Cuando Nike inventó un esquiador negro y lo envió a unos Juegos Olímpicos

Estos Mundiales de esquí alpino han estado llenos de sorpresas en sus resultados. Deportistas que nadie hubiera soñado verlos tan arriba, han logrado proezas admirables, especialmente la de Laurence St-Germain, una joven esquiadora de Quebec con una carrera deportiva muy discreta, que fue capaz de arrebatarle el oro nada menos que a una Mikaela Shiffrin que se entrena todo el año para lograrlo todo en esa disciplina del Slalom.

Mérito enorme también la del griego AJ Ginnis, quién logró para su país, la primera medalla de esquí y de cualquier disciplina en los deportes de invierno.

Pero en cualquier caso son deportistas con cierto bagaje en la competición. Con años de experiencia en sus pies, y que si bien nunca habían logrado nada reseñable, son muy buenos esquiadores. De eso no cabe duda.

Lo que no hemos visto tanto en estos Mundiales, son historias de esquiadores o esquiadoras con una prácticamente nula experiencia en el esquí de competición pero que se presentaban por un reto personal o una manera de reivindicar lo primero que se les pasase por la cabeza. Aunque estaban ahí.

Un día antes de las carreras oficiales de disciplinas técnicas, hacen una criba. Más de 100 corredores se jugaron alguna de las plazas para la carrera de 'los mayores'. Ahi estaba Jean-Pierre Roy de Haití, nuestro querido Humbertus von Hohenlohe que corría por México a sus 64 años, y nacionalidades de medio planeta. 

En esquí nórdico hay una situación parecida. Todos tenemos en la memoria la actuación del que se bautizó como "peor esquiador de la historia". El venezolano Adrián Solano quiso ser el primer nacional de su país que participaba en unos Mundiales con esquís de fondo. Cayó varias veces y llegó exhausto a la linea de meta tras haber recorrido 10 kilómetros por la nieve. El 'Moussambani del esquí' y otros tres venezolanos a los que convenció para ir también a Lahti-2017, llegó más de media hora después que el resto de participantes.

En los Juegos Olímpicos se vio un caso similar bastantes años atrás. El 12 de febrero de 1998 ante la sorpresa de los espectadores, apareció un negro tratando de terminar la prueba de los 10 kilómetros de esquí nórdico en Nagano-1998. Llegó exhausto tras haberse caído varias veces, aunque eso si, vitoreado por la afición. Hasta el ganador de la prueba pidió esperar la entrega de medallas hasta que aquel chico llegara.

Era Philip Boit, un joven de Kenia cuyo destino estaba llamado a ser corredor de fondo, como su tío, quién logró una medalla de bronce en los 800 metros de Munich 1972. Pero el deporte de correr, en los '90 ya se había profesionalizado mucho. Pese a que era capaz de hacer el mismo tiempo olímpico que su tío, ahora ya se quedaba muy lejos de lo que marcaban los mejores fondistas.

Philip Boit entrenaba con su amigo Henry Bitok, y cuando ya estaban a punto de tirar la toalla viendo que no podrían vivir de aquello, recibieron una llamada de Nike. Habían sido los escogidos para ser los verdaderos primeros esquiadores negros de la historia. Unos años antes el senegalés Lamine Gueye había participado en los Juegos Olímpicos de Sarajevo'84 (y después en los de Albertville-92 y Lillehamer-94) pero realmente vivía en Suiza desde los 4 años, donde el esquí es deporte escolar.

Lo que Nike quería, es coger a dos chicos negros en Africa, enseñarles a esquiar, y enviar a uno de los dos a los Juegos Olímpicos de Nagano-98. La hazaña a la que Boit se iba a enfrentar era sobresaliente. Después vinieron unos cuantos afortunados de Zimbabwe, Togo, Etiopía, Madagascar o Camerún, pero en el instante en el que Boit se colocó los esquís, que un africano fuese a unos JJ.OO de invierno era ciencia ficción.

Era una época en que Nike y Adidas estaban enzarzadas en una guerra comercial, el "Just do It" contra el "Impossible is Nothing". Ambos buscaban extender sus mercado a las comunidades negras. Dominaban deportes como el boxeo, el baloncesto o el atletismo y Nike pensó que si veían a un 'paisano' suyo correr por las nieves de Japón, podría ampliar sus productos al sector de la nieve.

Nike puso un entrenador personal a tiempo completo a disposición de Boit y de Bitok. En un primer momento empezaron el experimento entrenando por las llanuras de Kenia con esquís sobre ruedas. Tras ver que la extravagancia no daba resultado los mandaron a Finlandia para que conocieran la nieve. La idea era que compitieran en la prueba de 10 kilómetros de esquí de fondo aprovechando sus innatas y extraordinarias condiciones para la resistencia. Tenían tan solo poco más de un año para poder preparar su participación en los Juegos Olímpicos de Nagano 1998.

Cuando llegaron a Helsinki, el termómetro marcaba -17°C. En las montañas de su natal Eldoret, a pesar de estar a 2.000 metros de altitud, raramente se baja de los 10ºC. Cuando llevaban algo más de 12 meses de experiencia, el entrenador decidió que fuese Boit quién fuese a Nagano donde con toda lógica iba a ser el abanderado de su país, ya que era el único representante.

Resultó que la noche antes de la carrera, empezó a llover mucho. Si, en Finlandia también llueve en pleno invierno. Así que la nieve suelta e inmaculada sobre la que había estado trabajando, se convirtió en pegajosa y pesada. Si bien los corredores escandinavos están acostumbrados a estos cambios, para Philip Boit era todo un problema, ya que ni él ni su entrenador habían previsto este contratiempo.

Empezó el último, con el dorsal 97, y el último acabó. Tardó 40 minutos en hacer los 10 kilómetros, cuando el ganador, Bjorn Daehlie, lo había hecho en la mitad. 

Los Juegos Olímpicos de Invierno, y más en aquella época, son más sencillos que los de la edición de verano. Así que nada más acabar la carrera, especialmente por entonces, se repartían las medallas rápidamente y todo el mundo para su casa. Pero el ganador pidió que se esperase todo el mundo a que llegase Henrik Boit. Lo abrazó en la linea de meta, y no fue hasta entonces que recogió su oro.

Pgilip Boit se convirtió en uno de los protagonistas de aquellos Juegos. Los espectadores lo habían estado vitoreando y las cámaras lo persiguieron hasta que se volvió a Kenia, donde lo recibieron como un héroe.

Por su parte, Bjorn Daehlie al norte de Europa es un semidiós con esquís. Es el esquiador de fondo más laureado de la historia casi 30 medallas acumuladas entre Juegos Olímpicos y Mundiales. En su Noruega natal es reverenciado con tal aprecio que dejaría en evidencia a las más grandes estrellas del fútbol. Retirado hace ya un par de décadas, Daehlie es ahora un referente cultural con su propia marca de ropa y con continuas apariciones en prensa y televisión al más puro estilo David Beckham.

Pues bien, este hombre quiso mantener el contacto con Herik Boit, y tanta amistad tejieron, que Henrik Boit le puso a su primer hijo el nombre de Bjorn.

Antes de todo eso, en Kenia todo eran flores, aplausos y felicitaciones, y el patrocinio parecía no tener fin. La marca estadounidense había conquistado primero el mundo del atletismo, después el del baloncesto y ahora iban a dar el salto a los deportes de invierno. Al año siguiente se celebró en Ramsau (Austria) el Mundial de Esquí y tanto Boit como Nike querían ver que lo que el año anterior había sido una anécdota ahora era un buen resultado. No fue así. Boit se esforzó como nunca pero los progresos fueron ínfimos. Volvió a quedar el último. Lo que el año anterior eran abrazos y congratulaciones pasaron ahora al más crudo silencio.

Boit ya no era un experimento y Nike decidió romper el contrato. Se habían acabado los recursos económicos, pero su ilusión no. Sin dinero, tuvo que abandonar definitivamente la opulenta Europa y tomar un billete de vuelta a Kenia. Se presentó en Eldoret y pidió ayuda a su familia. Exigió a su padre su parte de la herencia, vendió todas sus tierras y vacas para poder seguir financiando su carrera y montó una pista de esquí sobre tierra donde siguió entrenando sobre seco.

Logró participar en Salt Lake City 2002 y en Turin 2006, pero nunca logró salir de los puestos de cola. No logró colarse en los de Vancouver 2010 por enfermedad, pero estiró un poco su retirada a los 39 años para poder ir a los Mundiales de 2011 en Oslo donde las pautas para clasificarse son más laxas, y de paso poder visitar a su amigo Bjorn Daehle.

Hoy, ambos deportistas participan en diferentes eventos de promoción de los deportes de invierno, y Philip Boit disfruta de una tranquila jubilación como miembro del Comité Olímpico de Kenia y director de la única escuela de esquí que existe en su país. Posee además una tranquila granja con vacas y una tienda de comestibles. Mantiene la amistad con Bjorn Daehlie, aunque aún no ha conseguido que lo vaya a visitar a Kenia porque el noruego le tiene fobia a las serpientes.