En el caso de un modelo de gama media, el embrión es un núcleo de madera de chopo. El primer paso es cortarlo en diagonal para después pasarlo por una máquina que esculpe unos dientes entre los extremos comunes de estas dos piezas. Esta operación facilitará la posterior unión de los dos trozos de madera y formará el núcleo del esquí. Dependiendo del tipo de esquí que sea, se dará una forma u otra al núcleo y se envolverá con diferentes telas de fibra de vidrio.
Un esquí cada 18 minutos
En la sala de prensas se monta el esquí. Un operario introduce por orden --untando cola entre las piezas-- la parte superior del esquí, las suelas, los cantos, las espátulas, las taloneras, los núcleos y una pieza especial en la zona del patín. Apenas se invierten ocho minutos en esta operación. Después se deja trabajar la prensa a una presión de 150 bares y a 100 grados de temperatura durante nueve minutos. En la fábrica de Rossignol España en Artés (Bages) construyen con este método 66 pares por turno y prensa, lo que equivale a 2.100 pares de esquís alpino en una sola jornada.
Con el esquí montado, se pule la espátula, la cola y los cantos, operación de la que se encarga un robot similar al de una cadena de montaje de coche, pero adaptado a esta faceta. Después se pinta la decoración con una máquina de serigrafía y se barniza. Ya sólo queda pulir la suela, pasar el control de calidad, encerar y al almacén.
Fondo y surf de nieve
En la factoría de Artés, Rossignol también fabrica esquís de fondo desde 1994 y tablas de surf de nieve desde 1996, cuyo proceso de montaje es similar al de los esquís alpinos. Desde 1998, en Artés se fabrican todos los esquís de fondo y tablas de surf de nieve de la firma francesa.
Al cierre de la temporada 2003-04, Rossignol España había fabricado 11 millones de pares de esquís alpinos y un millón de tablas de surf desde que entró en funcionamiento en mayo de 1972.
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