Buscar la nieve, perseguirla, ahí donde esté. Y si está en todos lados como sucede en 2.022, habrá que esforzarse. Manejar interminables kilómetros, tomar largos vuelos y soportar agobiantes esperas en aeropuertos. La vida del reportero de nieve es muy sacrificada.
Dichas estas flagrantes mentiras (especialmente la última), les comparto esta primera etapa de la visita que realizamos por tres centros de esquí de la Patagonia Continental Argentina. El viaje original incluía cinco, pero por dificultades organizativas debió reducirse. A no quejarse, que no es poco y mucho menos, malo. Todo lo contrario.
Rumbo Sur, hermosa Ruta 40. LLegar, comer, dormir. Al otro día empieza lo bueno: Chapelco, primer día, 02 de Agosto.
La temperatura acompaña a medias, la nieve más que otros años. Igual, lo fantástico es que se podrá esquiar hasta la base, aunque aparezcan algunos manchones de tierra perfectamente evitables.
No hay que lamentarse demasiado en este caso. Lo mejor de los centros de esquí visitados en esta oportunidad está de cota media para arriba, y no lo digo solo por calidad de nieve, si no ante todo por cantidad y calidad de pistas y medios de elevación. Es el caso de Chapelco.
Post pandemia, y fruto de las fuertes restricciones cambiarias imperantes en el país, sumado a las dificultades impuestas por las autoridades nacionales a la compra de pasajes aéreos, el turismo nacional experimentó un fuerte incremento. El esquí no es la exepción. Hay mucha gente viajando, y hay mucha gente en todos lados.
En el caso de San Martín de Los Andes y Chapelco, estamos hablando de destinos de los más buscados.
Y Chapelco batió record de concurrencia. Lo había batido durante las vacaciones escolares de invierno. Pero lo que al menos a quien esto escribe es que durante nuestra primera visita un día martes, lavorable, ya terminadas las vacaciones de los estudiantes, el cerro registró una concurrencia del 90% de ese record batido una semana antes. Un directivo de Vail Resorts, días atrás, declaró que "No construyes una iglesia solo pensando en la concurrencia del domingo de pascuas. Tampoco un centro de esquí para los días de máxima afluencia".
Pero cuando la montaña tiene mucho para dar, el visitante tiene también mucho para aprovechar. Se trata de buscar el lugar justo en el momento adecuado.
Tratar de evitar el siempre congestionado sector medio de la montaña, donde las sillas Doble 63 y Graeff habitualmente colapsan. Buscar tal vez por la mañana el sector "derecho", la zona de la telesilla desembragable "Rancho Grande" y aprevechar la pista Pioneros hasta la base.
Hacia mediodía el sector del Poma del Filo empezaba a "aflojar", por lo que era una excelente opción si estabas dispuesto a enfrentar las bañeras, bumps o vumps (vos elegís el término, yo todavía no sé cuál es el correcto) que la alta concurrencia había ido dejando (algunos todo un desafío).
Durante o después, la zona de Pradera del Puma siempre te da alegrías. Tiene la magia del sector oculto, ese que no ves hasta que estás ahí. Ves desfilar a esquiadores y snowborders por la Travesía Alta o la Baja, y perderse. Te dan ganas de ir vos también. Lo más importante claro lindas pistas, y buena nieve.
Arriba el Volcán Lanín, visto desde el retornode la silla del Mocho. Ícono de la Patagonia y extremo oriental del cinturón de fuego del Pacífico.
Para la vuelta de Pradera (y luego de esperar pacientemente en la fila de alguno de los telesquíes Del Puente), broche de oro de una linda jornada de esquí, la que tal vez sea la pista más famosa, la más reconocible del país: Panamericana. Haciendo slalom, cuña o en schuss, para terminar el día con una sonrisa digna de emoji.
Y otra vez. Rumbo Norte, hermosa Ruta 40. LLegar, comer, dormir. Al otro día sigue lo bueno: Chapelco, segundo día.