Al alcalde de Camprodon, Esteve Pujol, no le gusta que se le llame variante. “La variante es lo que nos hicieron hace muchos años para ir hacia el Coll d’Ares”. Y para evitar que arraigue la denominación no deseada ya le ha puesto nombre al nuevo vial: ronda del Mas Ventós, en recuerdo de una masía que tuvo que ser derribada para realizar el falso túnel que constituye la parte más espectacular de la obra. Sobre ese falso túnel, el Ayuntamiento urbanizará, en los próximos meses, un parque con juegos infantiles, una fuente, mesas para picnic y 130 plazas de aparcamiento. Una actuación semejante a la que el año pasado llevó a cabo en la zona de la Mare de la Font.
La nueva ronda, que ha costado 4.200.000 euros pagados mayoritariamente por la Diputación, supondrá cambios muy importantes en Camprodon, una villa que en los últimos años está sufriendo una transformación brutal, para bien y para mal. Se están construyendo nuevas urbanizaciones de manera vertiginosa al tiempo que ha cerrado una de las señas de identidad históricas: el hotel Güell, que será convertido en apartamentos.
La nueva ronda permitirá peatonalizar el centro histórico y terminar con el actual caos de coches invadiéndolo todo. La construcción de una estación de autobuses, que ya está en marcha, contribuirá al cambio que se prepara en el tráfico rodado por el interior de la ciudad.
Una transformación que, sin embargo, no será fácil, porque variar los hábitos de la gente no se hace en dos días. Convencer a los habitantes de Camprodon de que para llevar el niño a la escuela situada a 50 metros de casa no es preciso coger el coche será más complicado que dirigir el turismo rodado a las nuevas zonas de aparcamiento que se habilitarán en el entorno de la población.
Pero todo llegará y si uno intenta imaginarse lo que puede ser un centro peatonalizado y el entorno del puente viejo o del paseo Maristany libres de coches, entra en una galaxia muy distinta a la lamentable realidad actual.
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