Bueno, terminamos hoy con nuestra serie de articulillos sobre el uso del esquí interior. Hemos insistido mucho en que sus problemas acostumbran a desaparecer con una buena técnica de base y que el origen de los errores en el esquí interior suele estar, principalmente, en una mala posición o en un exceso de inclinación. Sin embargo hay ocasiones en los que, efectivamente, el esquí interior se utiliza mal. Veámoslas hoy.
La semana pasada hablamos ya de los stem al monte y dijimos que, en ocasiones, no se llevaban a cabo de manera conciente sino por un problema de descoordinación de movimientos (no se desencadena el viraje con los dos pies simultáneamente y se hace de manera secuencial, primero un pie y luego el otro…. Lo que no es tan depurado como iniciar la vuelta con los dos cantos a la vez). Hay otro caso similar, muy típico entre los esquiadores que aprendieron la técnica de competición de moda en los años ochenta, por eso creo que este artículo le hará gracia a las viejas glorias, ja, ja.
En este caso que analizo hoy las espátulas no van convergentes, sino divergentes (en tijera), y el esquí interior, literalmente, estorba, ya que se está forzando su trayectoria con el pie del monte. En los ochenta – con los esquís rectos - se solía esquiar muy a menudo en alternativo; se indicaba la vuelta con el esquí del monte en el aire, en seguida se apoyaba de nuevo este esquí en la nieve y se conducía el final del viraje prácticamente en el interior. Esto era muy efectivo con los esquís antiguos, pero con los parabólicos ese pie interior adelantado y con una dirección distinta del exterior carece de la suficiente presión y derrapa toscamente. Les remito de nuevo a éste excelente artículo donde encontrarán ejercicios para corregirlo.
Algo muy parecido ocurre a muchos esquiadores obsesionados con conducir el interior: le imprimen al pie del monte un exceso de movimientos rotatorios para dirigirlo adónde quieren ir y lo que consiguen es justamente lo contrario, derrapar y hacer que este esquí les complique las cosas. La conclusión de esta miniserie ya la habrán extraído ustedes y es bien sencilla: para llevar a cabo una curva fluida y limpia en la nieve hacen falta dos cosas principalmente, una buena técnica de base que parta de una posición equilibrada y, cómo no, una gran sensibilidad en los pies para notar en cada momento qué está ocurriendo entre la nieve y nuestros cantos. Si no percibimos un buen corte, es que algo falla en nuestra posición o en los gestos que estamos levando a cabo.
¡Casi nada, ja, ja! Un libro entero podríamos escribir sobre esto. ¡Buenas huellas!
Carolo © 2006