El esquí es un deporte complejo en el que, además, uno debe adaptarse a las condiciones cambiantes del entorno. Tradicionalmente, la enseñanza del esquí ha ido orientada a salvar estas dificultades y, en consecuencia, el aprendizaje del esquí ha sido siempre un trabajo arduo, lento y difícil.
Pero también es verdad que la didáctica ha evolucionado mucho y hoy, buscando la simplicidad, la enseñanza se ha vuelto más eficiente. Uno de los mayores avances en la práctica del esquí es la focalización en los pies: pensar en lo que se hace con los pies al deslizar, facilita extraordinariamente las cosas en todos los niveles.
Esto tiene un fundamento doble: por una parte, para llevar a cabo ciertas tareas complejas no es necesario deslavazarlas y analizarlas sino buscar el fin que se persigue y, por otra parte, cualquier gesto motor relacionado con el equilibrio plantar recibe información y estímulos de varias fuentes pero, principalmente, de los receptores táctiles y cinestésicos de los pies.
Todo este rollo que acabo de soltar se resume en algo muy simple, si pienso en lo que hago con los pies esquiaré mejor y guardaré mejor el equilibrio porque notaré antes qué pasa allá abajo y porque la regulación de este sentido tiene como elemento destacado la planta del pie.
Aparte de todo, hay un truco muy sencillo para comprobar que los pies son parte fundamental de lo que hace el resto del cuerpo. Sentémonos con los pies planos en el suelo e intentemos apoyar sólo la parte interna del pie derecho; observaremos cómo la rodilla gira hacia el interior de manera involuntaria. Sin embargo, volviendo a la anterior posición, rotemos sólo la rodilla y comprobaremos que el pie puede permanecer plano en el suelo (y sin cambiar de dirección) aún cuando se mueve el resto de la pierna. Hagamos esto mismo de pie, y encontraremos que ocurre exactamente lo mismo: cuando el movimiento parte de los pies el resto de las articulaciones se ponen en acción, pero si movemos las rodillas o las caderas, los pies no cambian necesariamente de dirección o de posición.
¿Qué aplicación práctica tiene esto en esquí? Si me acostumbro a pensar en los pies, por ejemplo, imaginando que dibujo con ellos la curva que pretendo describir, y trato de sentir los cantos como una prolongación de los mismos, conseguiré cortar en la nieve de una manera más fluida y eficiente; además, para mi sentido del equilibrio será más fácil mantenerme centrado encima de las plantas en las que estoy focalizado ¿Para qué queremos más?
¡Buenas huellas!
Carolo © 2001