Para ello, es imprescindible reservar una habitación con terraza, orientada al sur, dominando el valle de Bagnes. Hay docenas de hoteles donde elegir, todos con el mismo aspecto de chalé alpino, aunque con diferentes grados de comodidad. Después de un desayuno pantagruélico, el ritmo es muy diferente para los que no están por la labor de esquiar. Pueden esperar que el sol caliente, a que se dispersen las masas camino de las pistas. A media mañana se puede coger el teleférico hacia Les Ruinettes. 
Desde allí despegan los parapentes y hay un café al aire libre, donde se puede ver cómo estas insólitas aves llenan de colores el valle. Una oruga mecánica sube en cinco minutos hasta La Chaux, a 2.268 metros, pero lo mejor es seguir el camino blanco a pie. Tras un segundo desayuno en la cantina, se sube por sucesivos y vertiginosos teleféricos hasta el pico Mont-Fort. Desde allí, a cerca de 3.500 metros, se dominan todos los Alpes, desde el Mont-Blanc hasta el Cervino, pasando por el Monte Rosa y el Jungfrau. No se distinguen las fronteras entre Italia, Francia y Suiza en ese inmenso mar de nieve. Sólo en el Valais hay más de 50 picos de más de 4.000 metros. TERRAZA. Si se quiere ver cómo se practica el esquí más extremo, la terraza del restaurante Olympique, en Les Attelas, es el lugar perfecto, a cerca de 3.000 metros, rodeado de docenas de pistas, la mayoría negras, las más peligrosas.
Luego, para seguir el ritual del aprés ski, un típico vino caliente en el bar del hotel Phenix para comentar las hazañas del día. Es el momento clave de decidir dónde cenar. Tanto Pierroz, alta cocina, como Sonalon, algo más imaginativa, y La Marmotte, de platos suizos, están perdidos en la montaña y es necesario llamar con antelación para que manden las motonieves.
Si al día siguiente el cuerpo pide más actividad, hay que ponerse las raquetas. No se necesita ninguna preparación previa y hay rutas para todos los gustos y posibilidades. También hay pistas especiales de hasta 10 kilómetros para deslizarse en trineo. El objetivo puede ser llegar a Ovronnaz, una estación cercana, al otro lado del valle del Ródano, donde es posible bañarse en piscinas de aguas termales a 38º C, al aire libre y rodeado de picos nevados. Nadie puede irse de Valais sin pasar, al menos un día, en Zermatt. Aunque sólo sea para rendir culto al Matterhorn o Cervino, la montaña de las montañas europeas, un lugar mágico que se ha visto mil veces ilustrando calendarios o cajas de bombones, pero cuya realidad siempre supera cualquier imagen. Se puede ver desde el mismo pueblo, al que sólo se puede llegar en autobús; no se permite la entrada de coches para luego subirse al Pequeño Cervino a 3.900 metros y verlo surgir de forma aún más impresionante.
GUÍA
Datos: Más de 50 picos que superan los 4.000 metros se yerguen hacia el cielo de Valais, alineados entre el glaciar del Ródano y el Lago de Ginebra.
COMO LLEGAR
Easyjet (Tfno: 902 29 99 92. Internet: easyjet.com) ofrece vuelos a Ginebra desde Madrid, Barcelona y Alicante. Verbier se encuentra a dos horas en tren y autobús desde el aeropuerto. Con un ‘Swiss Pass’ o un ‘Swiss Flexi Pass’ se pueden utilizar libremente tanto trenes como autobuses por todo Suiza (Internet: swisstravelsystem.com).
DONDE DORMIR
En Verbier: Le Chalet d’Adrien (Tfno: 0041 277 716 200). Pequeño hotel de cinco estrellas con encanto. Montpellier (Tfno: 00 41 27 77 16 131). Un cuatro estrellas elegante de estilo tradicional. Hotel Phénix (Tfno: 0041 27 77 16 844. Un tres estrellas muy familiar y agradable, sin lujos.
En Ovronnaz, Thermalp les Bains (Tfno: 0041 27 30 51 111). El complejo termal incluye apartamento con el servicio de hotel.
DONDE COMER
En Verbier, Pierroz (Tfno: 0041 27 77 16 323), el Restaurant Sonalon (Tfno: 0041 27 77 17 271) y La Marmotte (Tfno: 0041 277716834).
INFORMACION
Datos sobre la pista y los deportes de nieve en Internet: valaistourisme.ch
Fuente: