Los esquiadores catalanes buscan un hueco en la élite del esquí alpino

A nivel de esquí de competición, pocos nombres suenan al gran público, todavía anclado en los recuerdos de la familia Fernández Ochoa. Quizás María José Rienda consiguió hacerse un hueco mediático, pero no fue suficiente para elevar este deporte a un nivel superior en cuanto a consideración. Ahora ha cogido el testigo Carolina Ruiz, pero detrás de ella aparecen un buen número de jóvenes esquiadores, la mayoría de ellos catalanes, que han entrado en los equipos profesionales de la federación española con el objetivo de iniciar el complicado ascenso a la élite, a pesar de estar lejos en recursos respecto a sus colegas europeos. Las próximas dos semanas afrontan, con modestia, la gran cita de la temporada: los Mundiales de Schladming, en Austria.

Uno de los participantes será Ferran Terra, que a sus 25 años de edad ya habrá competido en cuatro campeonatos del mundo. El de Puigcerdà forma junto al vasco Paul de la Cuesta, el equipo A español. Su objetivo pasa por intentar arañar buenos resultados, consciente de que en el esquí de velocidad (descenso y supergigante) La cuestión es si existen los recursos necesarios para garantizarle una larga trayectoria, sin excesiva presión, para ir avanzando paso a paso. Esto le permite entrenar al máximo nivel y llevar una carrera deportiva totalmente profesional, que, eso sí, supone "pasar 280 días fuera de casa". Un sacrificio que asume con gusto y con un objetivo personal que va más allá de los resultados: Andrea Jardí, nacida en El Vendrell hace 22 años, también forma parte del equipo de máximo nivel de la federación, junto con Carolina Ruiz, aunque esta temporada tiene que luchar contra un doble enemigo: las lesiones (que no le permiten asegurar aún su presencia en los Mundiales) y la crisis. Una lucha que implica exprimir al máximo los recursos que tiene al alcance, que no son demasiados: Jardí no ha tenido la opción de integrarse en el día a día de las francesas (como sí ha hecho Ruiz) y tiene que trabajar con un equipo formado por un único entrenador, que asume el resto de tareas.

Para los esquiadores que quieran dedicarse en serio a la competición también existe una alternativa a los escasos recursos públicos, aunque implique emigrar a otro país, tal y como se explica esta semana en las páginas de 'A punto de nieve'. Este es el caso de Joaquim Salarich, de 21 años, que ha pasado este año a formar parte del equipo privado suizo Steffen-S1. Ahora falta por ver si, por uno u otro camino, alguno de ellos puede ascender a la cima del esquí junto a deportistas que, a día de hoy, parecen estar a años luz.