Éste de 2023, es el cuarto año con menos nieve acumulada desde que se tienen datos en Andorra. Los dos primeros fueron 2021 y 2022. Sólo se llegaron a estos datos en 2011. Así lo constata a Radio Televisio d'Andorra, el meteorólogo, Guillem Martin.
"Estamos en torno a acumulaciones de dos metros a lo largo del año y lo normal sería estar en torno a cuatro".
Durante todo el 2023, de enero a diciembre, se han acumulado dos metros de nieve en la estación meteorológica de Arcalís, a 2.000 metros. Éste es el tercer año consecutivo con déficit en la acumulación. Y en cuanto a las precipitaciones, han sido sobre todo en forma de agua en otoño. Esto ha provocado que en este inicio de temporada de invierno, el espesor de nieve en el centro de medición de Ransol esté muy por debajo de los niveles de los años pasados y de la media. Martin explica que la nieve que ha caído "no es agua perdida, pero no son reservas de agua en primavera".
Y es que no hay que olvidar que la falta de nieve no afecta solamente al esquí, sino que dependen muchas otras actividades humanas. Las nevadas acumuladas sobre las montañas en invierno, son enormes reservas hídricas que cuando llega la primavera se van fundiendo lentamente para volver a llenar los pantanos que se han ido vaciando durante el invierno.
De esto alertaba hace unos días la presidenta de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), Dolores Pascual. De ella dependen varios territorios repartidos entre aragón y el oeste de Cataluña. Y los análisis advierten que en algunas zonas no hay reserva de nieve suficiente para por ejemplo, la campaña de riegos.
"no se puede decir nada porque es todavía muy pronto. Hay algunos territorios de la margen izquierda que están en buena situación para empezar, pero la campaña es muy larga. Necesitamos aportaciones de nieve, que no las hay.
En este momento la cuenca del Cinca, la del Aragón y las cuencas navarras tienen aportaciones y reservas buenas para empezar la campaña con soltura. No ocurre lo mismo con la cuenca del Segre: Seguimos preocupados por estos territorios que tienen poca reserva de agua en los embalse y tampoco hay nieve suficiente en las montañas para rellenar en el deshielo".
Las previsiones tampoco parecen indicar que deba mejorar. Aunque pueda haber pequeñas precipitaciones a principios de año, por lo general, serán muy escasas. Sin embargo, no se prevén grandes precipitaciones que puedan normalizar el déficit y la falta de nieve no asegura que las reservas estén en buenos niveles en primavera.
Con todo, en la mayoría de casos, las campañas de riego se programan con los datos de agua del mes de marzo. Una fecha que suele haber nevado suficiente para aguantar la temporada de esquí, pero que los campos de agricultura necesitan muchísima más agua que la que pueda usar un complejo invernal.
El geógrafo del Institut de Recerca de l'Aigua de la Universidad de Barcelona, recuerda que el gran consumidor es la agricultura, y que hay que hacer un replanteamiento de si se debe seguir como hasta ahora,
"Cultivos como el trigo o el arroz se han producido durante muchos años en el Mediterráneo, pero quizás están llegando a su límite, porque no podemos regar hasta el infinito"
¿Quiere decir esto que ya no va a nevar más y se ha de dejar de invertir en el esquí porque no es un modelo viable? Pues esperemos que no, porque la viabilidad de este turismo sería un mal menor con el que afectaría a la agricultura. Ciclos de sequía se viven en el Mediterráneo regularmente, y alguna vez tenía que llegar uno más largo que rompiera la regla. El tiempo dirá si esto será la norma, o algo que sucedió entre los años 2021 a 2023...