Los que esquiamos en las estaciones de la cara sur del Pirineo, a menudo nos sentimos como los parias de la nieve, aquellos que no están tocados por la varita de los dioses blancos. Somos los plebeyos de las montañas, que tenemos que soportar cómo la nobleza blanca, aquella que esquía en estaciones lejanas en la cara norte nos va mostrando semana tras semana imágenes de nevadas épicas. Y nosotros, eso sí, siempre morenos del sol que luce en nuestro cielo, porque no se puede tener todo, y nosotros tenemos la exclusiva del buen tiempo. Bueno, y también la de los trayectos cortos.
Pero la temporada pasada fue diferente. De hecho, fue mágica. De repente, se invertían los papeles. Mientras los poderosos tenían que carretear nieve para poder abrir con un mínimo de dignidad, los de abajo empezábamos la temporada a lo grande y el powder era protagonista de casi todos los fines de semana. Pero a los del sureste no nos gusta ser más que nadie, así que nos alegramos cuando las penurias de los demás se convirtieron en la normalidad, es decir, nieve abundante. Y así fue pasando la temporada, con muchísimos fines de semana abriendo traza. Creo que hablo en boca de muchos cuando digo que la pasada será una de las temporadas que recordaremos por mucho tiempo. Porque además, el buen tiempo acompañó siempre. La nieve llegaba por las noches y por la mañana salía el sol. Vamos, que no se podía pedir más.
Y ya que la cosa se acerca.... ¿te imaginas una temporada igual? Creo que si cada uno de nosotros tuviera en sus manos poderla repetir, haría lo que fuera para conseguirlo. Por desgracia (o por suerte, que no deja de ser la magia de nuestro deporte), no depende de nosotros, pero empecemos a soñar y disfrutemos pensando en una temporada como la vivida. Y de paso, podemos poner un cirio a Nuestra Señora de las Nieves, que oye, de momento parece que funciona...
¡Que tengáis otra gran temporada! ¡Powder para todos!