Aunque las medidas de seguridad empiezan a relajarse algo en los aeropuertos, al menos de cara al viajero, gracias al desarrollo de nuevas tecnologías de inspección, sigue siendo importante no dejar nada al azar o mal puesto.
El pasado viernes el aeropuerto de Queenstown, en la isla sur de Nueva Zelanda, fue desalojado después de que alguien dejó un calentador de botas de esquí mal colocado, con los cables asomando por fuera. El personal de seguridad alertó en seguida a las autoridades, que enviaron a un grupo de artificieros para comprobar la peligrosidad del bulto.
Para cuando se descubrió que efectivamente no era una bomba, ya se había desalojado el aeropuerto entero, trasladando en autobuses tanto a pasajeros como personal de las instalaciones hasta el Centro de Eventos de Queenstown, a pocos kilómetros, y se les proporcionó comida, bebidas y entretenimiento hasta que se normalizase la situación. También se tuvo que reprogramar varios vuelos o desviarlos a otros aeródromos.
Queenstown es un importante hub del turismo de esquí en Nueva Zelanda. Situada en la isla sur del país, desde su aeropuerto tanto los australianos como neozelandeses residentes en ciudades más alejadas, pueden acceder a complejos invernales como The Remarkables y Coronet Peak, ambas conectadas por bus lanzadera, así como otras internacionales como Cardrona Alpine Resort.
Son los complejos más al sur de Nueva Zelanda. Más abajo ni siquiera hay ya grandes núcleos de población. Estas estaciones de esquí son muy visitadas por los esquiadores internacionales, especialmente los de Australia, que suelen ser mayoría, además de otros de Sudáfrica y muchos equipos y selecciones de esquí europeos.