Según fuentes consultadas del parque, en situaciones extremas como la de este año la muerte suele coger antes a ejemplares jóvenes con menor experiencia y resistencia para soportar la escasez de comida o a ejemplares adultos enfermos y debilitados.
Las mismas fuentes manifiestan que el invierno acostumbra a aniquilar la esperanza de vida de algunas especies que tienen su hábitat en el Parc, como el caso de los rebecos. Las marmotas no sufren tanto porque permanecen aletargadas y en periodo de hibernación, mientras que las truchas de los lagos desarrollan una hábil manera de sobrevivir, como es bajar a profundidades donde la temperatura alcanza los 4 grados sobre cero y allí permanecen inactivas y casi inertes a la espera de que mejore el tiempo. Las que lo tienen mejor ante este panorama son las especies carroñeras y depredadoras, como las águilas y buitres que ven aumentada su expectativa de comida con la mortandad de mamíferos.
Aludes, otro gran peligro
Pero después de la nevada otro peligro acecha a la fauna, como es el riesgo de aludes en la misma zona, que, según los expertos, amenaza la integridad física de los animales que no pueden evitar que la avalancha les arrastre y les produzca la muerte instantánea.
Sobre este tema, las mismas fuentes aseguran que desde el Parc no puede hacerse nada para salvar a esta población estable amenazada, ya que se trata de bajas naturales causadas básicamente por razones climatológicas que se escapan a cualquier intervención humana. Si se tratara de bajas por epidemias, como ocurre también con los rebecos, podría intervenirse como ya se hace, apuntan los expertos.
Población estable
La población estable de fauna más castigada en el Parc y su periferia parece ser, a partir de estos datos, la de rebecos, uno de los animales emblemáticos del área protegida.
La población de rebecos dentro del parque es de aproximadamente unos 1.600 ejemplares, lo que representa una media de 11'5 por cada 100 hectáreas. La presencia de rebecos en el área periférica del parque donde es también relevante y debe convivir con la práctica de la caza en la reserva Alt Pallars-Aran, representa una media de población de 6 ejemplares por cada 100 hectáreas, según datos facilitados por las mismas fuentes.
Otros datos facilitados señalan que la tasa de reproducción de rebecos en el Parc es buena y registra una media anual de 0'7 cabritos por hembra y la ratio de hembras y machos se sitúa en 1,70 hembras por cada macho.
Aunque las fuentes consultadas del parque recalcan que las bajas en invierno por el frío y la nieve son habituales, reconocen que este invierno este fenómeno se agudizará por las espectaculares nevadas y por el riesgo de aludes que elevará, sin duda, la cifra de bajas de algunas especies de población estable.
Al igual que con los restos de árboles muertos, la dirección no retira los restos de animales muertos dentro del área protegida porque así lo rige la normativa del Parc.
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