Aquí, en los Estados Unidos, donde vivo ahora, a pesar de que en la actualidad tienen un magnífico equipo nacional de esquí alpino, la gente suele mirar a los corredores de los clubes locales con una especie de admiración curiosa, como si fueran extraterrestres o algo así, y creen que estos chicos que entrenan en los palos mientras ellos disfrutan de magníficos fuera de pista, trabajan la técnica de manera misteriosa, con recetas secretas que les permiten esquiar de esta manera tan “asombrosa” para ellos. Sin embargo no hay nada más lejos de la realidad: los corredores pasan la mayor parte del tiempo trabajando los mismos conceptos básicos que cualquier principiante puede aprender en una simple escuela de esquí.
Cuando los chavales (los atletas, como se dice aquí) son mayores y ya han hecho un buen montón de curvas en su vida, se empieza a introducir innovaciones en su repertorio técnico pero, aún así, hay cinco elementos básicos que siempre se siguen trabajando, que son, la posición, el contacto con la nieve, una transición suave entre cantos, la ausencia de movimientos innecesarios en el cuerpo y, por supuesto, una buena conducción en paralelo. Como se ve, nada del otro mundo que no se aprenda en cualquier escuela. Otra cosa es que se trabaje y se aprenda bien, je, je….
Todos estos cinco elementos son, en realidad, inseparables, porque, por ejemplo, como veíamos en el capitulillo sobre la “Paciencia”, sólo con una buena posición de partida se puede tener un cambio de cantos suave, un buen contacto con la nieve y una conducción fluida, todo ello acompañado de un torso que no introduce movimientos descoordinados o perjudiciales.
Con este articulillo empezamos otra miniserie en la que veremos cada uno de estos elementos con mayor detalle. Hasta la semana que viene que les emplazo, pues, tengan ustedes buenas huellas.
Carolo © 2005