Como cada año, el comienzo de temporada suele ser entretenido, un verano caluroso, con un otoño seco, pero que cambia repentinamente en noviembre con una sucesión de frentes que se adueñan del Pirineo. Parece el sueño de todo esquiador, pero en las últimas temporadas suele ser la tónica habitual (con pequeñas variaciones sobre todo en la parte final…).

Sea como fuere, la temporada para un esquiador sabemos que empieza en agosto, donde en la montaña ya se pueden ver indicios de cómo será el invierno, o eso queremos ver, ya que nos hacemos nuestra propia previsión. Estando en la piscina, observamos si es un año donde proliferan mucho las avispas, si hay muchas bellotas en el suelo, observamos si la primera semana de agosto es inusualmente cálida, si las cebollas son demasiado grandes, etc. Y es que según nos cuentan los lugareños, son claros indicios de lo que ocurrirá el próximo invierno en cuantos a nevadas se refiere.

A comienzos de septiembre, cuando las temperaturas empiezan a dar un respiro, es otro momento donde los esquiadores nos empezamos a acordar de nuestro deporte favorito, revisamos el material, y empezamos a soñar con viajes de esquí e incluso con nuevo material de esquí.

En octubre seguimos observando la meteorología, ya que suele ser el mes del viento sur, las aves migratorias hacen su particular viaje y empezamos a revisar las previsiones a largo plazo, si será niño o niña, si afectará a nuestras montañas etc.

Entramos en noviembre y seguimos alerta con todo lo que ocurre a nuestro alrededor meteorológicamente hablando, ya que las mañanas pueden llegar a ser frescas, algún frente de lluvia nos visita y alguna tímida nevada cae en la montaña.

Según nuestro chequeo mental va todo en orden, ya que está haciendo lo que creemos que debe hacer en cada estación, verano buen tiempo, en otoño viento sur, y según nos acercamos al invierno las temperaturas van descendiendo y los frentes van entrando.

Tras repasar todo lo que ocurre previo al invierno, llega el momento de la verdad, donde todos los comienzos de temporada suelen ser moviditos, con las tensiones habituales, y es que la entrada de pequeños frentes de nieve, nos ponen los dientes largos, nos aceleran las pulsaciones, haciéndonos soñar con un gran invierno a los esquiadores.

Por fin llegamos a diciembre, y es la fecha que todo esquiador tenemos muy marcada en la cabeza, con en el puente de la inmaculada como bandera, para el pistoletazo de la temporada.

Sabemos que la meteorología no es una ciencia exacta y se comporta caprichosa cada año, habiendo años que nos permite soñar más si cabe y hay otros que nos hace esperar más de lo deseado.

Pero todos sabemos, ya que nuestros antepasados o lugareños entrados en años nos recuerdan, que la temporada años atrás empezada en fechas previas a Navidad y no en el puente de diciembre, pero es algo que los esquiadores en la actualidad no queremos vivirlo.

Hay temporadas con arranques espectaculares, ya que la sucesión de frentes continuos durante las primeras semanas de noviembre, hacen presagiar una gran temporada, como fue el caso por ejemplo del 2019.

En cambio, hay otros años donde los frentes de lluvia del mes de noviembre y comienzos de diciembre dan al traste con la fecha prevista de arranque, y se retrasa el arranque a navidades o incluso a enero como ocurrió en 2018, abriendo Candanchú por ejemplo el 11 de enero, con lo que supone para la mente del esquiador.

A veces sucede que diciembre y enero suelen ser meses anticiclónicos y los ansiados frentes no acaban de llegar, cosa que desanima a los esquiadores avidos de querer conseguir nieve polvo donde flotar.

Además del bloqueo anticiclónico no permitiendo la entrada de borrascas, tampoco permite la fabricación de la nieve artificial dadas las temperaturas, con inversiones térmicas marcadas, por lo que la desesperación en la mente del esquiador puede hacer mella. Son días para disfrutar de otro tipo de esquí, pero a los que nos gusta el pow nos inquieta.

Son días para disfrutar de las pistas, ya que las estaciones se aferran por tener las pistas perfectamente fresadas, días de buena visibilidad y gente disfrutando del buen tiempo.

Y cuando ya parece que el anticiclón se retira para dar entrada a las borrascas, llega una potente borrasca que deja agua a tope en el Pirineo. Una vez más el carrusel de temperaturas da al traste con las ilusiones de muchos esquiadores, que ven ríos de agua en la nieve, otra vez tocando la mente del esquiador.

No contentos con el desastre por la pérdida de espesores, ya sabemos qué ocurre cuando llueve en la nieve descendiendo las temperaturas, que la nieve se pone como el mármol, y es en esos días donde te das cuenta de la importancia del material de esquí. Sabemos que los esquís-botas-fijaciones juegan un papel fundamental en nuestra manera de esquiar, en nuestro disfrute, y sobre todo en nuestra seguridad.

Por todo ello los esquiadores somos unos sufridores de la meteorología y de las condiciones de la nieve, que va muy ligada a la meteorología, por lo que nos pone a prueba nuestra mente constantemente.

Cuántas veces hemos soñado que llega un frente de nieve polvo, y finalmente entra con más viento del esperado, o incluso con agua al final de la borrasca, dando al traste con nuestro soñado día de esquí. Eso por no hablar que incluso se cierran remontes o la estación de esquí entera por las malas condiciones y te quedas con las ganas…

Pero no todo son desgracias en la mente del esquiador, y es que los días de gloria se viven como son, intensamente y sabiendo que no siempre podemos disfrutar de las condiciones deseables en nuestras queridas montañas y debemos disfrutar al máximo aprovechando el momento.

Como solía decirle a un amigo que siempre me preguntaba si el fin de semana haría bueno y habría condiciones, yo siempre le decía que subía para verlo IN SITU, ya que en infinidad de ocasiones tras la tormenta llega la calma y a poco que se abra el goce es máximo.

Incluso los días de nevadas son días de disfrute máximo, y es casi de obligado cumplimiento subir a esquiar (IN SITU), ya que en nuestras montañas los días de nevadas la gente se queda en casa y estamos cuatro gatos disfrutando de lo que nos gusta, pero esto nos es lo que ocurre en otras latitudes, siendo incluso días fuertes de afluencia los días que nieva.

Por ello, a veces organizamos viajes a lugares donde las condiciones de nieve sean algo más estables o seguras para nuestros intereses, pensando que tenemos un mayor porcentaje de acierto para coger las condiciones que estamos buscando, y así sanear nuestra mente.

Como anécdota, todavía recuerdo unos de esos frentes que nos devolvía la sonrisa, la situación mejoraba, pero cinco días después, la maldita pandemia Covid echaba al traste con todas nuestras ilusiones, todos nuestros proyectos y todos nuestros objetivos en esa temporada, ya que las estaciones de esquí se veían obligadas a echar el cierre, para ir poco a poco parando la actividad en nuestras montañas, ciudades, empresas, etc….

Mientras duró el estado de alarma una sucesión de frentes barría el Pirineo, ante la incredulidad de la mayor parte de los esquiadores que no dábamos crédito a lo que estaba sucediendo, ya que había nieve, pero no podíamos aprovecharla, algo nuevo en nuestras mentes.

Creo que nos gusta tanto esquiar, porque pese a ser un deporte muy dependiente de las condiciones, meteorológicas, estado de la nieve, aludes, acondicionamiento del terreno etc, es un deporte que nos aporta muchas alegrías y disfrute a la mente del esquiador, donde cada año nos encanta vivir este carrusel de emociones y ver qué nos deparará cada temporada, viviendo intensamente no sólo el invierno sino desde el verano con toda la previa, 10 meses de temporada ( de agosto a mayo).
A descansar que esto vuelve en breve.......

Agradecer la colaboración a MDV SPAIN (Marker, Dalbello y Volkl) en estos reportajes.