquía y en la tragedia del camping de Biescas.
Ayer, junto a «Dank», acudió a Pajares para entrenar respuestas ante un alud. El ejercicio principal consistió en localización de una persona totalmente sepultada en la nieve. Para ello, los integrantes del grupo prepararon una especie de iglú totalmente cerrado en el que se introdujo una persona. A partir de ahí, y ante los ánimos y las indicaciones de su dueño, el can fue capaz de localizar el lugar exacto en que se encontraba el supuesto accidentado e, incluso, de abrir un primer agujero en la nieve para descubrirlo.
Lo mismo hicieron «Roni», bajo las órdenes de Jesús Gómez, y «Nena», asistida por Jesús García. Miguel de Prado García, el cuarto integrante operativo del equipo, no pudo asistir a las prácticas celebradas ayer porque se encuentra realizando un curso en Jaca.
Los ejercicios de respuesta ante aludes que realizaron los perros del equipo de rescate, que se encuentran en distintos grados de aprendizaje, se escalonaron de menor a mayor grado de dificultad. Primero intentaron localizar a personas situadas prácticamente en la superficie. Después, cada vez más tapadas por la nieve, hasta llegar a la práctica del iglú, cuando los canes no tenían ningún rastro visual de a quién debían localizar.
Según explica Wenceslao Fernández, el equipo de perros de rescate centra su actividad en la búsqueda de personas en la montaña, la asistencia a grandes catástrofes y avalanchas. En Asturias suelen realizar una media de treinta o cuarenta actuaciones al año, la mayor parte de ellas de búsqueda de montañeros que se pierden en el monte. A este respecto, Fernández destaca que las zonas de la región en las que más casos atienden y las que presentan unas especiales dificultades de trabajo son las comprendidas entre Caso y la localidad piloñesa de Espinareo, y el entorno de Sellaño y Beleño, en Ponga.
Por contra, en la comarca del Caudal apenas encuentran espacios complicados. Ni siquiera en las Ubiñas, donde se suelen producir numerosos accidentes. A su juicio, es un macizo en el que resulta sencillo localizar a los montañeros en problemas.
Entre los rescates más complicados a los que han tenido que hacer frente el equipo de perros, Wenceslao Fernández cita el de una portuguesa que desapareció en Vega de Ario y el de un soldado al que buscaron infructuosamente durante 21 días en el área de Vegarredonda. En otros lugares, Fernández recuerda lo mal que lo pasó cuando, buscando supervivientes del terremoto de Turquía junto a «Dank» bajo los restos de un edificio, asistió a varias réplicas del seísmo. Y una curiosidad: el grupo se pone en alerta cuando sopla el «airón de les castañes». Según sus responsables, «es una época en la que se producen muchos intentos de suicidio y la gente suele ir a los lugares más insospechados relacionados con su infancia».
El grupo de canes de rescate siempre está listo para entrar en acción. Para ello, un entrenamiento adecuado resulta fundamental. En Pajares, «Dank», «Nena», «Roni» y sus compañeros dejaron claro que están preparados para actuar cuando se les requiera. Que son auténticos profesionales.