Hay que valorar, modas a parte, la capacidad de filtración de luz, de rayos ultravioleta y en que condiciones climatológicas las llevaremos, ya que un modelo de varilla -las gafas normales- no cumplirá bien su cometido si somos de aquellos que esquiamos con ventisca o niebla. En estos casos lo más aconsejable es disponer de una gafas de mascara.
Las hay de pantalla simple o doble (estas últimas aseguran el antivaho permanente). Los modelos de máscara también se fabrican con una mayor profundidad para facilitar el ajuste interior a las monturas normales. Para la práctica del esquí los modelos aconsejables tienen una capacidad más grande de absorción para evitar las radiaciones producidas por el sol y la nieve, aunque en la actualidad prácticamente todas filtran el 100 % de los ultravioleta UV.
No bastan unas gafas oscuras por muy bonitas que sean. Un cristal/plástico oscurecido sin el filtro apropiado engañará la vista creando el efecto sombra. El ojo relajado, abrirá la pupila para permitir mayor entrada de luz, pero la falta de filtro de las gafas hará que toda la luz dañina atraviese también el cristal/plástico y penetre en el ojo, lesionándolo temporal o permanentemente. Las gafas son objetos funcionales que tienen una finalidad protectora de la vista en condiciones extremas. Llevar un modelo inapropiado puede ser tan peligroso para la vista como exponerse al sol sin protección.
Las precauciones y las exigencias oculares de los esquiadores españoles no deben ser excesivas ya que recientemente se ha hecho público un estudio del Instituto Oftalmológico de Alicante donde se destaca que el 20 % de personas que practican deportes de invierno padecen enfermedades de la visión por la falta de protección adecuada.
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