En Gulmarg se mezcla todo: esquiadores profesionales atraídos por las salvajes pistas de nieve virgen con desniveles escalofriantes y escuálidos porteadores indios que cargan con esquíes y remolcan ricachones gordinflones por poco dinero. Todo ello, aderezado con una fuerte presencia militar producto del conflicto con Pakistán.Los 4.170 metros del Apharwat son un desafío para cualquier esquiador profesional pero, aunque no se practique ese deporte, nadie debe perderse las vistas desde la cima. Desde allí se divisa la sublime e imponente cordillera del Himalaya, una muralla de montañas blancas que en algunos puntos alcanzan los 6.000 metros de altitud.
Es una aventura por tierra casi inexplorada; desde su capital Srinagar, donde se puede dormir en barcos anclados en medio del lago, hasta las montañas con estaciones de esquí como la encantadora Gulmarg.
Pese a la presencia militar no hay ningún peligro en la estación. En este territorio indio disputado también por Pakistán, las medidas de seguridad son estrictas.
Probando las piernas
La pequeña estación de esquí de Gulmarg está situada en pleno corazón del Himalaya, a tan sólo 60 kilómetros de Srinagar, y permanece abierta entre los meses de noviembre y abril.
El teleférico más alto del mundo según los lugareños, es un huevo de cuatro plazas construido por los franceses en el 2003 aunque inaugurado oficialmente hace unos meses, que remonta a los esquiadores hasta los 4.170 metros. Una vez fuera, la respiración falla y, durante unos segundos, uno lucha por tomar esa bocanada de aire fresco y puro.Totalmente aclimatado, el esquiador se embarca en una lucha feroz contra la madre naturaleza, deslizándose por pendientes sinuosas con un desnivel aterrador, sorteando rocas y árboles y tratando de mantener el equilibrio en los tramos de nieve helada, para, finalmente, disfrutar de una bajada salvaje que, a buen ritmo, lleva unos 50 minutos. Para ello, ha de utilizar unos esquíes especiales, más anchos de lo normal, que ayudan a no hundirse en la nieve virgen.
La estación tiene también pequeñas pistas para los aprendices. Los menos experimentados pueden subir pagando un euro y medio por trayecto, hasta los 3.100 metros. Aquí las pistas se comparan con las técnicas del resto del mundo.
Cada uno elige el camino, aunque siempre es bueno tomar un guía porque las pistas no están señalizadas y puede ser peligroso.
Gulmarg está rodeada de cedros infinitos que se pierden en el cielo y de casitas –unas veces módicos hoteles, otras restaurantes o tiendas– con techos a dos aguas de color verde, que evocan las estaciones de los Alpes.En las tiendas de alquiler, se pueden encontrar esquíes de carving, de travesía y los más anchos para nieve virgen, de las conocidas marcas internacionales Salomón, Volk o Dynastar. También alquilan ropa de la marca North Face, guantes y gafas.
Oferta hotelera
La oferta hotelera en la estación es escasa y no cumple los estándares occidentales de limpieza, como ocurre en otros lugares en la India. Dos son las opciones: el
La carretera desde Srinagar cubre un desnivel de 2.100 metros hasta llegar a la base de la estación (una hora y media de recorrido a bordo de una todoterreno que se puede alquilar) y sorprende no sólo por su buen estado, sino también por las magníficas vistas. Para quien no esté familiarizado con el estilo de vida en la India, llama la atención cómo aquí se pueden contratar porteadores que cargan con esquíes cuesta arriba.
La gente pudiente del país, en general con unos kilos de más (prueba de su poder económico), opta por pequeños trineos de madera, arrastrados por exhaustos muchachos.
