Su actual desafío es hacer lo propio en España, en un país que sólo se acuerda de los deportes de invierno cuando hay éxito de por medio y en un equipo masculino que en las últimas cuatro décadas ha ido dejando por el camino talento e ilusiones. La tarea, lejos de ser fácil, es ilusionante, casi tanto como el contagioso optimismo que desde hace un año transmite la nueva federación española, con el presidente May Peus al frente de un equipo plagado de ideas y motivación que lideran Olmo Hernán (vicepresidente) y Lluis Breitfuss (director deportivo). Ellos, de hecho, son los culpables de la llegada de Leitner a España.
“Esta fue para mí la clave”, confiesa el técnico austriaco.
”Conocía tanto a May como a Olmo y a Luis, sabía que ellos también habían sido entrenadores. Les conozco desde hace más de diez años y eso fue lo que me hizo decidirme, porque ellos saben lo que necesito y entienden lo que digo, conocen los problemas. Sin ellos al frente de la federación yo no estaría aquí.”
Proyecto a medio plazo
Pero tampoco hay que ser ilusos. El esquí es un deporte muy complicado. Habitualmente las diferencias se miden en centésimas, los errores suelen explicarse por pequeños detalles, el trabajo que hay detrás y la trashumancia en plena temporada erosiona a cualquiera que no ame de verdad esta disciplina. El éxito está reservado a muy pocos. Y en España no hay tradición, aunque sí mucha afición. Leitner no viaja con una varita mágica a cuestas pero sabe qué palo hay que tocar, y, lo más importante, conoce el camino a seguir: “La clave es combinar la técnica, la estructura, trabajar los mismos detalles que los demás, porque este equipo tiene las mismas posibilidades que otros países. Junto al equipo directivo y junto al resto del cuerpo técnico intento trabajar la técnica, por supuesto, pero no es lo único, porque hay muchos más aspectos a desarrollar para poder alcanzar ese nivel".
Con Paúl de la Cuesta obligado a permanecer en el dique seco varios meses más por una lesión que se produjo en Wengen la pasada temporada, el equipo español del futuro lleva los nombres de Juan del Campo, Quim Salarich y Alex Puente. El primero ya ha pasado por el “taller” de Copa del Mundo hace unos días, en Soelden (Austria). Los otros dos lo visitarán en el transcurso de esta temporada. El horizonte está muy claro: “Nuestro objetivo es jugar la Champions League, pero para jugar la Champions League hay que tener experiencia. Nadie puede decir que va a entrenar durante tres años para llegar a la Copa del Mundo. No, en absoluto. Lo primero es ir ganando experiencia y ser un poco más fuertes de cara al año siguiente. Para ganar esa experiencia hay que estar ahí, aunque a veces eso pueda ser una losa. Juan ha vuelto de Soelden con ese bagaje importante, y Alex y Quim tendrán que conseguirlo también. Ésta va a ser una temporada para aprender y el año que viene intentaremos ir un paso más adelante.”
Sin perder el norte pero manteniendo firme la proa de un barco que sueña con seguir a flote y enseñar su bandera a los demás. Con las ideas claras, sabiendo que lo importante es curtirse en carreras FIS, evolucionar en Copa de Europa y bajar puntos para aspirar a un dorsal más bajo en pruebas importantes. Y de nuevo, en el horizonte, la Copa del Mundo,
“Quizás haya gente que no lo entienda, pero si no lo intento nunca sabremos lo que puede pasar”, explica Leitner. “Los chicos deben pasar por esto, que nadie piense que son demasiado jóvenes, tienen que hacerlo ahora. Han de aprender. Y espero que, en dos o tres años, podamos estar en condiciones de hacer todo el programa de Copa del Mundo con uno de estos esquiadores.”
Mientras, seguiremos hablando del oro de Paco Fernández Ochoa en Sapporo, de las seis victorias de María José Rienda o del triunfo de Carolina Ruiz en el Descenso de Mèribel. Porque, si como dicen, un país que no tiene pasado tampoco tiene futuro, el esquí español tiene un bonito pasado pero ahora también cuenta con un futuro ilusionante.
