En los últimos años la formación de profesores en España ha sufrido grandes cambios, y la mayoría de ellos para bien. Con todo, todo se puede mejorar; así que haciendo uso de este lugar privilegiado, donde puedo decir - de momento - lo que me da la gana, voy a disertar un poco acerca de lo que me gustaría ver en la formación de los profesores, y sobre lo que yo creo que los clientes - quienes nos dan de comer - van a demandar en el futuro.
Una de las primeras cosas que me llamaron la atención al ver los cursos que se están haciendo en España es la excesiva focalización en el esquí alpino de competición y la ausencia casi total de lo que están siendo las demandas del esquí "real" en el mundo: fuera de pista y "freestyle". Ello es comprensible ya que el esquí alpino de competición contiene, digamos, la "base" y es un buen punto de partida para comprender los mecanismos por los cuales llegamos a esquiar, no obstante, creo que ya es momento de empezar a plantearse añadir cosas nuevas, y así, de hecho, lo están haciendo ya algunos centros.
En numerosos países existen certificaciones especiales para esto que digo y, en otros, al menos, tener un nivel mínimo en baches, saltos, parque de nieve y fuera de pista es un requisito para obtener la máxima titulación. Por poner un caso concreto, en EE.UU. exigen para el Nivel III - aparte de las mismas cosas prácticamente que aquí - ejecutar maniobras básicas en el half-pipe, llevar a cabo saltos y, por supuesto, bajar baches "de verdad" y con fluidez en una pista negra. En cuanto al esquí fuera de pista, es necesario demostrar todo tipo de radios y virajes en todo tipo de nieve en un terreno que, a veces, es realmente exigente. En Austria, igualmente, para obtener el diploma hay que pasar el llamado "curso de alpino" en el que se obtiene una más que sólida formación de esquí de montaña. Ni que decir tiene que consideran, además, que quien no es capaz de dominar los baches no es capaz de conocer en su verdadera dimensión el esquí moderno.
Los cursos de formación podrían incluir estas exigencias y, por otra parte, además de ello, podrían hacerse certificaciones específicas para cada especialidad de manera que, por ejemplo, un profesor titulado en fuera de pista conozca no solo la técnica sino además, efectivamente, todo lo relacionado con la seguridad, el entorno, las tácticas y las estrategias necesarias para mover por la montaña a un grupo de alumnos. Lo mismo podemos decir de quien meta a unos chavales a saltar en el parque de nieve o se aventure a pulir el nivel de sus alumnos en una pista de baches ya que, ambas cosas, sobretodo los saltos acrobáticos modernos, requieren una especialización y unos conocimientos técnicos que exceden con mucho la técnica del esquí alpino de base.
Por otra parte, también veo que se ha hecho un gran trabajo en la especialización para trabajar con niños, sin embargo, no tengo noticias de nada relacionado con las personas mayores. No hay que perder de vista que la población envejece y que, en consecuencia, habrá que atender las demandas tanto de los chavales como las de los ancianos que, con gran poder adquisitivo, tiempo libre y ganas de disfrutar la vida, van a empezar a poblar y a visitar con mayor asiduidad las estaciones de esquí.
Y, en fin, para no hacer esto demasiado extenso creo que hoy tenemos suficiente con este par de pinceladas, de modo que me despido no sin antes hacer una reflexión final. Veo que muchos profesores noveles salen "ahí a las pistas" sin tener muy claro qué es exactamente esta profesión, qué se puede esperar de ella y, muy importante, qué clase de compromisos adquiere uno con el esquí, con la montaña, con sus alumnos y con el resto de sus compañeros de trabajo cuando decide vestir el uniforme profesor de esquí. Como este tema es largo y complejo lo dejamos para otro día pero, de momento, los compañeros (y los clientes) podemos ir rascándonos la cabeza y pensando en ello.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2007
Fotos cortesía de András Végh y JoSchi Schi Schule Hochkar