El tiempo pasa de un modo inexorable, pero las grandes joyas permanecen imperecederas. Se cumplen 70 años del estreno de una de las grandes odas a la montaña a través del cine. "Cimes et Merveilles" marcó un antes y un después en la historia del alpinismo galo, abriendo las puertas a directores como Marcel Ichac, que arrasarian a nivel internacional. En 1956, el gran Maurice Herzog publicó un trabajo titulado “La Montagne” donde describió la película dirigida por Paul Gayet-Tancrède (alias Samivel): - "Como si de un poema épico dedicado a la montaña se tratase pues el filme de Samivel describe a la perfección muchos de los elementos que configuran las ascensiones a las grandes cumbres alpinas desde una óptica poética”. Mas que un director, Herzog le define como: - "Un gran pintor de la naturaleza que compone un poema en imágenes para mayor gloria del universo alpino”.
Totalmente de acuerdo con Herzog, me atrevería a afirmar que Samivel va más allá y dado su interés por la exploración y la ciencia en si, en “Cimes e Merveilles” podemos apreciar su sed de transmitir conocimientos de una forma muy didáctica, entusiasta e incluso romántica. Sus inicios en Paris como profesor de historia y sus viajes por todo el mundo le ayudaron a transmitir sus emociones y sus inquietudes de una forma llana y al mismo tiempo muy poética. El documental ganó el primer premio internacional en el Festival de Montaña de Trento en 1952. Francia sentó las bases de un cine de montaña elegante, sobrio, con grandes dosis de romanticismo y una técnica de filmación depurada.