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Última actualización: 15/05/2024 a las 18:13:00 (CET)

Tanta nieve... ¿es buena?

Tanta nieve... ¿es buena?
Con la nieve sucede lo mismo que con la lluvia: que nunca cae a gusto de todos. Ante la misma situación, un optimista se frota las manos cuando las pr
Con la nieve sucede lo mismo que con la lluvia: que nunca cae a gusto de todos. Ante la misma situación, un optimista se frota las manos cuando las predicciones meteorológicas anuncian la llegada de nieve, imaginando las estaciones de esquí rebosantes de color blanco inmaculado listo para ser estrenado. Por la acera de enfrente camina el pesimista, que sólo alcanza a pensar en los inconvenientes que la abundancia de nieve conlleva: filas en los remontes, problemas en los accesos, riesgo de aludes... Son las dos caras de una misma moneda.

Las abundantes nevadas caidas hace varias semanas han dibujado un panorama excepcional en los centros invernales, que, gracias a las bajas temperaturas que se registran, pueden mantener unos magníficos espesores y conservar la nieve en un estado inmejorable. No son pocas las estaciones españolas que ofrecen dos metros de nieve en algunas zonas. Incluso algunas, como Baqueira o Candanchú, rozan marcas históricas al superar los cuatro metros.

Semejante acumulación de nieve en un corto espacio de tiempo pone en marcha inmediatamente al personal de las estaciones. Las máquinas pisanieves se convierten entonces en elementos imprecindibles para acondicionar las laderas antes de que los esquiadores invadan el lugar ansiosos por estrenar el manto blanco recién caido. Otro tipo de herramientas, las quitanieves, también salen a escena -o mejor dicho, al asfalto- para facilitar los accesos y limpiar los aparcamientos. Los equipos humanos de los centros invernales se ponen a prueba -casi siempre con éxito- cada vez que el cielo les niega una tregua. Su tarea requiere un tiempo mínimo necesario, por lo que siempre ruegan cierta dosis de comprensión y paciencia a los usuarios.

La llamada del "free ride"
Este atractivo paisaje estimula de forma abrumadora, e incluso peligrosa, al esquiador aficionado, quien, en ocasiones, movido por un entusiasmo desbordado se olvida en casa el miedo y la prudencia, lanzándose por laderas vírgenes para esquiar fuera de las pistas balizadas por las estaciones. Esta práctica, arriesgada si no se goza de un alto nivel de esquí, puede terminar en tragedia. Esto fue precisamente lo que ocurrió el pasado fin de semana, cuando un "snowboarder" zaragozano de 20 años perdió la vida cuando bajaba por una zona fuera de pistas cercana a Candanchú y se cayó por un precipicio de unos cincuenta metros de altitud.

Cuando este tipo de desgracias visitan las estaciones de esquí, se plantea el eterno dilema: prohibir o permitir esta costumbre. Eduardo Roldán, presidente de la Federación Española de Deportes de Invierno y director de Candanchú, no es partidario de limitar el esquí fuera de pistas porque "sería quitar libertad y disfrute de lo que es la montaña". Lo que sí recomienda a los que deciden esquiar por las zonas que no pertenecen a los centros invernales es "medir los riesgos, ya que estos días hay tanta cantidad de nieve que es muy difícil reconocer el final de las laderas, que se desvanecen, y lleva a veces a perder la consciencia de dónde se acaba la pendiente y empieza el abismo".

En este sentido, Ski Andorra, la asociación de estaciones del Principado (Soldeu-El Tarter, Pas de la Casa-Grau Roig, Pal-Arinsal y Ordino-Arcalis) ha puesto en marcha una loable iniciativa. Mano a mano con el Departamento de Industria del Ministerio de Economía del Gobierno de Andorra, esta asociación se puso a trabajar la temporada pasada para prevenir y minimizar el riesgo de accidentes en las pistas de esquí. Antes de tomar cualquier tipo de decisión, se llevó a cabo una reveladora encuesta a pie de pistas que desprendió resultados tan contundentes como preocupantes: la mayoría de los esquiadores conocían muy poco las normas de conducta en pistas, así como la señalización, y los que las sabían las habían aprendido a través de las escuelas y catálogos informativos. Además, el 87 por ciento afirmaba que la mayoría de los esquiadores eran temerarios, y el 83 por ciento pedían más protección en las pistas.

"Policía de pistas"
Las medidas adoptadas -encaminadas a concienciar a los esquiadores de la necesidad de ser respetuosos con las señalizaciones y a controlar la velocidad- pasan, entre otras, por distribuir folletos y vídeos de seguridad en cursillos, agencias de viaje y hoteles; fomentar el uso del casco en esquiadores de 3 a 12 años a través de un descuento en la compra del abono; "bombardear" por la megafonía de las pistas mensajes sobre las normas de conducta con frases cortas y contundentes; y la creación de una aproximación a una "policía de pistas": un colectivo de "pisters" especialmente instruidos para informar, prevenir y velar por la seguridad de los esquiadores.

En cuanto al "free-ride" -fuera de pistas-, cuya práctica puede provocar aludes, se recomienda ir equipado con una pala, una sonda y un ARVA (Aparato para el Escate de Víctimas de Aludes), un artilugio pequeño y ligero que debe ir cerca del cuerpo, para evitar que se pierda en caso de que la fuerza del alud arranque la ropa. Todos, sea cual sea su marca, se conectan en la misma frecuencia, y su coste oscila entre 180 y 300 euros. Porque la vida no tiene precio.

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