3-1-2011 De Madrid...a Salamanca

3-1-2011 De Madrid...a Salamanca
Llego a Madrid y veo a una chica con un carrito (supongo que a estas alturas ya sabéis lo que significa para mí). Le pido de donde lo ha sacado y los localizo, pero no tengo cambio.
Llego a Madrid y veo a una chica con un carrito (supongo que a estas alturas ya sabéis lo que significa para mí). Le pido de donde lo ha sacado y los localizo, pero no tengo cambio.

Busco alguien que tenga dos monedas de euro y me fijo en un chico alto y rubio, cargado con una mochila y voy hacia él. Para mi sorpresa habla castellano y me resulta más fácil pedirle cambio.

Con todas las cosas metidas dentro empezamos a hablar. Se llama Luc y también viene de Sierra Nevada, donde ha estado haciendo montaña.

Hay gente en la estación, lo que me hace pensar que quizás no cerrarán, pero al cabo de pocos segundos un vigilante de seguridad va invitando a la gente a marchar y a esperar en la calle hasta las cinco de la madrugada para volver a entrar.

Pasamos un buen rato hablando Luc y yo, sobre el esquí, sobre viajar, sobre la montaña, sobre la vida ...
Él tiene que ir a una calle donde no llega ningún transporte público excepto los taxis, que esperan a que alguien quiera aprovechar sus servicios.

Finalmente nos despedimos.

Me queda poco más de una hora hasta que no abran de nuevo Madrid estación Sur.



Me sorprende ver estrellas en el cielo.

Lo primero que hago cuando se abren las puertas es ir al baño. Es un poco incómodo hacer las necesidades y vigilar las cosas a la vez, pero lo consigo.

Busco un enchufe donde conectar el cargador del móvil y encuentro uno tras unas máquinas expendedoras de billetes.

Intento disimular, pero un vigilante me ve y me pregunta qué estoy haciendo. Le digo, con un poco de miedo, pero parece que no hago nada malo porque me deja hacer.

Al cabo de un rato viene otro chico, y éste sí que pone pegas a que haga uso de la electricidad en ese lugar. Yo me enfado un poco, pero acabo teniendo que trasladar la parada a otro lugar.
Allí conecto el ordenador y organizo las fotos y los videos que he hecho. Pero el sueño me vence y se me cierran los ojos.

A las ocho empiezo a prepararme. Meto todo en su sitio y voy al baño.

Cuando salgo esquivo a una chica, que se sorprende de mi facilidad conduciendo un carrito cargado a tope marcha atrás sin chocar con nada ni con nadie.

Bajo a los andenes y allí me vuelvo a encontrar la misma chica.

Llega mi transporte y resulta que la chica en cuestión también sube. Además, ella y la chica con quien habla están sentadas en los asientos detrás de mí. Hablan en inglés, sobre todo ella. Su amiga escucha.

Cuando salimos de Madrid, saco la cámara y empiezo a documentar mi marcha de la capital, hasta que al cabo de un rato me giro para tener un poco de conversación, un poco avergonzado por mi aspecto y mi olor corporal.





Resulta que Marta es tarraconense, pero vive en Barcelona. Mónica es de Los Ángeles, pero vive en Madrid. Y las dos han decidido pasar un día en Salamanca. La coincidencia maravilla a Marta, yo estoy demasiado cansado como para demostrarlo, pero también me fascina que el Destino nos tenga reservados estos momentos.
Les pregunto donde dormirán y primero entiendo que la habitación les costará 40 euros, cuando en realidad son 14 € en un youth hostel. Después de pasar varias noches sin dormir bien ni poderme lavar no me apetece, para nada, ponerme a buscar alojamiento y el precio entra dentro de mi presupuesto.

Llegamos a Salamanca. Mientras ellas van a mirar horarios para mañana yo pregunto en información donde está el hostal donde nos alojaremos y cómo llegar.

Con un plano en la mano y el número de autobús que nos llevará hasta allí salimos fuera.

El conductor de la línea 4 es muy amable y tiene una conversación con Mónica porque él viajó a Estados Unidos hace poco y tiene un buen recuerdo del viaje.



Llegamos al hostal, nos ponen en una habitación de veinte camas, escojo una de entre las que no están ocupadas y me voy de cabeza a la ducha.

Ya más persona pregunto para hacer una lavadora, pero no podré hacerlo hasta la noche, pues están arreglando no se qué. Ocupo la parte izquierda del armario con mis cosas, ya que nadie lo estaba usando.

Conecto el ordenador y trabajo, escribiendo y pasando a limpio todo lo que puedo hasta que el cuerpo y la mente me piden un descanso.

Cuando me levanto han pasado cuatro horas, me duele la cabeza. Llamo a las chicas pues habíamos quedado así. Tengo ganas de salir y desconectar, pero no tantas como las que tengo de quedarme durmiendo y preparar un poco el día de mañana.

Me preparo la ropa y el material. He decidido que al día siguiente quiero ir a Sierra de Béjar y me tengo que levantar temprano.

Va viniendo gente a la habitación, pero no rompen mucho mi sueño.

0 Comentarios Escribe tu comentario


    Escribe tu comentario





     

    Si este mensaje tiene un solo insulto, no te molestes en enviarlo, porque será eliminado.
    AVISO: La IP de los usuarios queda registrada

    Los comentarios aquí publicados no reflejan de ningún modo la opinión de Con un par...de esquís. Esta web se reserva el derecho a eliminar los mensajes que no considere apropiados para este contenido. AVISO: La IP de los usuarios queda registrada, cualquier comentario ofensivo será eliminado sin previo aviso.



    Lo más leído: