Los vecinos del valle se han agrupado en una plataforma para mostrar su conformidad a la realización de este proyecto y explican que si los perjuicios que trae este proyecto son menores que los beneficios y ha de permitir vivir mejor a la gente de la zona nunca se opondrán al proyecto.
Estos vecinos argumentan que no defienden este proyecto concreto sino cualquier iniciativa que dinamice el valle y lo reactive económicamente.
Esta plataforma de vecinos ha recibido el apoyo de más del 80% de la población y ante la aparición reciente de agrupaciones contrarias al proyecto dicen que tienen derecho a ser la gente de la zona la que elija el futuro que les conviene y que no sean personas ajenas a la vida del valle las que les quieran imponer una serie de normas y manera de vivir.
Estos vecinos explican que no son contrarios a la ganadería como se les ha acusado y explican que la mayoría de gente del valle se dedica a esta actividad y no quieren renunciar a poder seguir practicando este trabajo y justifican la venta de sus tierras como un complemento a los ingresos.
La gente que está al frente de esta iniciativa pide que los vecinos hagan suyo el proyecto como lo hicieron con la llegada de la industria hidroeléctrica a principios de siglo. En Espui en la década de los 80 vivían unas noventa personas y ahora sólo quedan una veintena. La gente confía que este proyecto cambie esta tendencia y facilite a los jóvenes poder quedarse.
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