Hace unos días se disputó la IV Afghan Ski Challenge y la situación apenas ha cambiado, aunque el espíritu de superación sigue estando mas vivo que nunca. Sigue sin haber remontes en la zona de carrera (ni en ningún lado del país), la mitad de sus participantes van con esquís y bastones de madera tallados por ellos, fijaciones de cuero, y para llegar a la linea de salida tienen que cargar con todo el material por unos 3 kilómetros de nieve con sus zapatos, los mismos que usarán para bajar.
Este año de los 30 participantes la mitad eran de Afganistán y la otra mitad extranjeros provenientes de EE.UU., Australia, Noruega, Eslovenia, Nueva Zelanda, Francia y Reino Unido, que son los únicos que pagan los 300 euros por participar. Ganó Ali Shah, un instructor afgano que usa material moderno y adaptado a condiciones de gran altitud. Tampoco quedaron nada mal el resto de corredores del país. En general son gente de las montañas, acostumbradas a vivir con la nieve hasta las rodillas durante 4 meses al año, y que por tanto están mas acostumbrados. Se mostraron menos cansados que el resto, y suplieron su falta de material moderno, con sus condiciones físicas.
Ahora del evento se encarga el Club de Esquí Banyam, una población cercana, que afirma estar fuera de los conflictos de la guerra, y ser una isla de paz en el país.
El dinero recaudado se usa para la promoción del esquí local y el turismo en Afganistán, en un intento de buscar motores de economía, una década después de haber salido de la guerra. En la zona no hay servicio antiavalanchas no hay cobertura móvil, ni servicio de rescate en montaña. En definitiva, es una vuelta a las carreras de esquí en sus orígenes.
El fotógrafo británico Paul Hutchings, de 42 años, a publicado varias fotos hechas en el lugar, y afirma que esos chicos con sus rudimentarios esquís, pondrían en verguenza a mas de un esquiador,