Un repaso a la estación argentina de Los penitentes

Tener muy a mano un centro de esquí como Penitentes es poder darse el gusto de los caprichos a última hora. Es poder armar una salida a esquiar la noche previa y pasar un día entero disfrutando una variedad de pistas que satisfacen tanto a novatos como a expertos esquiadores. Y la diversión no se limita sólo a la nieve. La noche tiene vida propia y la oferta gastronómica hipnotiza a los buenos paladares, a repetirse noche tras noche.

Penitentes abre su temporada 2003 con novedades verdaderamente seductoras. El Snowpark, con sus competencias de salto, free style y bordear cross, junto a las bajadas con luna llena, son dos de los atractivos que durante el 2003 prometen hacer furor entre los visitantes al centro de esquí.

Con 70 centímetros en la base y 180 en las pistas más altas, Penitentes comenzó a transitar su temporada media con muy buenas perspectivas. El inicio fue auspicioso, con un lleno casi total en hotelería y con un buen “colchón” de nieve, el complejo promete un menú sólido para el resto de la temporada.

Los célebres bumps
La oferta deportiva (o de entretenimiento) de Penitentes es más que jugosa. Veintiséis pistas, 6 medios de elevación, 300 hectáreas de nieve seca y compacta, 7.000 metros de descenso continuo, los bumps (baches) de San Antonio, y la infinidad de posibilidades de Valle Azul, generan un desborde de posibilidades para no aburrirse en los descensos diarios.

Liam Olher (23) y Ann Rooster (25) son dos amigas austríacas (esquiadores exigentes si los hay) que vinieron a conocer los centros de esquí argentinos. Y su primera parada fue Penitentes. “Nos hablaron muy bien de este lugar y quisimos conocerlo antes que al resto. Es buena la atención y los dibujos de las pistas. La verdad es que estamos impresionadas por la exigencia de algunas pistas”, comentó Liam.

Para los mendocinos, Penitentes es un remanso blanco que permite tanto el ocio como la diversión a sólo 164 kilómetros de la ciudad. Lisandro Alcaraz (19), Mariano Benítez (18) y Marcelo Munchi (18) llegaron sin pegar un ojo (salieron del boliche y se turnaron para conducir, aclaran). Los chicos suelen hacerse estas escapadas y tiene una poderosa razón: “No te cansás tanto de viajar, es más barato, y al fin y al cabo toda la nieve es igual”, opinan a trío.

No todos van a esquiar. Lo dicho, la oferta es amplia y variada como para disfrutar del paisaje y un buen café. Mientras sus hijos Iván y Pilar juegan con la nieve, Marta y Hugo Montero aprovechan la escapada para despegarse del trajín diario. “A lo mejor nos animamos al esquí, pero a esta edad, con los golpes de la vida a uno ya le alcanza”, dijo Hugo entre carcajadas.

Noche y eventos
El disfrute fuera de las pistas es amplio. La Barraca, Por Allá (versión invierno de Por Acá) y La Herradura (con el sello Tamborini) son los que marcan el pulso desde la tarde a la noche. Estos sitios ofrecen comidas rápidas, y a medida que avanza el día van mutando hacia el estilo disco bar.

Los precios (ver aparte) no están tan lejos del bolsillo medio, y la onda es lo mejor del servicio. La Herradura implementó este año un living con estufa a leña y pantalla gigante que está aislado del salón de comidas. Durante la noche, el lugar toma vuelo, la música sube el volumen hasta el amanecer.

Los sábados, como es costumbre, estará la clásica bajada de antorchas y las noches de luna llena en La Barraca tendrán su condimento de esquí, bajo un cielo iluminado por el satélite natural. Para los que buscan comidas más elaboradas, La Hostería es una de las opciones más frecuentadas, junto a los comedores de Lomas Blancas y Ayelén.

El resto de los eventos aún no está definido, pero es seguro que habrá competencias, de esquí y snowboarding. También se espera el desembarco de un Wine Bar, y fiestas nocturnas.