Nuestro compañero nos remite, entre otros, a los trabajos sobre el “fluir” de Mihaly Csikszentmihalyi, que se vienen a sumar al cada vez más frecuente reencuentro entre la filosofía oriental, la de los clásicos occidentales, y la ciencia deportiva moderna. En suma, a lo largo del último siglo, nuestra concepción occidental del deporte ha tenido que ir admitiendo poco a poco que el rendimiento no es solo una cuestión física y técnica, sino también psicológica, sensorial y, naturalmente, emocional, integrado en un "todo" que es más que la simple suma de las partes.
Sin llegar a dar un significado espiritual o místico a todo ello, nuestra cultura científico-deportiva ha venido por fin a reconocer dimensiones de la existencia que antes tenía algo olvidadas, como que las emociones juegan un papel decisivo en aquello que llevamos a cabo pero, sobre todo, que las emociones y las implicaciones psicológicas y fisiológicas que puedan llevar aparejadas, son algo que está dentro del alcance de nuestro control mediante el aprendizaje y el entrenamiento.
Pero vayamos a lo práctico:
Todo esto suena bien, pero quizás queramos saber cómo llegar a alcanzar estos estados de “flow”, de "bien-estar"; de rendimiento óptimo. Nuestro compañero de blog nos propone un sintético y genial "Aprende las reglas y, luego, olvídalas", que engloba mucho más de lo que a simple vista puede parecer. Modestamente, durante estos trece años escribiendo en este canal y publicando libros hemos tenido la visión y la suerte de “intuir” que los tiros iban a ir por aquí, divulgando innumerables trabajos innovadores con consejos y trucos que van en esta dirección de alcanzar el “flow” o, dicho en nuestro idioma, la “afluencia”. Sin tener ni de lejos la autoridad de los ensayistas y los maestros que cita Nes en su blog - ni el currículo deportivo del propio entrenador español - y siempre desde el convencimiento humilde de que no existen panaceas y que ésta es sólo una aproximación tan válida como quizás lo sean otras, me permito aquí hacer una breve muestra de algunos consejos ya publicados que encajan en esa línea del rendimiento óptimo:
En la primera edición de “Esquiar con los pies” ya dedicábamos algunos capítulos a muchos de estos elementos:
- Plantearse metas realistas y a la vez ambiciosas, y plantearlas como algo intrínsecamente placentero, sin fijarse en sus consecuencias o en el éxito.
- Aprender a controlar la consciencia mediante las habilidades para concentrarse y dirigir hacia el presente el diálogo interno.
- Aprender, mediante el entrenamiento, a reconocer y controlar el propio arousal y el estado óptimo de excitación y relajación.
Finalmente, en los dos últimos libros publicados ("Esquí moderno aplicado a la montaña" y "Esquí, rendimiento y emoción") sugerimos dos elementos más: el primero, entrenar nuestro aparato sensorial para acelerar y "optimizar" los pasos arriba citados sobre la concentración en las tareas motoras, la percepción del propio movimiento y la interactuación con el entorno. En segundo lugar, y directamente relacionado con el anterior, buscar la trascendencia más allá de la mera práctica deportiva, mediante esa conexión sensorial con la Naturaleza donde practicamos el deporte.
Csikszentmihalyi dice que el éxito, como la felicidad, debe ser una consecuencia de la dedicación personal hacia algo más grande que uno mismo. Algo parecido a esa conexión con la naturaleza que proponemos en nuestros libritos y, también, en otro sentido, algo que, creo, está haciendo Nes por el deporte español, al igual que hacen diariamente, cada uno en la medida de sus posibilidades, cientos de profesores, entrenadores y atletas: dedicarse con entrega a algo que lo trasciende a uno. Sólo hace falta abrir los ojos, observar, para descubrir que la afluencia, el "flow", el rendimiento óptimo desnudo que acerca el presente a la felicidad, es más simple, más común y está más cerca de nosotros, más al alcance de la mano, de lo que solemos imaginar.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2011