Ojalá se siguieran haciendo serigrafías tan bonitas como estas. No pido nada más. Mirar abajo, ver mis Blizzard Alu y pensar que son los esquís más bonitos de la estación me pone cachondo.
Lo más difícil de todo fue encontrar un par sano... es decir, que los cincuenta y un años a cuestas no se le notaran... tuve la suerte de cara, ya que localicé dos pares exactamente iguales, pero unos usados y los otros ¡nuevos del todo! Un par de watsap después, los nuevos, los nunca usados, ya eran míos. ¡Gracias Antonio, por tu comprensión y ayuda!
Herr Arnsteiner, el austriaco fundador de Blizzard registró varias patentes muy interesantes como los famosos Thermo de los años ochenta, en los que por primera vez los esquís tenían derecho e izquierdo obligado por ser de construcción diferentes.
Pero antes de los Thermo, ¿que hacía el bueno de Anton? pues por ejemplo, en sus top gama de fibra de vidrio y aluminio para la temporada 1969/1970 darse el lujo de serigrafiar en el esquí algo tan pomposo como Seiten- Oberfläche aus verchleissfestem Phenol, durchgehende auf Gummi elastisch gelagerte und verklebte Profilkante, eingebauter spitzen- und endenschonender Fastexbelag, lo que en nuestro idioma es algo así como Laterales de superficie de fenol resistente al desgaste, borde de perfil continuo montado elásticamente y pegado sobre caucho, recubrimiento Fastex incorporado que es suave en puntas y extremos.
Para ver cómo funcionaba la apuesta de de la casa para intentar contrarrestar los Strato de Rossignol y los VR 17 de Dynamic, hay que sacarlos a pasear y ver como esquian. Pero... ¿Estaré yo a la altura de estos esquís?
A pesar de ser nuevos no tengo muy claro si se van a poder exprimir sin miedo a roturas o que el esquí esté pasado ya de materiales y me den un susto, pues han cumplido ya medio siglo.
Ponerlos a punto no ha sido dificil pero si un poco laborioso. Lo más importante ha sido sacar las Tyrolia 500 de pivote de la época, ya que pesar de ser nuevas, no me fio un pelo de sistema de release de cojinetes y por su aparente fragilidad. Con unas botas de plástico de 2020 no se puede probar a ver qué pasa con unas fijaciones de 1969 por muy nuevas que estas estén.
He montado un par de Salomon 977 Equipe con Driver de 1992 en las punteras y vivos colores, que le dan al ski una apariencia mucho más robusta, racing, agresiva y a la postre, sé que voy a esquiar seguro.
Con unas botas de 2020 y estas fijaciones voy a poder apretar lo que quiera el esquí y exprimir a tope las cualidades de los esquis que espero se sigan manteniendo. En lo que no he perdonado ha sido en el montaje de las mismas. Dos centímetros por delante del punto sugerido por el fabricante. No me la quiero jugar. Esquio conduciendo y con estos esquís hay que esquiar muy diferente, mucho, por lo que necesito confiar en que el esquí va a comportarse un poco más a mi gusto, que entre sin temor en curva cuando yo se lo pida.
El resto ha sido coser y cantar. Solo he tenido que limpiar un poco los cantos y encerarlos bien por que después de 50 años sin haber tenido nada de cera, he pensado que debía pasarme.
Puestos en los pies se vuelven de plomo. Me llevo una buena sorpresa, pues no creía que el peso se fuera a notar tanto... un esquí con fijación pesa exactamente 3.469 gramos y siete kilos en los pies se notan. Mientras subo en el telesilla, me asaltan dudas. ¿seré capaz de hacerlos girar? son solo diecinueve centímetros más largos que mis esquís de freeride, por lo que esta diferencia no debería notarla, pero el peso....eso es otro tema.
La primera bajada es para adaptarme... si... recordar que no debo carvear y tengo que esquiar diferente para no darme un beicon en la primera curva. Los primeros giros a poca velocidad son pesados y parece que el esquí quiere seguir recto... no vamos bien. A medida que voy adquiriendo velocidad noto que el esquí se va aligerando.. es una curiosa sensación que me anima a apretar un poco. Meto las rodillas y el esquí empieza a responder... gira y no lo hace nada mal. Me voy animando y claramente noto que el esquí quiere precisamente esto: velocidad y fuerza. Si meto las rodillas, lo que al principio me cuesta, los nuevisimos cantos muerden con fuerza la nieve y su construcción de fibra de vidrio y aluminio hacen que el esquí aguante brutalmente dentro de la curva. No se van ni un milímetro y es la gran sorpresa de la mañana. El aplomo en la curva es brutal. Los cantos muerden hasta límites increíbles, pues en mitad del giro crees que te vas a ir a coger margaritas y no, los esquís siguen girando sin problema, sin irse a ningún sitio y por donde tu les haces ir. Solamente cuando me despisto y quito apoyo me llevo algún susto, ya que entonces el esquí deja todo lo que estaba haciendo y sigue absolutamente recto. Fácil irse al suelo.
Unos esquis que atraen la atención. Bonitos por todos lados.
Y empieza el festival. Ya en la segunda bajada veo que puedo extraer mucho más de estos bonitos esquís. Me atrevo con giros cortos y rápidos y ahí es donde se salen. Vale, hago trampa o esquío a la antigua, levantando el interior para cargar el exterior, si, pero cuando cargas el exterior, el esquí agarra de forma brutal y en el mismo instante que descargas para el siguiente giro, el propio esquí es el que te ayuda empujando hacia arriba de tal forma que la transición entre un giro y otro es rapidísima, increible.
Prácticamente en la tercera bajada ya los tengo por la mano y a partir de este momento solo era cuestión de disfrutar, disfrutar y disfrutar. Ha habido un poco de todo. Alta velocidad, giros largos de gigante, giros medios, godille, eso sí, todo sin conducir como hoy en día, pues estos esquís no quieren saber nada de nuevas técnicas. Me he atrevido a hacer algún schuss para coger velocidad y comprobar como iban y a pesar de ser una medida corta para descenso, su aplomo ha sido total, sin duda ayudado por la larga y profunda canal en la suela lo que me ha dado confianza para llevarlos muy planos y ahí se ha notado el aumento de velocidad. Un gustazo. Juzga tu mismo.
Han ido pasando las horas y mi confianza ha ido aumentando, tanto que incluso me he atravido a aventurarme en un cortísimo fuera pista en el que un nevero aún guardaba unos giros en nieve virgen y la verdad es que no he notado diferencia entre llevar los Blizzard o los míos de freeride.
La conclusión de este test. Me cuesta entender cómo podían los esquiadores de la época llevarlos con botas de cuero, por muchos ganchos que tuvieran. Creo que estos esquis estaban muy por encima de las botas de su tiempo. No es de extrañar que fueran la gran apuesta de Blizzard para competir contra los gigantes como Rossignol y Dynamic, pues el esquí es sorprendentemente bueno y algo tendrá que ver todo ese texto serigrafiado y el buen hacer de la casa Blizzard, combinado el aluminio con la fibra de vidrio.
No es un esquí de gigante o de especial. Es un verdadero polivalente con el que cambiando la medida, podrías correr fácilmente en una u otra habilidad. Sorprendentemente ágil en alta velocidad, el aplomo con el que gira da una seguridad brutal al esquiador. Después de una larga jornada los esquís han acabado tan nuevos como al comienzo. No se han cruzado ni una sola vez y por eso han vuelto al garage practicamente como han salido por la mañana... y si me preguntas a mi, ¡si!, no solo van bien, si no que bonitos ¡lo son un rato!.