En los artículos anteriores hemos hablado de cómo esquiar mejor el fuera de pista con mayor seguridad y eficiencia. Hoy, a petición de múltiples lectores, vamos a completar con unos consejos que nos permitirán elegir mejor nuestros itinerarios y disfrutar más de nuestros descensos.
Numerosos compañeros de blog han escrito excelentes listados de protocolos y normas de seguridad; por ello no me extenderé repitiendo lo ya dicho por personas mucho más cualificadas y expertas, que exceden de largo mi experiencia y los objetivos modestos de este blog. Eso sí, me gustaría compartir con ustedes el consejo general que me parece más importante: Practiquemos todo esto siempre, sin excepción, aún cuando las condiciones sean fáciles, ya que así automatizaremos estos buenos hábitos. De este modo, el día que nos encontremos una dificultad - precisamente en esos momentos en los que por la tensión podemos olvidar las cosas - reaccionaremos adecuadamente.
Vamos, pues, con estos consejos dirigidos al disfrute del fuera de pista en las áreas cercanas a la estación de esquí:
Estudiar el itinerario de entrada y de salida
Solemos saber por dónde entrar a nuestra línea favorita o a esa pala impoluta que hemos visto desde el telesilla pero, a veces, no calculamos bien por dónde saldremos o no prevemos una escapatoria ante algún imprevisto. Las condiciones y, en consecuencia, el aspecto de la montaña cambia constantemente; así que tengamos siempre en mente marcas, signos y referencias que nos permitan saber por dónde vamos, y no desestimemos nunca el peligro potencial de no haber previsto bien nuestro itinerario.
Cuidado con los arboles
La naturaleza es frágil y esquiar en zonas de árboles puede suponer una agresión mayor de lo que suponemos, además del peligro inherente de chocar contra los obstáculos naturales. Por otra parte, los árboles con grandes copas pueden tener la nieve más suelta alrededor de la base del tronco, y esto puede convertirse en una trampa si pasamos muy cerca y entramos en esa nieve de distinta densidad. Si caemos junto a la base de un tronco, pues, levantarse puede convertirse en una empresa difícil. Además, en algunas zonas, por ejemplo, de emanaciones volcánicas, el contenido de anhídrido carbónico alrededor de los árboles puede ser muy elevado, pudiendo provocar la muerte en unos minutos si quedamos enterrados en la nieve.
Aprender a caer y a levantarse
En una nieve polvo sin base, por ejemplo a partir de la altura de la cadera, levantarse tras una caída puede convertirse en una empresa imposible con el peligro que ello supone. El truco está en aprender a caer, evitando "bucear" dentro de la nieve y tratando de que cuando paremos, nuestro cuerpo quede con la cabeza por encima de las piernas y los pies. Entrenemos estos movimientos en algún entorno seguro, aprendiendo a revolvernos en movimiento, manteniendo las vías respiratorias libres y, en la medida de lo posible, con los esquís del lado del valle para poder levantarnos con mayor facilidad.
Entrenar los saltos
Los saltos, aparte de divertidos, pueden llegar a ser necesarios en alguno de nuestros itinerarios si no habíamos previsto las condiciones que nos íbamos a encontrar. Por ello, entrenarlos y ser capaces de saltar aceptablemente podrá sacarnos de algún apuro. Los esquís anchos modernos, además, facilitan mucho las recepciones, haciéndolas más suaves, y perdonando muchos errores a la hora de comenzar a girar tras los saltos para controlar la velocidad.
No olvidemos, no obstante, que los saltos pueden esconder pequeñas trampas, como piedras bajo la fina capa de nieve en el despegue, o agujeros, baches o huellas endurecidas en las recepciones, tapadas por la nieve recién caída. Estudiémoslos bien antes de acometerlos y, si tenemos presupuesto, no desestimemos los nuevos esquís con “rocker”, que nos ayudarán extraordinariamente en las recepciones complicadas.
Un buen "control del aire", por ejemplo, mediante la práctica de virajes por salto y la de todo tipo de "despegues" del suelo, nos dará una buen margen de seguridad en el fuera de pista cuando las condiciones lo requieran. Esquiador Johannes Putz, Hochkar, Austria 2006. Cortesía del libro Esquí, rendimiento y emoción; Desnivel 2008
Prever las condiciones y el cansancio
La nieve fuera de pista se hace más complicada a medida que avanza el día y, al mismo tiempo, nosotros también estamos más cansados. Una nieve épica de la mañana se suele convertir en una transformada y llena de huellas por la tarde, donde podemos llegar a experimentar el peor momento de nuestras vidas como esquiadores, si la tenemos que negociar, agotados, en una zona complicada o peligrosa.
Entrenar, entrenar y mantenerse en buena forma
Como decía mi colega Craig Garbiel (campeón de la final IFSA de esquí extremo en Kirkwood, en 2008 ) en la entrevista que le hice hace un año, el mejor seguro para el fuera de pista es "estar ahí afuera", hacer muchos kilómetros en todo tipo de condiciones sobre los esquís, estudiar, saber, preguntar y, por supuesto, mantenerse en buena forma, tanto para evitar problemas como para soportarlos o recuperarse si uno no ha podido evitar tenerlos.
Craig Garbiel en accción sobre un cortado en Kirkwood, California. Sin tener que emular a los profesionales, podemos disfrutar de saltos mucho más sensatos que éste obteniendo, además de satisfacciones, una mejora de nuestro nivel de esquí.
Pero, como decía al principio, por encima de todo, aparte de estar preparados física y técnicamente, es necesario automatizar todos estos protocolos de actuación – siempre - hasta que se conviertan en hábitos, porque es seguro que en una situación difícil, sometidos a tensión, no recordaremos las normas más básicas y, sin embargo, si hemos automatizado con la práctica en lugares fáciles estas formas de proceder, cuando las cosas se pongan complicadas nos comportaremos de la manera más adecuada espontáneamente, evitando o salvando probablemente las contrariedades que nos encontremos y, por supuesto, disfrutando por ello con mayor intensidad de nuestras bajadas y de la experiencia en la montaña.
¡Buenas huellas!
Carolo©2010