El 3 de junio abandonó la Delegación de la Junta en Granada para dirigir Cetursa, la empresa pública que gestiona Sierra Nevada. En plena pugna con el Ayuntamiento granadino, analiza el inicio de una temporada de poca nieve y muchos asuntos pendientes.
-Tengo que reconocer que estoy mucho más cómodo en éste. A mí me ha costado muy poco adaptarme a este nuevo puesto porque siempre he estado en políticas de fomento. Por una parte, la sierra me ha atraído muchísimo, por el senderismo, la montaña y el esquí y después está el día a día. En política, siempre hay un montón de gente trabajando en contra de lo que tú haces y, lo que es más triste, incluso entre los tuyos hay gente pensando en torpedearte. En esta empresa o en cualquier otra tienes la sensación de que todos los que están debajo van detrás y siguen la misma dirección. Alguno me sale por ahí fuera que trabaja en contra, como el Ayuntamiento de Granada, pero lo ves desde otra perspectiva.
-No tuvo un comienzo fácil: por primera vez en cuatro años, la temporada de esquí arrancó en diciembre
-Al final, uno se acostumbra a lo bueno muy fácilmente. Si se atiende a las estadísticas de los últimos 50 años, se percibe que la temporada ha empezado más veces en diciembre. Lo peor de este año no es sólo eso, sino el año tan seco que hemos vivido. Una semana antes del puente de la Inmaculada teníamos las caras descolgadas y una sensación de pánico porque no había perspectiva de que pudiéramos recoger dinero. Era un pánico compartido por los comerciantes y los hosteleros. Esto se convierte al final como en la agricultura: todo el día mirando al cielo, aunque en nuestro caso lo hacemos con satélites y ordenadores.
-¿El retraso de la apertura de la temporada romperá las previsiones económicas de todos los agentes interesados? Porque se contaba con abrir las pistas la tercera o cuarta semana de noviembre
-Para nada. Si se pregunta a los empresarios, se ve cómo se han recuperado totalmente. Están contentos. Se nota que la gente tenía mucha hambre de nieve; por eso, el forfait de temporada se está vendiendo muy bien. Con todo, ya hemos igualado los ingresos del año pasado en el que se batieron todo tipo de récords. Las ventas están un ocho por ciento por debajo, pero esta vez hemos empezado más tarde, por lo que no ha habido que contratar a tanta gente con antelación. En total, hemos superado todas las cifras gracias a la diferencia entre ingresos y gastos.
-Y las cifras hablan por sí solas
-De hecho, habrá dos o tres momentos puntuales a lo largo del año en los que va a haber que imponer números «clausus» aunque tengamos toda la estación abierta. A los comerciantes no les gusta, pero las pistas tienen una capacidad de absorber los esquiadores. Así, la gente vendría más a gusto y hay una cuestión por encima de las demás: la seguridad de las personas.
-¿Se estirará al máximo el cierre de la temporada para recuperar parte del tiempo perdido?
-Mi tesis es que una estación se abre cuando tiene nieve y el cierre se programa con nueve meses de antelación, nunca sobre la marcha. De esta forma, hay tiempo para hacer folletos, promocionar la estación y para que los touroperadores hagan sus paquetes. La fecha de referencia de este año es el 25 de abril.
En los Pirineos lo han programado para el 3 de abril porque la Semana Santa cae en la segunda semana de marzo. A partir de aquí los clientes cambian de mentalidad y empiezan a pensar en la playa. A nosotros nos quedará una tremenda travesía del desierto, aunque la nieve en la primavera de Sierra Nevada es bastante buena.
-A los empresarios les gusta que la temporada se adentre en mayo...
-Les he convencido de que la fecha elegida es la más adecuada. Me dijeron que iban a hacer propaganda porque están absolutamente de acuerdo. Su tesis es que tenemos un nuevo producto que es la nieve primavera y que, al mismo tiempo, hay clientela: los locos por la nieve. Pero a mí, que estas 500 o 1.000 personas esquíen hasta mayo me cuesta todos los días unos cuantos millones.
-¿Cómo es su relación con los empresarios y los ayuntamientos?
-Para la siguiente temporada quiero hacer un consorcio de promoción y los empresarios también están dispuestos a colaborar. Fijaremos de común la fecha de cierre y eso irá acompañado de una campaña y la venta de un nuevo producto que antes he comentado: la nieve de primavera. Los empresarios dicen que podríamos atraer a esos 500 o 1.000 esquiadores locos por la nieve que hay en todas las estaciones. No me he cerrado y creo que algunos podemos traer. Habrá que hacer un programa de gastos y de apoyo de la promoción donde tienen que entrar los empresarios, ayuntamientos y Cetursa.
-¿Se puede esquiar sin agobios?
-Para acortar las colas en taquilla hay varias mejoras de atención, como más facilidad de acceder a la compra del forfait o a la hora de su devolución. Después están las colas en los remontes y eso se reduce aumentando la capacidad de transporte. Ahí van dirigidas las inversiones. El telesilla Virgen de las Nieves va a ayudar a reducir las colas y, desde luego, si pudiéramos hacer el de Borreguiles, desaparecerían. Las aglomeraciones en pistas se rompen utilizando todo el dominio esquiable que tenemos. En la Laguna hay una dificultad de acceso, porque es para esquiadores expertos o medios-altos.
Queremos hacer un telesilla de salida y una entrada muy fácil a través de un túnel. Lo presentaremos el año que viene y tendrá 430 metros de longitud donde el esquiador intermedio y bajo-alto podría ir a la Laguna a esquiar. Todo esto ayudaría a acabar con las colas.
-¿También durante vacaciones y días festivos?
-Es solamente en esas fechas cuando se producen. Entre semana no hay colas. Esta estación tiene una capacidad de remonte de más de 8.000 personas/ hora, una cifra que muy pocas estaciones pueden dar. El problema es que todo el mundo entra por el mismo sitio y la mayoría de las estaciones tienen varios puntos de acceso. Baqueira-Beret cuenta con tres sitios más de entrada que el principal, y por lo tanto, no tiene cuellos de botella. Necesitamos cambiar el remonte de Borreguiles y hacer uno de alta capacidad.
-¿No se corre el riesgo de convertir Sierra Nevada en una Marbella con nieve?
-Eso es lo que no quiero que ocurra. Hay que realizar actuaciones de forma ordenada, hay que limitarlo. El esquiador que a mí me interesa, el que viene al hotel, tiene que tener servicios en la pista, servicios en los remontes y servicios en la ciudad que está. Ahora mismo, Monachil nos los está prestando en condiciones; hace lo que puede. Nosotros le hemos ofrecido montar un consorcio de mantenimiento de servicios donde, además del Ayuntamiento, va a estar Cetursa, la Administración andaluza, los empresarios y los vecinos. Entonces, mantengamos los servicios en condiciones, porque el día que convirtamos esto en un Torremolinos nos cargamos la estación.
-Hasta 2007 la Junta destinará 45 millones de euros para mejorar la estación. ¿A qué se destinarán?
-Hemos hecho una obra importante: el telesilla Virgen de las Nieves. Es de última generación, de seis plazas y tiene una capacidad de trasladar a 3.600 personas/hora. Por primera vez, rompemos el cuello de botella de Sierra Nevada (todo sale y todo termina en la plaza de Andalucía de la urbanización de Pradollano) y un remonte que puede meter al esquiador en pistas sale de lo alto de la estación, del peñón de San Francisco. Ahí ya hay un aparcamiento del que se le puede sacar provecho.
-Hemos hecho un esfuerzo muy fuerte en nieve producida y convertimos el frontal de la urbanización en una primera línea de playa de nieve. También se han inaugurado bulevares, hemos acabado el telesilla de Monachil, que estaba a medio hacer e íbamos a empezar el de Dílar, pero no lo hemos podido hacer porque el Ayuntamiento de Granada nos puso pegas. De las obras complementarias destaca la sustitución de un restaurante obsoleto que estaba en Borreguiles y tenía cuatro plantas. El de ahora sólo tiene dos alturas, otras dos subterráneas y se parece más al restaurante Monachil y Campanario. También hemos hecho un jardín de infancia, que es una especie de guardería con un edificio muy bonito, espacio alrededor y un remonte.
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