Sierra Nevada, la Reina del Sur
Tengo las emociones a flor de piel: Sierra Nevada es la estación 33, la última del reto que me ha llevado por toda la Península esquiando todo el dominio azul y rojo disponible. Además, hace un día de sol claro y nubes rápidas, espectacular bajo la luz de Andalucía. Y encima tengo un fantástico guía, un forero local de Nevasport, que me está llevando a todos los rincones de la estación, incluidos algunos fuera de pista mágicos.
Algunos me criticaréis, y con razón, que en este artículo de Sierra Nevada también me salto el guión de otros anteriores. No pertenece al mismo género. Lo siento. Pero me he enamorado en Sierra Nevada y necesito escribir emocionalmente. Cuando me pregunten al final de este largo viaje por toda la Península cuál es mi estación preferida, seguiré con muchas dudas. ¿Cómo elegir? Afortunadamente, no es imprescindible. El esquí no es monógamo. Se puede ir a varias estaciones y amarlas a todas. Sierra Nevada está en el top, eso seguro, muy arriba.
Pero si me preguntan por mis rincones preferidos, uno de los que opta a la pole es La Laguna de las Yeaguas de Sierra Nevada. Me hubiera pasado los dos días tirándome por La Trucha y por La Olímpica, por todas sus variantes, y parándome a ver si podía ver el mar y Africa desde el linde, además del Veleta, el Mulhacén y el mundo entero.
No me podía detener sólo en la Laguna, mágica e increíble, una zona con poca gente porque todas sus pistas son exigentes. Prohibido entrar con la “L”, o pasarás un mal rato. Especialmente a primera hora de la mañana, con la nieve durita y unas palas exigentes y cambiantes, larguísimas y variadas, que se confunden con el fuera de pista. Es una zona sin cañones, fiada a la nieve natural dado que estamos esquiando por encima de 3.000 metros mucho rato. Así que el fuera de pista y la pista se confunde visualmente y la única diferencia es el pisado. Pero en la Laguna no tengo la sensación de estar en una estación española, sino en una gigantesca área esquiable, un circo que cae hacia dos sillas. Una fantástica, La Laguna. La otra, incomprensible, Dilar, una silla en forma de “L” para evitar sobrevolar veinte metros de Parque Nacional. Desconozco el impacto medioambiental de que una silla silenciosa sobrevuele el linde de un Parque, pero el lío de poleas, pilonas y el largo trayecto que exige evitar esos 20 metros (que a simple vista no se distinguen del resto de la explanada) es sin duda un gran coste energético, de tiempo, económico…
Este es uno de los puntos flacos de Sierra Nevada. La exagerada protección de los lindes del Parque Natural (¡cuánto tenemos que aprender de lo que llamamos “países avanzados” en estos temas medioambientales, especialmente en el esquí). Otro sería el exceso de politiqueo de la estación, del que varios me habéis hablado… Pero no lo conozco en profundidad como para opinar y además prefiero volver a “mi” Valle de las Yeguas, una vez que se me ha pasado el enfado por el alarde de ingeniería del Dilar.
Por cierto, me acabo de subir al Dilar porque hace mucho viento y La Laguna la acaban de cerrar temporalmente. Y el trayecto del Dilar es tan vergonzoso en su trazado en ángulo como espectacular al hacer cumbre: te das de morros con el gigantesco radio telescopio de la entidad franco-alemana IRAM, con 30 metros de parábola, colocado allí arriba a primeros de los 80 y entonces era el más grande del mundo. Por cierto que bajando junto al radio telescopio, a las 10 de la mañana, me encuentro de morros con la ratrack del IRAM, que sube de frente por la pista azul con provisiones en la pala y pasajeros dentro. Menos mal que bajo despacio, voy casi solo y hay visibilidad total, porque comerse una pisanieves de frente debe ser bastante indigesta.
Ajeno a “mi” Laguna de las Yeguas, me zambullo en el famoso Borreguiles. Es el corazón de la estación y lo que menos me ha gustado. Probablemente porque es lo más clásico y aunque hay pistas con personalidad como Zorro, y muchos elementos decorativos tipo parque temático en Playa.
Prefiero fugarme con mi guía particular a ver el Veleta desde otra cara, en las alturas de Aguila, saliéndonos de la pista hacia el Valle de San Juan. Otra vez me cuentan polémicas sobre los lindes del Parque Nacional, y otra vez veo nieve y esquiadores saliendo y entrando en el protegido Barranco de San Juan, silenciosamente, como hace décadas, sin entender de fronteras… Allá vamos, y gozamos del linde de San Juan, sin tirarnos debajo de todo porque aún la nieve está muy dura, incómoda en los fuera pistas.
Es otra zona fantástica de la estación la que bordea el Barranco de San Juan, con la larguísima y emblemática Aguila cayendo desde la cima hasta la base y con un montón de palas rojas volviendo hacia la silla Stadium.
Dos días… Afortunadamente, dos buenos días de primavera y entre semana, porque nos dicen que Borreguiles en fin de semana o fecha señaladas es un imposible, un auténtico infierno.
Seguro que muchos que leéis esto, usuarios de Sierra Nevada desde hace años, os estáis sonriendo de mi candidez ante mi primera vez en la estación andaluza. Es verdad. Se me nota impactado por dos razones. La primera, porque conocía bien todas las estaciones de bandera del Norte, pero no había bajado nunca a Sierra Nevada y me ha pillado por sorpresa (sobre todo La Laguna). Y la segunda, porque Sierra Nevada parece verdaderamente otro planeta. No se parece a nada. A estas alturas del Reto 33 Estaciones, ya venía resabiado pensando que lo había visto todo. Y Sierra Nevada no se parece a nada, es como esquiar en la Luna.
Primero, por la altura. Sierra Nevada empieza (2.100) donde otra estaciones están terminando. Y llega (3.300) donde nadie alcanza en la Península. Segundo, por la latitud. Al menos en primavera, tiene mucha luz y mucho sol. Tercero, porque es una gigantesca área de esquí, no una estación. Salvo en Borreguiles, no se nota ese laberinto de pistas y divisorias para tratar de sumar dominio a base de micropistas. La Laguna es gigante, la gran mayoría de las estaciones que he visitado cabrían dentro, y apenas tiene unas cuantas pistas. Cuarto, consecuencia de todo lo anterior, la falta de vegetación. Es como esquiar en la Luna. A mí me gusta mucho esquiar entre árboles, es lo que más me agrada, pero a 3.000 metros no abundan precisamente. Y quinto, el pie de pista. Pradollano. La espectacular inversión realizada para el Mundial de 1995 (que se tuvo que hacer en el 96 por falta de nieve), su enorme parking cubierto con más de 3.000 plazas y acceso directo a telesillas y hoteles (aunque en este parking acabas pagando otro “forfait” para el coche) y su gran oferta de restauración y ocio…
Sierra Nevada compite cada año con Baqueira por ser la más visitada en España, y ambas con Vallnord (y por detrás de la gigante Grandvalira) en la Península. Es la Reina del Sur, la única que no divisa otra estación en cientos de kilómetros a la redonda… Es especial, diferente. La dejé para el final por motivos de nieve… Y al final ha sido un acierto, para poner fin a este Reto 33 Estaciones en este año tan difícil de nieve con un auténtico subidón.